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Los bebés distinguen por los gestos en qué idioma se les habla

A partir de los seis meses, sólo los bilingües son capaces de distinguir

Los bebés entre cuatro y seis meses son capaces de distinguir visualmente entre dos idiomas con tan sólo observar los gestos faciales de su interlocutor. A partir de los seis meses, sólo los bebés que viven en un entorno en el que se hablan dos lenguas mantienen esta habilidad, porque se ven obligados a estar más atentos. Son los resultados de una investigación realizada por científicos españoles y canadienses publicada hoy en Science.

¿Qué importancia tiene la percepción visual en el bebé y su comprensión del mundo al que acaba de llegar? Se sabe que son capaces de distinguir caras y que, además, pueden apreciar en ellas el enfado o la alegría. Ahora, una nueva investigación muestra que, con tan sólo mirar los gestos del rostro de su interlocutor, un bebé puede distinguir si se le habla en un idioma o en otro. La investigación, realizada por el Grupo de Investigación en Neurociencia Cognitiva (GRNC) de la Universidad de Barcelona (adscrito al Parque Científico de Barcelona) y la Universidad British of Columbia de Vancouver (Canadá) aparece en la edición de hoy de la revista Science.

Según Núria Sebastián, investigadora del GRNC, esta habilidad "forma parte del conjunto de capacidades que tiene el niño al nacer". Esta capacidad perceptiva les aporta "una información más, que utilizan para complementar la información auditiva", explica. "Para comprender el nuevo mundo en el que les ha tocado vivir, los bebés utilizan todos los recursos cognitivos que pueden".

Hasta el momento, se creía que la información visual tenía un papel irrelevante. Estudios anteriores se habían centrado en las habilidades auditivas del bebé. "Al nacer, un bebé ya puede distinguir fonemas, los haya oído o no", explica Sebastián. Ya se habían hecho investigaciones en las que se ha comprobado que, de oído, pueden distinguir entre dos lenguas. Concretamente, los bebés saben diferenciar si se les habla en español o en inglés, en francés o en ruso, en francés o en inglés y en holandés o en japonés.

En esta nueva investigación han participado 12 bebés monolingües de cuatro y seis meses, y 12 bilingües de ocho meses, cuyas familias hablaban francés e inglés. A todos ellos se les mostró una serie de videoclips mudos, en los que sólo podían ver las caras de diversos interlocutores, recitando frases del cuento El pequeño príncipe, primero en un idioma, y luego en otro.

Cuando el bebé ya no mostraba interés, se le cambiada por la imagen muda de la misma persona, pero recitando en otro idioma. "El bebé mira más, nota que ha pasado algo, y vuelve a prestar atención", explica la investigadora. Se midieron los tiempos de atención de cada niño, que eran significativamente más altos que antes del cambio.

Sin embargo, esta capacidad para distinguir visualmente las lenguas cambia con el tiempo y con el hecho de que el bebé viva en un entorno de una o dos lenguas. Los bebés mayores, de ocho meses y monolingües, no prestaron ningún interés ante el cambio de lengua, mientras que los bilingües sí. "A los seis u ocho meses, seguramente el bebé monolingüe ya tiene todos los elementos que requiere para entender la lengua materna", interpreta Sebastián, "la lengua que desconoce es irrelevante, ya no capta su atención". El interés del bilingüe también tendría explicación: "No es extraño que el bebé bilingüe continúe aprovechando esta información extra, porque ha de diferenciar las dos lenguas".

Los resultados demuestran que la experiencia modifica el cerebro. Según Sebastián, "todavía queda mucho por conocer sobre el cerebro del bebé y sobre la adquisición del lenguaje".

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