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Vidas rotas

Envenenamientos, electrocuciones, disparos y traumatismos. Son algunas de las causas por las que ingresan animales en centros de recuperación

El día comienza en Brinzal, Centro de Recuperación de Rapaces Nocturnas, en la Casa de Campo de Madrid, a las ocho de la mañana. Hay que dar de comer a las crías de lechuza, al chotacabras (tipo de golondrina nocturna), y medicar a los enfermos en la UCI. También hay tiempo para un rato de descanso y un café, pero los animales siguen presentes en la conversación del personal del centro.

Poco después de las diez de la mañana se retoma la vertiginosa jornada de trabajo. Hay que curar el ombligo de un pollo de lechuza, controlar los parásitos internos de varias crías, revisar los huevos en la incubadora y observar a las rapaces nocturnas del área de rehabilitación. Allí está Carlitos, un búho real de cinco años que ingresó en el centro hace un mes. Estaba con sus crías cuando le hirieron en un ala por un disparo. Sus cuidadores están preocupados porque ahora está deprimido y los animales adultos, como él, son más difíciles de recuperar para la naturaleza.

Las heridas del cuerpo son difíciles de curar, pero las del alma son aún más complicadas de borrar. Raúl Alonso, coordinador de Brinzal, lo sabe y se emociona al recordar el caso del animal que más le ha impactado. Se trata de Benito, un búho chico que llegó destrozado porque vivió mucho tiempo confinado en una caja oscura. Sus fotos muestran a un animal de mirada desquiciada, con las plumas disparadas en todas direcciones y garras deformes.

Raúl explica que se recuperó bastante bien físicamente, pero se volvió muy agresivo con las personas. Sin embargo, acabó siendo un padre adoptivo estupendo. Ayudó a muchas crías huérfanas a salir adelante y recuperar su libertad. Este papel de nodrizas lo cumplen, con dedicación ejemplar, muchos animales que ya no pueden volver a la naturaleza.

El número de centros de recuperación de fauna salvaje y silvestre ha aumentado considerablemente en España en los últimos años y actualmente hay 66. Cataluña es la comunidad autónoma que cuenta con mayor número. Muchos están financiados por la Administración autonómica correspondiente, y la gestión la suele hacer una entidad privada, que normalmente es una ONG.

0Mascotas exóticas

Raúl Alonso, de Brinzal, cree que algunos centros solo cubren el expediente. "Hay garitos donde un señor con una bata blanca cura a los animales y los suelta sin preocuparse por si se van a adaptar y sobrevivir en la naturaleza", explica. Para Alonso, el buen funcionamiento no depende únicamente del presupuesto, sino de poner cariño e interés por los animales.

Jordi Ruiz es responsable de cuatro centros catalanes de recuperación de fauna, que dependen del Departamento de Medio Ambiente de la Generalitat, y apunta que dos de cada tres animales que ingresan se reintroducen con éxito en su medio natural. Muchos de ellos provienen de capturas ilegales. Ruiz afirma que uno de los grandes enemigos del equilibrio de nuestros ecosistemas es la introducción de "especies invasoras", en gran parte provenientes de la tenencia de mascotas exóticas. En todos los centros de recuperación españoles han acogido ocasionalmente a mapaches, iguanas, primates o serpientes como la pitón.

Los centros de recuperación de fauna no solo curan a los animales y les devuelven la libertad, sino que también dedican esfuerzo y tiempo a educar, sobre todo a los más pequeños, para que sean responsables con el medio ambiente. José España, conservador de la Cañada Real en El Escorial (Madrid), explica que "la conciencia social hay que regarla para que, en unos 20 años, se noten los resultados". Esto es lo que hacen en su centro, donde residen animales de fauna autóctona como lobos, jabalíes, búhos reales, buitres o corzos. Al año reciben muchas visitas de escolares. Les explican por qué están los animales ahí y qué hay que hacer para evitar que se les rompa la vida. Y es que, como asegura José España, se trata de una labor que necesita del compromiso de todos.

Animal en apuros

- Asegurarnos de que necesita ayuda. Es decir, si está herido, debilitado o en peligro. Si no es así, es mejor no cogerle, porque podría tratarse de una cría que está al cuidado de sus progenitores.

- Cuando lo recojamos, llevarlo lo antes posible a un centro de recuperación. Podemos pedir información en el número 062 del Seprona.

- No alimentarlo ni darle de beber.

- Procurar manipularlo lo menos posible.

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