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El cambio climático agravará el hambre al disparar el precio de alimentos básicos

Un estudio vaticina 25 millones más de niños desnutridos por el calentamiento

En el mundo hay 150 millones de niños desnutridos. Y contra los intentos de reducir esta cifra, el cambio climático va a añadir otros 25 millones en 2050, según un estudio publicado por el Instituto Internacional para la Investigación en Políticas Agrarias (IFPRI) presentado ayer. Esta situación podría evitarse si se destinaran 7.000 millones de dólares (4.800 millones de euros) anuales a inversión agrícola y adaptación de los trabajadores del campo a los efectos del cambio climático, según los autores del informe realizado para el Banco Mundial y el Banco de Desarrollo Asiático.

Sin nueva tecnología y ajustes, el cambio climático tan sólo permitirá la irrigación de trigo en el 30% de los campos existentes en los países en vías de desarrollo (comparado con un escenario de no existencia de alteraciones climáticas). La situación agrícola y de seguridad alimentaria se verá agravada por el aumento del precio de los alimentos; el trigo aumentará, por ejemplo, un 194%. Según el IFPRI, el precio del maíz, en 2050, será un 153% más caro (de un 60% si las temperaturas permanecieran estables).

Los países más pobres serán los más afectados -especialmente el sur asiático y el África subsahariana-. Se reducirán las cosechas por el incremento de las temperaturas, los cambios en las precipitaciones y el aumento de las plagas.

Aunque sí habrá beneficios en algunas partes del mundo por el cambio en las temperaturas, en general se espera que sea negativo, amenazando la seguridad alimentaria global. Y los pobres son los que más se resentirán: en 2005 la mitad de la población activa vive en pases en vías de desarrollo y el 75% de los pobres del mundo viven en áreas rurales. La agricultura es extremadamente vulnerable al cambio climático debido a su dependencia de las lluvias. Es de prever que sean los pequeños agricultores de las áreas más pobres los que sufran más, explicó ayer Mark Rosegrant, director de la división de Medioambiente y Producción Tecnológica y uno de los autores del proyecto.

Rosegrant explica que el modelo en el que se han basado no incluye los efectos a la agricultura producidos por una mayor inestabilidad climática, la pérdida de tierras debido al aumento de los niveles del mar o la pérdida de cosechas debido a plagas, sino que se ajusta únicamente a los cambios en precipitaciones y temperaturas. Además de una inversión seria en las adaptaciones que requerirán los pequeños agricultores en los países pobres, el IFPRI recomienda asimismo facilitar la apertura de mercados agrícolas.

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