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"Optar por seguir vivo era lo mismo que elegir la tortura"

Polémica en Reino Unido al televisarse un suicidio asistido - Gordon Brown: "Es importante abordar el tema con sensibilidad"

"Optar por seguir vivo era lo mismo que elegir el camino de la tortura, en vez de finalizar este viaje y emprender uno nuevo". Craig Ewert, un académico jubilado de 59 años, pronunciaba esa sentencia ante las cámaras minutos antes de morir por voluntad propia, en la primera emisión de un suicidio asistido en la historia televisiva del Reino Unido. La difusión del polémico documental, anoche, coincidía con el anuncio de que la justicia británica no imputará a unos padres que ayudaron a morir a su hijo de 23 años, enfermo terminal, en la misma clínica de Zurich a la que acudió Ewert.

Ambos casos atizaron el debate sobre el derecho a una muerte digna, al tiempo que abrían interrogantes sobre la necesidad de revisar la ley que condena la práctica de la eutanasia en las islas. La polémica obligó incluso al primer ministro, Gordon Brown, a salir a la palestra. "Es importante" abordar la cuestión "con sensibilidad y sin ninguna tentación de sensacionalismo", dijo. Pero se negó a intervenir en la emisión del suicidio asistido. "Debe analizarlo el regulador de las comunicaciones una vez que el documental haya sido transmitido".

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Ewert padecía una enfermedad neurológica incurable que produce la progresiva paralización del cuerpo. Los médicos le daban entre dos y cinco años de vida. "No estoy cansado de vivir y me gustaría seguir adelante, pero lo cierto es que no puedo". Justificaba así su decisión de acudir a la organización suiza Dignitas, donde se filmó en 2006 el documental televisado por Sky Real Lives.

La grabación mostraba cómo recibe un vaso con una dosis mortal de somnífero, que ingiere con una pajita. Luego acciona con la boca un reloj contemporizador que desactiva la respiración asistida, cierra los ojos y dice: "Gracias". Fallece 45 minutos después.

La dureza de las imágenes provocó un alud de críticas contra el canal, acusado de hacer amarillismo con un tema de tal gravedad, pero su responsable, Barbara Gibbon, respondía que su objetivo pasaba por ofrecer una visión "informativa, fácilmente comprensible e instructiva sobre una cuestión que cada día afecta a más personas". Grupos contrarios a la eutanasia reaccionaron contra "esta fascinación macabra por el turismo de la muerte", crítica avalada por el director del organismo regulador de la programación, John Beyer. "Los informadores deberían ser objetivos", dijo. "De lo contrario, pueden influir en la opinión pública e inducir a otros a seguir los mismos pasos".

Al frente de los defensores de la emisión, figura la propia esposa de Ewert, Mary, convencida de que el documental ayudará a la gente a "afrontar sus temores" ante el "tabú" de la muerte. Ella misma aparece en la filmación junto al que fue su marido 37 años, apoyándole en su decisión de no pasar el resto de sus días en "una tumba viviente". En uno de los momentos de la grabación, Craig le da su último beso antes de beber el líquido, y Mary le responde: "Buen viaje. Te veré alguna vez".

Bajo la dirección del oscarizado John Zaritsky, la cinta ¿Derecho a morir? fue grabada en una clínica de Suiza, país que permite el suicidio asistido. Esa práctica está penalizada en el Reino Unido, donde se contempla una pena máxima de 14 años de prisión desde 1961. La fiscalía ha descartado, sin embargo, recurrir a esa ley para presentar cargos contra los progenitores de Daniel James, a pesar de considerar probado que le ayudaron a suicidarse en septiembre. Keir Starmer ha apoyado su primera decisión como fiscal de la Corona en el "interés general", lo que supone un gesto sin precedentes, al igual que el hecho de hacer públicos sus argumentos.

Starmer está convencido de que un tribunal hubiera descartado una condena a Mark y Julie James, o a lo sumo les hubiera impuesto una pequeña multa, porque "Daniel era un hombre muy independiente, que no fue influido por sus padres en la intención de quitarse la vida. Las pruebas indican que lo hizo a pesar de sus padres". El jugador de rugby, paralizado tras un lance en un partido, comunicó a la clínica suiza en febrero su deseo de morir: "No ha pasado un día en el que no desee que sea el último". Sus progenitores intentaron disuadirle, pero su firmeza les condujo a organizar el viaje a Suiza y a acompañarle en sus últimos momentos.

Craig Ewert, de 59 años, padecía una enfermedad degenerativa que le obligaba a vivir postrado en la cama.
Craig Ewert, de 59 años, padecía una enfermedad degenerativa que le obligaba a vivir postrado en la cama.AP
El documental coincide con la decisión de la justicia de no perseguir a unos padres que ayudaron a morir a su hijo enfermo terminalVídeo: CNN+

Ewert se confiesa

- "Estoy cansado de la enfermedad, pero no cansado de vivir. Aún amo la vida lo suficiente y me gustaría seguir adelante, pero lo cierto es que no puedo".

- "No quiero pasar el resto de mis días en una tumba viviente".

- Craig Ewert, de 59 años, no eligió un grandilocuente epitafio. Su despedida de Mary, su esposa durante 37 años, fue así de sencilla.

Mary. ¿Puedo besarte?

Craig. Por supuesto.

M. Te quiero.

C. ¡Te quiero tanto, cielo!

M. Que tengas un buen viaje. Te veré alguna vez.

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