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El cabeza de turco perfecto

Si le duele la barriga, es un virus. Si estornuda, también. Parece que estos organismos infecciosos están detrás de cada vez más patologías. Muchos expertos creen que se trata de un diagnóstico comodín y que deberían hacerse más análisis

Haga memoria, porque recordará algún caso parecido: un amigo o familiar que no se separa del pañuelo, estornuda, tiene tos y está destemplado le cuenta que fue al médico y este le dijo que tenía un virus. Otro al que no para de llorarle el ojo y tiene el párpado rojo asegura que ha cogido un virus. Su compañero de oficina se retuerce en la silla palpándose la tripa y suelta que hay un virus rondando el ambiente. ¿Todo son virus? El léxico médico parece reducirse mientras las patologías más comunes en el primer mundo siguen siendo las mismas. Lo que antes se llamaba gripe, conjuntivitis y gastroenteritis, por relacionar estos ejemplos con los tres casos anteriores, ahora se denomina virus. ¿Por qué?

Existen 300 virus respiratorios distintos con síntomas idénticos

Lo primero que hay que tener en cuenta es la definición. La aporta Juan Ortín, virólogo e investigador del CSIC: "Los virus son entidades infecciosas que necesitan entrar en las células vivas, en este caso de humanos, para multiplicarse. Las que no penetran se denominan bacterias". Una misma patología o patologías diferentes con mismos cuadros clínicos pueden ser provocadas por diferentes virus.

"Antes los profesionales describían la enfermedad, la diarrea por ejemplo, y ahora se hace hincapié en el nombre de cada uno de los virus porque se han empezado a identificar las causas", matiza el investigador.

Si los virus son infecciones que penetran en el organismo, cabe destacar que los hay respiratorios, que afectan a la piel, a los ojos, a los órganos sexuales, al páncreas, al estómago, al hígado... La actual clasificación por nombres concretos proviene de la década de 1960, cuando investigadores franceses ordenaron la anterior tipología, mucho más caótica y genérica, de origen inglés. "Los virus son la mayor biomasa que existe en la naturaleza", recalca Rafael Nájera, el virólogo más importante de España, artífice de la Sociedad Española de Virología y primer director del Instituto de Salud Carlos III. "Hay más virus que ejemplares de cualquiera de las especies animales del mundo".

Los más frecuentes son los respiratorios en invierno y los gastrointestinales en verano, aunque tampoco hay reglas fijas. El doctor Nájera indica que existen unas 300 clases diferentes de virus respiratorios: varios tipos de gripe, varios de parainfluenza, 200 de rinovirus, unos 50 de adenovirus (que afectan a los tejidos glandulares y respiratorios y al aparato gastrointestinal)... Y todos pueden cursar con fiebre, dolor de cabeza, faringitis, bronquitis o neumonía.

Debido a esa cantidad desmedida de agentes infecciosos, Ortín reconoce que es complicado distinguir si un paciente se ha contagiado de un virus con nombre X o de un virus con nombre Y. "Si tiene síntomas gripales en pleno pico de esta patología, lo lógico es que tenga gripe", continúa. "En cada caso se debería practicar un análisis, pero no se realizan porque no merece la pena y porque no es necesario, ya que no existe tratamiento para combatir los virus. De ahí que el consejo del médico en el caso de los virus gripales sea aliviar los síntomas con una aspirina y mucho líquido. Muchos virus no se pueden combatir de ninguna manera porque la vacuna está en pruebas o porque ni siquiera existen vacunas experimentales".

El único remedio, argumenta, está en el sistema inmune. Nájera se sorprende y no está de acuerdo con la aseveración de su colega. Él alega que "existen antivirales y son muy necesarios para el tratamiento, para la vigilancia epidemiológica y para desarrollar vacunas".

Estos organismos que se cuelan en las células y hacen que los humanos lo pasen mal siempre han traído de cabeza a los investigadores. Por las vidas que se cobraban y se siguen cobrando (no olvidemos que el sida lo provoca el virus de la inmunodeficiencia humana, VIH) y por su carácter impredecible.

Nájera tiene su propia teoría sobre el hecho de que a todo se llame virus hoy día: "Cuando los médicos no tienen otra cosa que argumentar, señalan a los virus. No es su culpa, porque los pobres salen por donde pueden. La mayoría de los hospitales no tienen laboratorios de virología. Y se debería someter a los pacientes a un análisis de la misma manera que cuando se sospecha que pueden tener meningitis, ya que hay que ejecutar un tratamiento. Muchos médicos, si no saben si un paciente tiene un virus o no, lo hinchan a antibióticos por si acaso se trata de una bacteria".

Todo esto, insiste Nájera, refleja ciertas deficiencias en España: "Los virus se pueden identificar muy fácilmente, pero hay que disponer de personal e infraestructura. Actualmente se envían a los centros de referencia casos que son pura rutina, como los respiratorios, y que se podrían resolver en cada hospital con métodos de diagnóstico rápido".

El fondo del problema, admite Nájera, es la inexistencia de una auténtica investigación virológica en España, ya que aquí "no es una especialidad y no tiene una presencia propia, sino que está incluida en la microbiología, al revés que en otros países de Europa donde sí existen institutos y cátedras de virología con financiación e investigación propias". En España no. Y por eso va a la zaga.

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