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El Vaticano reprende la excomunión de la madre de la niña violada

El presidente de la Academia Pontificia para la Vida, Rino Fisichella, criticó ayer desde el periódico de la Santa Sede al arzobispo brasileño José Cardoso Sobrinho, que excomulgó a la madre y a los médicos que practicaron el aborto a una niña de nueve años embarazada de gemelos tras ser violada por su padrastro.

En un artículo publicado en L'Osservatore Romano, Fisichella critica la postura de Cardoso y defiende a los médicos. "Son otros los que merecen la excomunión y nuestro perdón, no los que te han permitido vivir y que te ayudaron a recuperar la esperanza y la confianza", escribe dirigiéndose a la niña. Según el arzobispo italiano, el padrastro que violó a la niña es quien debería haber sido excomulgado. La niña, escribe, "debía ser en primer lugar defendida", y "antes de pensar en la excomunión era necesario y urgente salvaguardar su vida inocente y devolverla a un nivel de humanidad de la cual, nosotros, hombres de la Iglesia, debemos ser expertos protectores y maestros".

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En todo caso, Fisichella justifica el mecanismo de la excomunión en caso de aborto, y centra sus críticas en la postura del arzobispo. "El aborto no espontáneo siempre ha sido y continua siendo condenado a la excomunión, que es automática. No era necesaria, a nuestro juicio, tanta urgencia en dar publicidad a un hecho que se da de manera automática".

Credibilidad

La noticia llegó a los periódicos "sólo porque el arzobispo de Olinda y Recife se movió apresuradamente para declarar la excomunión", dice Fisichella, que añade que, con el enfrentamiento entre el Gobierno brasileño y la Iglesia católica, "se ha resentido la credibilidad de nuestra enseñanza, que a muchos les ha parecido insensible, incomprensible y privada de misericordia".

Giovanni Battista Re, estrecho colaborador del papa Benedicto XVI y presidente de la Comisión Pontificia para América Latina, declaró a La Stampa que "el verdadero problema es que los gemelos concebidos eran personas inocentes, que tenían el derecho innegable a la vida".

El presidente Lula se unió a las protestas: "Lamento que un obispo de la Iglesia católica tenga un pensamiento tan conservador como éste". Pero Sobrinho no cedió: "No me arrepiento (...). Es mi deber alertar el pueblo, para que tengan temor a las leyes de Dios".

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