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Reportaje:Beatificación de víctimas de la Guerra Civil

Orgullo religioso y patriótico

Unos 50.000 españoles festejan en la plaza de San Pedro las beatificaciones

Una eclosión de orgullo patriótico y religioso fue lo que se vivió ayer en la plaza de San Pedro. Alrededor de 50.000 personas, según estimaciones no oficiales, rezaron, cantaron, agitaron banderas, no todas constitucionales, y gritaron vivas a España y a las 498 víctimas de la Guerra Civil que fueron ayer beatificadas. El 99% de los congregados eran peregrinos españoles llegados a Roma para la ceremonia.

Las más animadas eran, sin duda, las niñas del colegio Everest de Madrid, que voceaban: "Viva España". Antes de la celebración entablaron con otro grupo el clásico diálogo cantado a voz en grito: "Hola don Pepito, hola don José". De su sector emergía el mayor número de banderas por metro cuadrado de la plaza.

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Muy entusiastas y muy jóvenes se mostraron también los miembros barceloneses del movimiento Schola Cordis Iesu (Escuela Corazón de Jesús), que aseguraron estar en Roma "porque hay que apoyar a la Iglesia católica". "Hay algunos hechos de la historia de España que se han tapado y que hay que esclarecer", aseguraban Luis y Pedro, de 22 y 23 años respectivamente.

Dos horas antes de que comenzara la ceremonia, la cola para entrar a la plaza de San Pedro ya había adquirido dimensiones inabarcables, cuatro metros de ancho y varios cientos de largo. Y la cola de mujeres, notoria mayoría entre los congregados, ante los servicios alcanzaba ya los 50 metros cuando los religiosos en el estrado empezaran a leer testimonios y cartas de los mártires, a modo de prólogo.

La plaza de San Pedro hablaba ayer español, pero también vasco, catalán y gallego, lenguas en las que fueron leídas algunas "oraciones de los fieles", para disgusto de un grupo de mujeres de Toledo. "La ceremonia era en español y esa parte no la hemos entendido", protestó Isabel. De las oraciones en inglés y francés no se quejaron, traducidas como las otras al castellano en el libro de oración repartido a los presentes. Tampoco les pareció mal que el papa Benedicto XVI hablase en alemán, esloveno y polaco.

Pero el español hablado ayer en la plaza tenía en un sector acento cubano: el de Miguel Ángel Fernández, paisano del mártir agustino José López Piteira, nacido en Jatibonico, Cuba. También tenía acento catalán: el de la familia del mártir Anastasio María Dorca, carmelita natural de Tárrega (Lérida) muerto junto a sus compañeros de Olot (Girona) un día en que el encargado de oficiar la novena del Carmen se puso enfermo y Anastasio fue a sustituirlo. Allí le encontró, el 28 de julio de 1936, la guerra fratricida y el camino a la beatificación. Un total de 15 familiares ondeaban una pancarta que decía: "Por una España católica murieron gritando viva Cristo Rey".

Gran satisfacción se respiraba al término de la ceremonia, particularmente por las palabras que el Papa dirigió a los españoles en la oración del Angelus. Los más felices, sin embargo, parecían tres monjes franciscanos brasileños vestidos con ásperos hábitos y calzados con chanclas hawaianas. "Estamos felices porque vinimos a Roma sin saber que había beatificaciones y la providencia divina ha querido que nos encontrásemos con esta ceremonia bellísima", canturreaba en portuñol un gozoso fray Eliseo, de 25 años, mientras se rascaba la tonsura.

Peregrinos españoles en la ceremonia de beatificación en la vaticana plaza de San Pedro.
Peregrinos españoles en la ceremonia de beatificación en la vaticana plaza de San Pedro.gorka lejarcegi

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