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La ONU declara la hambruna en Somalia

Naciones Unidas considera que la tragedia que vive el país se debe a tres pilares: el hambre, la sequía y el terrorismo

Naciones Unidas ha declarado oficialmente situación de hambruna en dos regiones del sur de Somalia, Bakool y Bajo Shabele, una circunstancia que no se daba en este país del Cuerno de África desde 1992.

"Cada día que nos retrasemos en prestar asistencia es, literalmente, cuestión de vida o muerte para los niños y sus familias en las áreas afectadas por la hambruna", aseguró hoy en una rueda de prensa celebrada en Nairobi el coordinador de Asuntos Humanitarios de la ONU para Somalia, Mark Bowden.

Según la ONU, esta hambruna representa la situación de inseguridad alimentaria más grave que hay hoy en el mundo, en un país que padece los índices de malnutrición más altos del planeta, con picos de hasta el cincuenta por ciento en algunas zonas del sur.

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Además Somalia sufre la peor sequía de los últimos 60 años, según datos del Gobierno del país, que está dejando a millones de niños y ancianos famélicos y a madres con pechos estériles, situación que se ve agravada por la presencia del grupo terrorista Al Shabab, vinculado a Al Qaeda.

A pesar de las lluvias torrenciales, que han acabado en los últimos días con la vida de al menos 15 personas en Mogadiscio, la sequía del Cuerno de África ha colocado a cerca de 11 millones de somalíes en situación de emergencia humanitaria, han advertido numerosas organizaciones no gubernamentales.

"Esto es más que una sequía. No ha llovido en los últimos tres años. Somos granjeros y dependemos de la lluvia, así que estamos pasando la peor hambruna", relató Haji Ali Osman, un anciano que guió recientemente a 74 familias desde la zona rural de Gurban hasta Mogadiscio en una travesía de cientos de kilómetros para huir de la miseria y buscar alimento en la capital somalí.

Pero "Al Shabab nos está afectando más que el hambre y las sequías. Han secuestrado a todos los hombres para que combatan para ellos. Y no dejan que la población hambrienta se acerque a las zonas controladas por el Gobierno para obtener ayuda", asegura Osman.

Según el anciano, los 18 días de marcha con las familias hasta Mogadiscio causaron estragos en el numeroso grupo de desplazados, que se tenía que alimentar de las hojas de los árboles.

"Cada una de las 74 familias perdieron al menos a un niño. Algunas los perdieron todos", afirma Osman, al tiempo que denuncia la "desesperanza y olvido" que sufren por parte de la comunidad internacional.

Esta conjunción de factores ha forzado a desplazarse a cientos de miles de personas, bien a Mogadiscio, bien a la vecina Kenia, mientras que la ayuda humanitaria tarda en llegar.

El Ejecutivo somalí trató la semana pasada esa situación con cuatro organismos de la ONU: el Fondo para la Infancia (UNICEF), el Programa Mundial de Alimentos (PMA), el Alto Comisariado para los Refugiados (ACNUR) y la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA).

"Hemos distribuido algunos alimentos, lonas para tiendas y otros bienes básicos, pero no son suficientes para cubrir las necesidades de la gente. Esperemos que la ONU pueda ayudar más", subrayó el ministro somalí de Defensa, Abdi Hakim Hji Fighi.

Sin embargo, la sequía y el hambre son sólo una parte de un conflicto agravado por la presencia de los integristas de Al Shabab, que el pasado día 5 levantó el veto fijado en 2010 a la actuación de organizaciones humanitarias en las zonas del país bajo su control.

"Al Shabab prohibió a las agencias humanitarias operar en las zonas afectadas y ahora está dejando morir a la gente sin dar ningún tipo de ayuda. Tratan de ocultar lo que está sucediendo", señala Meymun Sheij, un trabajador de una ONG.

"De esta forma -agrega Sheij-, están llevando a cabo un lento pero constante genocidio. La sequía ha acabado con miles de vidas, pero como no hay medios presentes, nadie lo sabe".

Al Shabab pretende derrocar al Gobierno Federal de Transición somalí, respaldado por la comunidad internacional, e instaurar un Estado radical musulmán de corte wahabí.

Somalia vive sin Gobierno efectivo desde 1991, cuando fue derrocado el dictador Mohamed Siad Barre, y pasaron a controlar su territorio señores de la guerra tribales, milicias islámicas y bandidos.

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