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Entrevista:JÉRÔME SOBEL | Presidente en Suiza de Derecho a Morir Dignamente

"Sólo Madeleine podía conocer su sufrimiento"

El médico y cirujano Jérôme Sobel preside desde 1982 EXIT (Asociación por el Derecho a Morir Dignamente, DMD) de Suiza. Bajo su mandato, esta asociación ha logrado la regularización y aceptación social de la asistencia al suicidio. La muerte entre grandes sufrimientos de un familiar cercano llevó a Sobel a "reflexionar seriamente sobre la cuestión del fin de la vida".

Pregunta. El caso de Madeleine, la mujer con esclerosis que se quitó la vida el 12 de enero, ha sacudido a la opinión pública española. ¿Qué opina usted?

Respuesta. Admiro mucho a los voluntarios de DMD que acompañaron a Madeleine. Aunque no le hayan proporcionado directamente la poción, como hacemos en Suiza, han asumido un gran riesgo y un enorme compromiso en nombre de la libertad individual, la solidaridad y la compasión. Entiendo que Madeleine tenía pleno discernimiento y lucidez. Ella misma consiguió los componentes de la poción gracias a la Guía de Autoliberación de DMD. Eso es prueba irrefutable de su determinación y su clara voluntad.

"Poniendo una querella, los familiares traicionan la voluntad de sus allegados cuando éstos ya no pueden defenderse"
"Ojalá España logre crear un marco que permita, con el control del Estado y los jueces, ayudar a la gente necesitada"

P. ¿La situación de Madeleine hubiera sido distinta en Suiza?

R. Sin duda, la hubiéramos ayudado, pues sólo ella podía conocer su sufrimiento y tomar decisiones. Su vida no pertenecía a nadie más que a ella misma.

P. ¿Cómo se relaciona EXIT con los allegados del paciente?

R. Intentamos conocer a sus familiares y amigos. Ellos pueden hacer preguntas y aclarar sus dudas. Es la situación ideal pues facilita el duelo y permite que el paciente se vaya en paz, rodeado del amor de los suyos. Pero lo primordial es el deseo del paciente, pues es la única persona que puede tomar la decisión final.

P. ¿Han tenido demandas judiciales tras una asistencia?

R. Nunca nadie intentó un proceso contra nosotros pues en Suiza no tendría base legal. Poniendo una querella, los familiares traicionan la voluntad de sus allegados cuando éstos ya no pueden defenderse.

P. ¿Cómo es su relación con la fe religiosa y las creencias?

R. A los creyentes me gustaría decirles que en el suicidio asistido hay espacio para la religiosidad, la fe y la espiritualidad profunda. Quisiera contar una anécdota. Una mujer deseaba que su sacerdote le acompañase. Él leyó salmos que gustaban a la anciana y, llegado el momento de la autoliberación, le dijo: "No te juzgo. Sólo te deseo que la Luz ilumine el Valle de la Muerte que vas a atravesar". Al oírlo, completamente serena, ingirió el comprimido y partió en paz.

P. En otros casos similares al de Madeleine los jueces no han llevado las diligencias hasta sus últimas consecuencias. ¿Por qué?

R. Eso quiere decir que los jueces son capaces de reflexión. Algunos ven que la sociedad ha evolucionado y entienden la realidad actual. Pero, a partir de un punto, corresponde a los políticos dar el próximo paso.

P. ¿La sociedad civil está más madura que los políticos?

R. Sin duda. La clase política tiene miedo y está influenciada por las instituciones religiosas. Ellas se mueven con ideas antiguas y superadas y hacen todo lo posible por bloquear los avances. A veces me sorprende la tolerancia que la sociedad europea muestra hacia los matrimonios homosexuales, y que no tengamos el coraje de regular el fin de la vida, que es algo que nos afectará absolutamente a todos tarde o temprano.

P. Tras la muerte de Madeleine, el PP reiteró su "oposición a la eutanasia". ¿Seguimos confundiendo los términos?

R. Es increíble que se siga manipulando a la opinión pública agitando el fantasma de la eutanasia. Parece que no se quiere entender la enorme diferencia que hay entre eutanasia y asistencia al suicidio. En este último caso, sólo el paciente puede dar el último paso para cumplir con su voluntad.

P. ¿Cuál es el índice de aceptación de EXIT en su país?

R. El 87 % de la sociedad suiza acepta la posibilidad de la asistencia al suicidio, según una encuesta del periódico 24 Heures. En 2006 hemos recibido 194 demandas y se llevaron a cabo 65.

P. ¿Cómo ve la situación europea en relación con el suicidio asistido?

R. Considero que la sociedad europea está cambiando. Aunque ahora la situación de la UE puede complicarse con la entrada de los nuevos miembros, en particular con la muy católica Polonia. Creo que Francia e Italia quieren cambios. Pero pienso que, hoy por hoy, el país que tiene más posibilidades de dar grandes sorpresas es España. Las poblaciones están pidiendo apertura y los gobiernos se verán obligados a cambiar.

P. ¿Cuáles son los motivos que llevan aún a mucha gente a rechazar la asistencia al suicidio?

R. Básicamente, son personas que tienen una visión religiosa del mundo fundamentalista y dogmática. Personalmente, considero a Dios como mi mejor amigo. Él me ha dado la vida, pero también el sentido de la libertad y la responsabilidad.

P. Películas como Mar Adentro o Exit: el derecho a morir están haciendo mucho por la causa. ¿Qué más es necesario?

R. Ramón Sampedro ha creado un terremoto de consecuencias imprevisibles. Su caso ha logrado concienciar a toda Europa sobre este drama. A menudo, hacen falta situaciones emocionalmente fuertes que ayuden a la gente a cambiar las mentalidades. Ojalá España logre crear un nuevo marco normativo que permita, con el control del Estado y los jueces, ayudar a la gente necesitada, respetando así su libertad y su autonomía.

P. ¿Qué espera del futuro próximo?

R. Mi sueño es que lleguemos a incluir el fin de la vida en los planes de estudio de las facultades de medicina. Quisiera que los médicos de familia se ocupen de los casos terminales. Que los problemas prácticos y éticos del suicidio asistido sean asignaturas de la carrera de medicina. Y que EXIT desaparezca pronto porque la asistencia al suicidio esté legalizada y aceptada social y políticamente. También deseo la despenalización de la eutanasia activa en casos excepcionales. La sociedad no tiene nada que temer, porque un cambio de la legislación vigente no obligará a nadie a hacer lo que no desee. Sólo crea un espacio de libertad que permitirá partir con dignidad a los que así lo deseen. No hay razón alguna para el miedo pues vamos a poder enfrentar el fin de la vida en la serenidad y la paz. No tener más miedo será una inmensa victoria. Todos vamos a ganar con ello.

Jérôme Sobel, presidente de la asociación suiza Derecho a Morir Dignamente (EXIT).
Jérôme Sobel, presidente de la asociación suiza Derecho a Morir Dignamente (EXIT).R. C.

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