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Reportaje:

Occidente pierde la carrera por la velocidad en la Red

Japón, China y Corea amenazan el liderazgo de Europa y EE UU en comunicaciones - La excesiva regulación, los precios altos y la falta de planes públicos lastran el avance de las tecnologías

Ramón Muñoz

En Japón se puede tener una conexión a Internet de 100 megabits por segundo (Mbps) por 32 euros al mes, un importe por el que difícilmente te ofrecen 6 megas en España. Incluso estando dispuesto a pagar más de 100 euros, casi nadie puede contratar esa velocidad, ya que la oferta está limitada a unos pocos hogares en las zonas céntricas de las principales ciudades, mientras que en el país nipón, la mitad de la población navega ya a esa velocidad. Lo mismo sucede en Corea del Sur, que ha convertido la banda ancha en enseña nacional. En China, cada seis meses las compañías de móviles incorporan como nuevos clientes el equivalente a la población española, mientras que las operadoras europeas se gastan presupuestos millonarios en robarse los abonados entre sí, porque sus mercados están saturados. EE UU ha perdido en los últimos cinco años su liderazgo en tecnologías de la información y comunicación (TIC) -teléfono fijo y móvil e Internet- por la caída de la inversión de sus operadoras, sobre todo tras la burbuja tecnológica de 2000, más preocupadas en ganar dinero y satisfacer a sus accionistas que a sus clientes.

Los países punteros tienen en común planes y ayudas para Internet
El ADSL no puede soportar ni la 'tele' de alta definición ni la telemedicina
Sólo un millón de internautas en España navega a más de 10 megas
Los países con tarifas más bajas son los más avanzados
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El 62% de los hogares españoles se conectará a Internet en 2013

A la luz de estos datos, muchos expertos se preguntan si Asia y los países emergentes, que ya dominan la producción de equipos, están llamados a tomar el relevo también en la comunicación (TIC), desplazando a la Vieja Europa a su papel de consumidor de servicios y de museo viviente. Algunas multinacionales, como Telefónica o Vodafone, apuntan a una regulación estricta e intervencionista, tanto de la Comisión Europea como de los países miembros, como factor de desventaja. Pese a que las compañías la pasen por alto, otra causa fundamental en el distinto grado de implantación de las tecnologías es el precio de los servicios. Países nórdicos como Suecia o Dinamarca, que cuentan con las TIC más asequibles con relación al nivel de vida, están a la vanguardia y muy por encima del resto de la UE.

En lo que casi todos coinciden es en que, frente a las alabanzas del libre mercado como garante de la innovación y el despliegue de infraestructuras, los países punteros como Japón o Corea, y los que, como China, estrechan su brecha digital a pasos agigantados tienen un punto en común: la existencia de planes estatales centralizados y de ayudas públicas para desplegar las redes. A remolque de estos ejemplos, Estados Unidos lanzó en febrero pasado su The American Recovery a Reinvestment Act, para extender la banda ancha, bajo el impulso personal del presidente Barack Obama, y con 7.200 millones de dólares de presupuesto (5.100 millones de euros). En Europa, en 2005 se puso en marcha la llamada estrategia i2010, que se planteaba una serie de objetivos mínimos de penetración de Internet, móvil y telefonía fija. Y en España, funciona el Plan Avanza, que también dedica recursos públicos para extender el uso de las TIC.

Estos planes no son sino una reacción a los que ya hace años pusieron en marcha algunos países asiáticos. A finales de la década pasada, Japón se había adormilado en materia de comunicaciones, con conexiones telefónicas caras y líneas corporativas que no llegaban a los hogares, ofrecidas por sus gigantes como NTT DoCoMo. El Gobierno lanzó en 2000 e-Japan, que consistía fundamentalmente en sustituir las viejas conexiones de Internet basadas en el par de cobre de la línea telefónica tradicional por fibra óptica y en sólo cuatro años, Japón se convirtió en el país del mundo con mayor penetración de Internet.

"Japón es ahora mismo el único país con la infraestructura necesaria para disfrutar plenamente de las ventajas de la Red del siglo XXI. La estrategia de su Gobierno es clara, puesto que, con la industria tradicional en declive, el cambio a lo digital es inevitable y por tanto subsidia las conexiones de fibra óptica con un tercio de su coste real. Su preocupación ahora es cambiar las conexiones móviles, que tanto éxito han tenido en el país, por banda ancha residencial, con el objetivo en 2011 que todo el país esté conectado. Hoy es el país del mundo con mayor número de conexiones por fibra óptica: 13 millones de hogares frente a los 6 millones de EE UU y China", destaca Pedro Navarrete, presidente de Sony España.

Por su parte Corea, puso en marcha el plan e-Korea Vision, que le ha llevado a ocupar el segundo lugar del mundo en banda ancha. Ahora, el organismo público Korea Communications Comission y las compañías de acceso se han comprometido a invertir 17.000 millones de euros, con el fin de lograr una velocidad comercial de 1 Gbps en 2012. Para ese año, Corea también pondrá en marcha Wibro, que permitirá contar con Internet de alta velocidad en los automóviles, y ver películas de alta definición, así como información sobre el tráfico mientras se circula. En Madrid, por poner un ejemplo, hace más de 10 años que se intenta un plan de despliegue para que funcione el móvil en el metro sin éxito.

La importancia de contar con una red de banda ancha por fibra óptica -denominado FTTH o Fiber To The Home, fibra hasta el hogar- no es pueril. Las actuales redes de DSL (Línea de Abonado Digital, por sus siglas en inglés) se van quedar obsoletas en unos años ya que no pueden soportar servicios como la telemedicina, la televisión de alta definición, o las descargas masivas a gran velocidad. En España, uno de cada cinco ciudadanos cuenta con conexión a Internet, pero sólo un millón navega a velocidades superiores a 10 Mbps. La causa fundamental es que el 80% de las conexiones son por ADSL, una tecnología que adoptó Telefónica para rentabilizar la vieja red de cobre que heredó del antiguo monopolio.

Las grandes operadoras como Telefónica son conscientes de ese empuje asiático pero lo achacan a la regulación "obsesiva e intrusiva" tanto de la Comisión Europea como de los respectivos reguladores nacionales de la UE y, en el caso de España, de los autonómicos. "La regulación europea no sólo no estimula el sector, sino que genera incertidumbre, fragmenta los mercados, y no parece tenga ninguna sensibilidad ante la crisis, dejando en desventaja a las operadoras europeas. No puede ser que el nuevo marco regulatorio europeo esté todavía pendiente y, lo peor, es que cuando entre en vigor, a mediados de 2011, se habrá quedado obsoleto porque resolverá los problemas del pasado y no los del futuro", asegura Julio Linares, consejero delegado de Telefónica de España.

Según sus cálculos, la bajada de los precios del roaming (llamadas y SMS desde el extranjero) y de las tarifas de terminación de llamadas móviles (lo que se cobran las compañías entre sí por usar sus redes) forzada por Bruselas ha provocado que los operadores estén dejando de invertir 6.000 millones de euros en cinco años, ya que les habrán esquilmado 40.000 millones en ingresos.

Telefónica,Vodafone y Orange creen que esa asfixia regulatoria y recaudatoria puede peligrar el liderazgo de España en Europa de conexiones a Internet por el móvil, con 26 líneas por cada 100 habitantes, gracias a la explosión de tarjetas USB para portátiles.

En la misma línea, Jesús Banegas, presidente de la patronal de las telecomunicaciones AETIC, recuerda que el sector sirve de vaca fiscal para paliar las maltrechas arcas de las administraciones. Calcula que las operadoras están siendo gravadas con una fiscalidad extra de 1.320 millones de euros al año. Pagan, entre otras, tasas por ocupación de dominio público a los ayuntamientos, por el espacio radioeléctrico y, ahora, otra carga por el 0,9% de sus ingresos para financiar RTVE.

EE UU también se ha quedado atrás. Sólo el 6% del total de conexiones de banda ancha son de fibra frente al 48% y el 44% de Japón y Corea, aunque superior al 2% de Europa. En 1995, sólo Suecia tenía más fijos que EE UU. Ahora tanto Europa como España han batido al gigante tanto en líneas fijas como en móvil. En Europa, los ex monopolios estatales mantuvieron sus redes antiguas tras la privatización a cambio de estar sometidos a una regulación intensiva que permitiera la entrada de nuevos competidores.

Frente a este modelo, EE UU se ha basado en la idea de que el que quiera prestar servicios tiene que tender su propia red, con una regulación poco exhaustiva en los segmentos mayoristas. Sin embargo, ahora es uno de los más cuestionados, porque las empresas no han actualizado la capacidad de sus redes y la regulación no facilita la entrada de nuevos operadores. El resultado es que la velocidad media de navegación en EE UU es inferior a la europea y mucho más baja que la de Corea o Japón, y sus precios no son mucho más competitivos que en Europa. El tercer modelo es el que representan determinados países asiáticos, con Corea a la cabeza. "A finales de los ochenta principios de los noventa, los Gobiernos hicieron una apuesta por las TIC a través de la inversión directa en infraestructuras de redes nacionales y sobre todo suculentos incentivos fiscales hacia las empresas que invirtieran en redes de alta capacidad", señala Fabio del Alisal, director del departamento Internacional de la Comisión del Mercado de Telecomunicaciones.

Lo que las compañías ocultan es que, no sólo la regulación afecta al desarrollo de las comunicaciones, sino también los precios. En los países en los que conectarse a Internet o hablar por el móvil es más caro con relación a la renta de sus habitantes, los servicios se desarrollan menos, según el último informe mundial de la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT). Este organismo de Naciones Unidas elabora el Índice de Desarrollo de las TIC (IDT), que relaciona la cesta de precios de teléfono fijo, móvil y de Internet con el nivel de riqueza de un país. En la última clasificación, los primeros puestos corresponden a Suecia, Corea del Sur, Dinamarca y Países Bajos (España está en el lugar 27). Otra causa que impulsa el avance de los países emergentes es el mayor tamaño de sus empresas. Como señala Marieta del Rivero, vicepresidenta de Nokia para la cuenta global de Telefónica, en 2008, había 17 operadores móviles en EE UU para 300 millones de habitantes. En India, para más de 1.000 millones había 12 operadores mientras que en China hay sólo cuatro compañías. ¿Y en Europa? Apenas somos 490 millones y hay 170 compañías de móviles. En cuanto a los fabricantes, hace 10 años los primeros 10 se repartían el 75% del mercado. Hoy sólo cinco suponen el 90% del total. "El exceso de fragmentación no es saludable y sostenible en Europa. El tamaño genera mayor eficiencia y consecuentemente la escala es sinónimo de mejores márgenes operativos. Los operadores más eficientes son más competitivos y ganan tamaño. No sabemos quién ganará pero de forma muy evidente lo que sí sabemos es que, salvo brotes proteccionistas no previsibles, la tarta de negocio se repartirá entre un número menor de competidores", señala Del Rivero.

No hay una sino varias brechas digitales, y cualquiera puede quedarse atrás. EE UU se ha quedado con el dominio de Internet (Microsoft, Google, Yahoo, Facebook...). Si Europa deja que las telecomunicaciones -con 4.000 millones de abonados al móvil y un cuarto de la Humanidad que usa Internet- caigan en manos de los emergentes se estará perdiendo esa batalla y millones de empleos.

Asia y los países emergentes, que ya dominan la producción de equipos, están llamados a tomar el relevo también
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Asia y los países emergentes, que ya dominan la producción de equipos, están llamados a tomar el relevo también en la comunicación.AP

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Sobre la firma

Ramón Muñoz
Es periodista de la sección de Economía, especializado en Telecomunicaciones y Transporte. Ha desarrollado su carrera en varios medios como Europa Press, El Mundo y ahora EL PAÍS. Es también autor del libro 'España, destino Tercer Mundo'.

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