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Tensiones en el Vaticano con Berlusconi al fondo

La Santa Sede denuncia una "campaña difamatoria"

Ruido de sables y chorros de veneno en el Vaticano. La guerra por el poder que asola a la Iglesia romana desde hace meses ha llegado al punto más álgido. El choque entre los seguidores del cardenal ultraconservador Camillo Ruini, aliado de Silvio Berlusconi, y el ala de la jerarquía partidaria de la no injerencia política es cada vez más cruento y notorio. La secretaría de Estado Vaticana, que dirige el cardenal Tarcisio Bertone, fiel número dos de Benedicto XVI, ha emitido una nota en la que afirma que hay en curso "una campaña difamatoria contra la Santa Sede que implica al mismo Pontífice y al secretario de Estado".

La nota desmiente las reconstrucciones de prensa que sostienen que fue el director de L'Osservatore Romano, Giovanni Maria Vian, quien conspiró contra Dino Boffo, ex director de Avvenire, que salió del diario de la Conferencia Episcopal Italiana (CEI) en septiembre tras ser atacado por Il Giornale, el periódico de la familia Berlusconi, a causa de su supuesta homosexualidad.

El Papa discrepa de los partidarios de aproximarse al Gobierno italiano

La sala de prensa vaticana afirma en la nota oficial que "es falso que la velina [nota secreta] contra el ex director Boffo saliese de L'Osservatore Romano", como se ha publicado estos días, y añade: "El Papa, que siempre ha estado informado, deplora estos ataques injustos e injuriosos, renueva su plena confianza en sus colaboradores, y reza para que quien se preocupa verdaderamente por el bien de la Iglesia actúe con todas sus fuerzas para garantizar la verdad y la justicia".

La causa del enfrentamiento es, básicamente, ideológica. Y tiene al Gobierno Berlusconi como objetivo. "Se trata de una revuelta de Camillo Ruini y los partidarios del concubinato político con Berlusconi y su número dos, el beato Gianni Letta", explica el vaticanista Giancarlo Zizola.

"Son los cardenales y obispos nombrados por Ruini en su día. Están dispuestos a hacer carrera", como señaló el Papa el viernes pasado en un discurso, "aunque ello suponga hacer la vista gorda ante el despliegue de libertinaje sexual o moral del primer ministro y pactar con el poder para obtener leyes favorables y ventajas económicas o personales".

Al otro lado de la trinchera se sitúan los jerarcas de la Curia que, en sintonía con la línea del Papa y de Bertone, piensan que la Iglesia debe estar presente en el debate social, sin callarse las verdades pero sin rebajarse a pactos que supongan limitar su independencia.

La batalla empezó a ser pública el pasado otoño, cuando Il Giornale destapó, basándose en un anónimo llegado a su redacción, que el director de Avvenire, Dino Boffo, tenía antecedentes judiciales por acoso telefónico a una mujer que sería en realidad la esposa del hombre que era su amante secreto.

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