Política y Pandemia
Hace más de tres meses que estamos pendientes del virus A (H1N1). Conocemos la distribución de casos por edades; que afecta fundamentalmente a niños y adultos, lo que ha llevado a pensar que el virus presenta cierta inmunidad cruzada a virus que causaron alguna de las pandemias del siglo XX; conocemos su co-morbilidad asociada a embarazo, obesidad, enfermedades hematológicas o asma. La OMS y el Centro de Control y Prevención de Enfermedades de la UE han alertado a todos los países del hemisferio Norte de que nos preparemos para una segunda oleada del virus, y que un tercio de la población se podría ver afectada. Hasta ahora ha habido más de 2.000 fallecidos, 21 en nuestro país. Y este balance, desgraciadamente, no va a ser mejor. A ello hay que añadir que todavía hay muchas incertidumbres.
Ha llegado el momento de que España ponga en marcha todas las medidas necesarias para que el impacto de la pandemia sea el menor posible. España, su Gobierno, tiene que tomar decisiones basadas en la mejor evidencia clínica, epidemiológica y farmacéutica. La UE ha dejado muy claro a los Estados que son ellos los que tienen el mandato la responsabilidad de una estrategia de vacunación. Para empezar, hay que saber que no es lo mismo grupos prioritarios —los que se tienen que vacunar en primer lugar—, que los grupos vulnerables y de riesgo. Como también hay que saber que la definición de servicios esenciales puede ser más restrictiva o menos. Por tanto, de lo que ha informado la UE es de cuáles son los grupos de primera prioridad, pero, en ningún caso, de los de riesgo, los vulnerables, ni de los servicios esenciales.
Las decisiones que quedan por tomar tienen que adoptarse desde la unidad de criterio, basada en la evidencia científica. Poca política y mucha ciencia. Criterios únicos, comunes y compartidos. ¿En qué? En todo: en el calendario vacunal, en un plan logístico de distribución de vacunas de manera que se asegure una distribución equitativa; en los protocolos y prescripción de antivirales; en los protocolos clínicos, con especial atención a la pediatría y las UCI; en la preparación de los servicios sanitarios; en los protocolos para escuelas y guarderías; en la actuación de los servicios esenciales y en la información a la población, de manera transparente, accesible y sin alarmar.
Ante un problema sanitario de esta envergadura, nadie podría entender que no haya unidad, responsabilidad y lealtad institucional.
Ana Pastor es coordinadora de Participación Social del Partido Popular[/PIEPAG].
