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Reportaje:Vida & Artes

Segregar por sexo no es ciencia, es prejuicio

Un estudio en 'Science' asegura que la separación de los niños y las niñas en las aulas alimenta estereotipos y afianza el sexismo - Los partidarios insisten en que el rendimiento escolar es mayor

Pablo Linde

Los colegios segregados por sexos parecían un reducto de la educación católica más conservadora hasta hace apenas una década. Comenzaron desde entonces a extenderse en varios países en distintas modalidades: separación total o solo en algunas materias, durante toda la instrucción académica o restringida a algunos ciclos. En Estados Unidos, por ejemplo, había media docena de centros públicos que seguían ese modelo en 2003, más de 300 un lustro después y alrededor de medio millar hoy, avalados por una supuesta mejora de los resultados académicos para ambos sexos si se estudia por separado. Pero estas teorías sufrieron un buen golpe la semana pasada, con la publicación en la prestigiosa revista Science del artículo La seudociencia de la escolarización por sexos, que asegura que los datos de mejoras académicas no son sólidos, que las diferencias cerebrales entre sexos no justifican una educación dual y que lo único que consigue es aumentar el sexismo y solidificar los estereotipos.

El proyecto para prohibir conciertos a colegios separados no se aprobará
Las clases tienen que ser mixtas, como la vida, según la investigación
Los defensores de la segregación defienden la bondad de su modelo
"Los niños están presionados por la presencia del sexo contrario"
En Estados Unidos los centros diferenciados se han multiplicado
La mayoría de los 67 concertados que segregan en España son católicos

El nuevo estudio trae rigor científico a una extensa historia de investigaciones sobre ambas teorías, a favor y en contra de la segregación, que se publican ininterrumpidamente para acreditar sus postulados. Los primeros aseguran que hay evidencias científicas de la mejora del rendimiento en colegios segregados. Los que apoyan la coeducación, afirman que esos datos que se esgrimen están viciados y los resultados, condicionados, por tratarse, por regla general, de centros de élite y no porque la diferenciación entre sexos sea beneficiosa de por sí.

Eduardo López López, de la Universidad Complutense de Madrid, publicó el año pasado una revisión de todos estos estudios en la que concluía que, aunque la escolarización single sex "es una opción estadísticamente más valiosa que la coeducativa, en particular bajo ciertas circunstancias -concretamente para las chicas y en especial si proceden de minorías desfavorecidas-". "Si se tiene en mente el rendimiento, puede afirmarse que ninguna de las opciones resulta ser superior". En general, viene a decir, el beneficio de la educación segregada solo parece haber tenido efecto en circunstancias muy concretas, ciertas clases sociales, etnias, en algunas materias, determinados momentos evolutivos y escolares y en ciertas épocas. "Por ello, es preciso seguir investigando", concluye.

Este artículo, publicado en la Revista Educación XXI de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), todavía no incluía las conclusiones a las que llegaron los autores de la investigación de Science, a quienes los defensores de la escuela diferenciada quitan credibilidad por pertenecer todos ellos a una asociación en defensa de la coeducación.

María Calvo Charro, profesora de la Universidad Carlos III y presidenta de la Asociación Europea de Centros de Educación Diferenciada (EASSE) se sorprende de que el artículo tache de seudocientíficos los estudios en los que se basa la administración de Obama, que ha promovido este tipo de escuelas. "La práctica, lo que estoy viendo allí a diario es el éxito académico. Y no de niños pijos de colegios privados, sino de color, de Harlem, condenados al fracaso escolar. Muchos son el único miembro de la familia que se escolariza, casi todos tienen algún pariente en la cárcel", relata. Pone el ejemplo del Urban Prep Charter Academy for Young Men de Chicago, donde "la mayoría de los alumnos consiguieron llegar a universidades de prestigio con becas". Este caso también es mencionado en el estudio de Science. Asegura que realmente no hay muchas diferencias si se compara con casos similares y equipara el éxito de algunas escuelas diferenciadas en barrios marginales de Estados Unidos a la implantación de una nueva medicina o de un nuevo método de trabajo en una fábrica: "Normalmente hay buenos resultados a corto plazo por la motivación extra de la novedad".

En España, sin embargo, el panorama es muy distinto. Las escuelas segregadas públicas no existen y la grandísima mayoría de los 150 privados o concertados que hay están vinculados a la Iglesia católica. Las razones de sus defensores, sin embargo, huyen del motivo religioso. Se apoyan en las diferencias cognitivas entre niños y niñas, la de madurez de unos y otras y la ventaja que, dicen, supone para ellos estudiar sin la presión del sexo opuesto. "Es mucho más fácil explicar a un grupo homogéneo y diferenciado. El niño se siente mucho más tranquilo que en clases mixtas, donde está más pendiente de gustar al de al lado que de atender lo que les dice el profesor", explica Calvo Charro.

El Gobierno se aleja de estas teorías y apuesta por la coeducación. El Consejo de Ministros del pasado 7 de enero tuvo sobre la mesa el anteproyecto de Ley de Igualdad de Trato y no Discriminación. El texto prohibía explícitamente que las escuelas que separan reciban dinero público. En España hay 67 centros segregados concertados que, de haber sido aprobada definitivamente esta norma, tendrían que suspender el concierto. La redacción no dejaba lugar a dudas: "En ningún caso los centros educativos que excluyan del ingreso en los mismos a grupos o personas individuales por razón de alguna de las causas establecidas en esta ley podrán acogerse a cualquier forma de financiación pública". Una de las causas era el sexo. Pero el adelanto de los comicios no ha dejado tiempo para aprobar la ley y, según las previsiones electorales, parece poco probable que pueda llegar a convertirse en una realidad. Aunque las comunidades autónomas podrían decidir si seguir con las subvenciones, tan solo Cantabria las eliminó.

Los centros diferenciados que disfrutaban de concierto respiran aliviados y los padres que tenían allí escolarizados a sus hijos, también. "La gente piensa que allí los alumnos son de clase alta y van con el rosario colgando. Yo recomiendo que vayan y verán que hay muchos inmigrantes, laicos, porque son colegios concertados donde debe entrar quien pide plaza y cumple requistos. Es gente que lo necesita y no tiene dinero para pagar un privado", afirma Calvo Charro, quien asegura haber visto "a padres llorar porque les iban a quitar el concierto e iban a tener que volver al colegio público donde su hija tuvo problemas enormes o su hijo, fracaso escolar".

Los detractores de este sistema, por el contrario, argumentan que el colegio, debe ser igual que la vida: mixto. Una de las mayores estudiosas de la coeducación en España es María José Díaz-Aguado, catedrática de Psicología Educativa de la Universidad Complutense y experta en temas de igualdad y convivencia. Plantea que la escuela diversa, "la que representa el tipo de mundo donde los niños van a vivir", "es el mejor contexto educativo". "Está claro que en contextos heterogéneos de cultura, de religión, de género, hay más conflictos, porque la diversidad implica más conflictos. En un marco adecuado, lo que tienen que aprender los niños es a resolverlos. Cuando nuestra sociedad optó por la coeducación lo hizo, sobre todo, porque entendió que para construir la igualdad entre hombres y mujeres era preciso superar la tradicional segregación por espacios y actividades que lleva a reproducir el sexismo. No se ha considerado necesario demostrar los beneficios de la coeducación, que tienen que ver con unos valores de igualdad, de tolerancia, de superación del sexismo, que forman parte de nuestra identidad democrática". De todas formas, la revisión de investigaciones realizada por ella llega a muy parecidas conclusiones que el artículo de Science.

En un estudio que publicó este mismo año en la revista Psicothema concluye que ni siquiera en los resultados académicos, el supuesto punto fuerte de la educación diferenciada, hay suficientes investigaciones que demuestren una mejora con respecto a la mixta. "Es el tema más analizado en este tipo de estudios. El 53% de los que miden efectos a corto plazo concluyen que no hay diferencias significativas, frente al 35% de los que encuentran ventajas a la educación diferenciada, y el 2% a la mixta. A largo plazo, el 75% de los estudios no encuentran diferencias entre los dos tipos de escuela, detalla en el artículo.

Más allá de los resultados académicos, la corriente que defiende la separación aboga también por dar más oportunidades a niños y niñas, a que elijan una carrera profesional sin estar presionados por los roles que tradicionalmente se les asignan a unos y a otras. Según relata Carlos Lomas, catedrático de Lengua y Literatura e investigador sobre asuntos de igualdad, hay educadoras vinculadas al feminismo de la diferencia (anglosajonas, escandinavas, francesas, italianas...) que han argumentado que la segregación de las niñas y de las adolescentes en escuelas femeninas fomenta su autoestima, afirma su identidad femenina y mejora sus habilidades. "Sin embargo, en España la educación segregada tiene otra orientación ideológica al ubicarse en instituciones escolares vinculadas a las tendencias más conservadoras del catolicismo como, por ejemplo, en los colegios del Opus Dei", sostiene.

Teresa Martínez es directora de La Vall, un colegio femenino del Opus en Bellaterra (Barcelona). Para defender la educación diferenciada, ni siquiera menciona el hecho religioso. Pío XI en su Encíclica Papal de 1930 aseguró que "la escuela mixta promueve la promiscuidad y la igualdad". Sin embargo, Martínez obvia este germen de la escuela segregada e incide en mejores oportunidades para las niñas. "Los datos de las escuelas diferenciadas muestran que las chicas optan a ciencias y tecnologías en un grado muy superior a la media de España. Cuando hay un entorno sin presión de grupo, donde piensa que el otro sexo tiene unos estereotipos, hay más libertad a la hora de escoger áreas de conocimiento que suelen estar vinculados a hombres o mujeres", asegura.

Para explicar el práctico monopolio de la Iglesia en la educación separada, recurre a la Transición. "Hubo una necesidad clara de despegarse del pasado franquista y de los modelos que en aquel momento había. Se optó por la coeducación para fomentar la igualdad de oportunidades. Fue un avance, nos alejábamos de aquel entorno escolar segregado en el que a las chicas se les enseñaba a cuidar de hijos y a los hombres a dominar el mundo. El primer paso después de la Transición fue optar por la manera mixta, sin mucha metodología, de manera ideológica", asegura.

En opinión de Díaz-Aguado, sin embargo, la construcción de la igualdad exige avanzar más en la coeducación: "Sus objetivos no se producen automáticamente. Hay que promover tareas educativas que hagan realidad sus objetivos. Estamos en el camino".

El 75% de los estudios no encuentra diferencias a largo plazo entre las dos escuelas.
El 75% de los estudios no encuentra diferencias a largo plazo entre las dos escuelas.GETTY IMAGES

La escuela no solo enseña, también socializa

Los resultados académicos, aunque puestos en entredicho por algunos estudios, son el principal argumento de los defensores de la escuela diferenciada. Pero, ¿la educación solo son resultados académicos? Tanto la investigación publicada la semana pasada en Science bajo el título La seudociencia de la escolarización por sexos como muchos estudiosos coinciden en que un entorno separado no favorece que los niños interioricen ideas de igualdad entre sexos.

Marina Subirats, socióloga y catedrática emérita de la Universidad Autónoma de Barcelona asegura que la segregación por sexos supone una visión más sexista del mundo. "Educar separadamente solo tiene sentido si se parte de la idea de que cada sexo ha de tener una distinta función social, y, por lo tanto, de que mujeres y hombres no deben gozar de las mismas posibilidades", asegura. Tampoco cree que la socialización de los niños sea la más adecuada. "Creo que, cada vez más, hombres y mujeres deben ser libres para adoptar todo tipo de papeles en la vida según sus aptitudes y gustos, y una educación separada lo que hace es fomentar los viejos estereotipos de la división sexual tradicional, que hoy no tiene sentido en nuestra sociedad. Hombres y mujeres estamos llamados a compartir la vida, y para ello es mucho mejor una educación conjunta, que permita que se conozcan desde siempre, y más ahora que en muchas familias hay un solo hijo o hija y que ni siquiera tiene la oportunidad de tratar con hermanos o hermanas de otro sexo".

El punto de vista de quienes defienden la educación diferenciada es muy distinto y creen que la socialización no es el principal asunto de la escuela. "La gran educación tiene que estar en la familia. El primer sitio de educación es la familia. Los niños tienen que encontrar allí el respeto a los sexos en sus padres. Si resuelven conflictos y colaboran, el niño lo ve y lo aprende", sostiene María Calvo Charro, presidenta de la Asociación Europea de Centros de Educación Diferenciada. También niega que se perpetúen los roles con un ejemplo concreto, una experiencia piloto para organizar una obra de teatro: "En el aula mixta se repartieron los papeles según sexos. Las niñas cosían y preparaban los trajes, mientras los niños se encargaron de la electricidad, el sonido. En un aula de un mismo sexo, las niñas tienen que hacer todo. No hay otra posibilidad". Teresa Martínez, presidenta de la sección catalana de esta asociación, añade: "Trabajamos convencidos de que hay ventajas, los temas de socialización están cubiertos en el tiempo libre, las vacaciones, fines de semana. Reivindicamos que a la escuela van a formarse, a aprender".

El estudio de la publicación Science señala que esta separación por sexos equivale a segregar por raza o procedencia y no hace más que aumentar los prejuicios existentes y la inequidad.

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Sobre la firma

Pablo Linde
Escribe en EL PAÍS desde 2007 y está especializado en temas sanitarios y de salud. Ha cubierto la pandemia del coronavirus, escrito dos libros y ganado algunos premios en su área. Antes se dedicó varios años al periodismo local en Andalucía.
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