"Objetar a una ley de buenas prácticas sería delito"
Es agridulce la impresión que produce la ley de muerte digna (oficialmente, Ley Reguladora de los Derechos de la Persona ante el Proceso Final de la Vida) en Luis Montes, presidente de la asociación Derecho a Morir Dignamente (DMD) desde 2009. Para el médico, nacido hace 62 años en Villarino de los Aires (Salamanca), es una norma "positiva", sobre todo después de que ya Andalucía, Aragón y Navarra hubieran regulado la atención al final de la vida. "Es verdad que esta ley lo que hace es desarrollar la de Autonomía del Paciente de 2002 [aprobada con el PP en el Gobierno], pero esa norma era muy ambigua y no hacía referencia a la situación concreta" del final de la vida, afirma. En cambio, "posterga el debate, que es un clamor en la ciudadanía, de la disponibilidad de la propia vida".
A falta de un borrador del texto, Montes asume como referencia válida la ley andaluza, y, sobre esa base, afirma tajante que lo que la ley regula son "buenas prácticas clínicas". "Se trata de no dejar al enfermo en el abandono, y oponerse sería una mala práctica. Es un imperativo moral". Sin embargo, recuerda que cuando se tramitó la ley andaluza "no se hablaba de otra cosa, sobre todo en los colegios médicos. Pero a las buenas prácticas no se hace objeción, es delito", afirma convencido. Ni siquiera cree que "los que creen en el carné por puntos para estar más cerca del Señor, los que piensan que sufriendo se ganan más puntos, puedan objetar".
El médico, que se hizo famoso en 2005 cuando fue acusado -injustamente, como determinaron los tribunales- de hasta 400 eutanasias en el hospital de Leganés, no puede evitar la ironía cuando se le menciona la idea de que haya habitaciones en los hospitales para los pacientes agónicos. "Al final, va a resultar que los boxes [cubículos] que teníamos en urgencias van a ser la mejor solución. En planta el médico se va a las tres; en urgencias se garantiza la intimidad y la continuidad de la atención las 24 horas", afirma.
Otro asunto que puede ser complicado en este momento es asegurar los cuidados en los últimos días de vida en la propia casa del enfermo. "Ya existen grupos de atención domiciliaria, que se organizan con la familia. Aunque un familiar sea el cuidador principal, hay que darle apoyo con un equipo de paliativos, un apoyo que puede llegar incluso a inducir un coma para morir dormido", explica el médico.
Todo esto se puede hacer porque "esta ley no varía ningún marco jurídico". "La limitación del esfuerzo terapéutico ya es legal. La muerte confortable es el clamor popular, lo que uno desea para sí mismo y para los familiares. Puede ser distinto cuando se habla de un desconocido, pero cuando le toca a uno las ideas cambian", afirma convencido.

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