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De la cadena perpetua a la calle

El Supremo argentino decide sobre la libertad de un hombre que mató a su familia

Jorge Marirrodriga

¿Puede un hombre que ha asesinado a toda su familia y ha sido condenado a cadena perpetua terminar en libertad? Esta es la cuestión que debe resolver la justicia argentina, después de que en una polémica decisión un tribunal de apelaciones concediera el arresto domiciliario para un odontólogo de 72 años que en noviembre de 1992 asesinó a tiros a su mujer, sus dos hijas y su suegra. Sus abogados quieren que ahora el Tribunal Supremo considere cumplida en su totalidad la condena a cadena perpetua y declare que su cliente goza de libertad total.

El asesino acabó con su familia porque, según él, le sometían a continuos malos tratos psicológicos. "Me tenían loco. Lo volvería a hacer, porque vivía un infierno", declaró hace años en una entrevista desde la cárcel. La familia vivía en La Plata, a unos 60 kilómetros de Buenos Aires, y Barreda siempre ha mantenido que si su mujer lo "hubiera escuchado", "no habría sucedido todo esto". Preguntado hace menos de un mes por el director de la prisión en la que estaba internado sobre si volvería a hacer lo mismo, contestó que se trató de "una situación única e irrepetible".

Su mujer, Gladys Mac Donald, tenía 57 años cuando fue asesinada; la madre de ésta, 86 años, y las hijas del matrimonio, 26 y 24 años, respectivamente. La sentencia condenatoria señaló que el hombre tenía conciencia de lo que estaba haciendo.

Ley polémica

El caso de Ricardo Barreda es seguido muy de cerca por la opinión pública argentina porque puede sentar un peligroso precedente para otros condenados por crímenes que esperan la pronta liberación del condenado. Los abogados de Barreda se han amparado en una ley, vigente en el momento del asesinato, denominada del dos por uno, según la cual los días de detención después de dos años de prisión preventiva computan como dos días de prisión. Según este sistema, Barreda fue detenido en noviembre de 1992, pero la sentencia no se hizo firme hasta abril de 2007, y por ello ya habría cumplido 30 años de prisión y debería salir en libertad. Además, la defensa ha alegado que el condenado ha tenido en la cárcel un comportamiento modélico.

El dentista conoció en 2000 en prisión a una maestra jubilada que acudía al centro penitenciario a visitar a un familiar. Inició con ella una relación amorosa y desde la semana pasada vive en su casa del barrio porteño de Belgrano.

Para conceder el arresto domiciliario, los jueces tuvieron en cuenta los informes psicológicos que señalan que Barreda tiene una "personalidad irritable" porque "presenta un déficit en la capacidad de control de impulsos y en el manejo de la hostilidad y la agresividad", pero que fuera de la cárcel tiene la posibilidad de recibir un tratamiento psicológico prolongado y "va a estar acompañado de una persona encargada de su custodia y cuidado".

Entre los condenados que podrían beneficiarse de un fallo favorable a Barreda está Carlos Eduardo Robledo Puch, de 56 años de edad, el mayor asesino en serie de la historia de Argentina, detenido en 1972 y condenado a cadena perpetua por 10 homicidios.

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Sobre la firma

Jorge Marirrodriga
Doctor en Comunicación por la Universidad San Pablo CEU y licenciado en Periodismo por la Universidad de Navarra. Tras ejercer en Italia y Bélgica en 1996 se incorporó a EL PAÍS. Ha sido enviado especial a Kosovo, Gaza, Irak y Afganistán. Entre 2004 y 2008 fue corresponsal en Buenos Aires. Desde 2014 es editorialista especializado internacional.

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