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El calentamiento roba medio metro anual a la costa ártica

El oleaje bate el litoral con más fuerza al disminuir el hielo del mar - En Siberia oriental la erosión es de ocho metros

La región ártica es una de las más afectadas en el planeta por el cambio climático, con una disminución registrada de la capa helada muy superior incluso a las estimaciones que los científicos habían realizado hace pocos años. Ahora, una investigación enfocada a las costas del Ártico muestra que, como efecto del calentamiento, el litoral allí está ya sufriendo una notable erosión y retrayéndose medio metro de media al año, aunque en algunas zonas llega a los ocho metros anuales.

La capa helada del mar protege esas costas frágiles, dado que el hielo atenúa notablemente el oleaje que levantan los vientos. Pero al reducirse la capa helada disminuye ese efecto protector de la costa y se recrudece la erosión provocada por el batir de las olas. Además, es notable el aumento de la temperatura del aire registrada en la última década, lo que agrava el problema. Los ecosistemas de extensas franjas de tierra e incluso las poblaciones que viven en ellas se verán negativamente afectadas por esta destrucción costera, afirman los investigadores.

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La población y los ecosistemas se verán gravemente afectados
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Dos tercios de las costas árticas no son rocosas sino terreno congelado (permafrost), especialmente sensible a la erosión, señalan los científicos en el estudio Estado de la costa ártica 2010, que se da a conocer en la revista Estuaries and Coasts y en Internet (http://www.arcticcoasts.org/). El resto, el 35%, es costa rocosa y más estable. Es el resultado de una década de investigación de un consorcio de más de 30 científicos de prestigiosas instituciones de una decena de países. En total han estudiado 100.000 kilómetros de litoral. La costa de Siberia Oriental y el mar de Beaufort (entre Alaska y Canadá) son las zonas más afectadas ya por la erosión, retrayéndose hasta ocho metros de costa cada año, según informan los investigadores del Instituto Alfred Wegener (AWI, en Alemania), participantes en el trabajo. En general, explican, las costas árticas son más sensibles a los efectos del cambio climático que las de latitudes medias y ahora se están produciendo allí cambios rápidos en un entorno que ha sido estable durante miles de años. La erosión del permafrost, por ejemplo, supone verter al mar grandes cantidades de sedimentos, lo que altera el ecosistema y la cadena de alimentos de los organismos.

"Cuando comenzó la recogida sistemática de datos, en 2000, había información detallada de apenas el 0,5% de las costas árticas; ahora, tras 10 años de trabajo intenso, hemos obtenido una perspectiva completa del estado y el riesgo de erosión en esas áreas", señala Hugues Lantuit, científico del AWI.

La región ártica comprende el 12% de la superficie terrestre y el 9% del océano mundial. La disminución estacional de la extensión y grosor de mar helado allí es patente en los últimos años, y en 2007 se registró el récord de mínimos desde que se tiene registro instrumental. La pérdida de hielo que se está registrando es superior y más rápida de lo que indicaban las proyecciones del último informe del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) y la perspectiva de un mar septentrional abierto es mucho más próxima de lo que se había calculado.

El estudio Estado de la costa ártica 2010 se ocupa del impacto del cambio climático en las poblaciones que habitan en esas regiones así como de la presión que las alteraciones suponen para los ecosistemas. Los habitantes de las costas árticas son muy vulnerables a las modificaciones del entorno, incluido el cambio climático y el incremento de las actividades humanas como la exploración de yacimientos de gas y petróleo, señalan los científicos.

"El Ártico se está convirtiendo cada vez más en un espejo de varios motores del cambio global y en punto focal de intereses económicos nacionales y mundiales", advierte el científico Hartwig Kremer.

Un científico, ante una zona costera de permafrost en la isla Herschel (Canadá).
Un científico, ante una zona costera de permafrost en la isla Herschel (Canadá).MICHAEL FRITZ

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