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Reportaje:

Vuelve Lamarck

Los científicos han hecho grandes progresos en la comprensión del modo en que los antibióticos generan resistencias bacterianas. Curiosamente, un campo de estudio con aplicaciones médicas tan directas como éste ha recuperado para la ciencia actual un debate decimonónico de la más rancia biología evolutiva. En cierto sentido, las bacterias han restaurado el buen nombre de Lamarck, cuya teoría de que los caracteres adquiridos durante la vida podían heredarse había quedado sepultada bajo el peso de los argumentos de Darwin.Hasta ahora, la explicación de las resistencias seguía un darwinismo ortodoxo: entre los millones de bacterias que contiene cualquier milímetro de piel o mililitro de sangre, unas pocas -tal vez sólo una en mil millones- son ya resistentes a los antibióticos. Si la persona toma un antibiótico, muere la inmensa mayoría de las bacterias, y sólo sobreviven las rarísimas resistentes. Una vez aniquilada la competencia, las bacterias resistentes proliferan sin impedimentos. El antibiótico, por tanto, no vuelve resistentes a las bacterias, sino que se limita a seleccionar a las que ya lo eran.

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Graves negligencias en el uso de antibióticos

Pero, tal y como señala Jesús Blázquez, microbiólogo del hospital Ramón y Cajal de Madrid, el darwinismo funciona con los antibióticos, pero también hay que hacer un sitio a Lamarck: el fármaco no sólo selecciona, sino que también crea resistencias nuevas que luego se heredan en las sucesivas generaciones de bacterias.

La razón es el estrés, al menos en la acepción que los biólogos dan a esa palabra de moda. Los antibióticos, de un modo u otro, perturban la existencia de la bacteria, y ésta, ante el riesgo de morir, reacciona desactivando los sistemas que normalmente vigilan que la replicación del ADN sea precisa, sin errores. El resultado es que la bacteria acumula una enorme cantidad de mutaciones (errores) en sus genes.

Literalmente, el microbio genera millones de variantes de sí mismo. Por azar, algunas de ellas resultan ser resistentes al antibiótico en cuestión, y entonces empiezan a proliferar. El regereso de Lamarck es otra razón, por si hacía falta una más, para extremar la prudencia en el uso de estos fármacos.

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