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Un caso de corrupción del Gobierno Berlusconi salpica a un alto cargo Vaticano

Un constructor encarcelado se reunía periódicamente con el maestro de ceremonias pontificias

El último escándalo de corrupción política y urbanística que sacude al Gobierno de Silvio Berlusconi, y que ya ha provocado la dimisión de su leal ministro de Desarrollo Económico, Claudio Scajola, se expande día a día y hora tras hora. Y hoy ha llegado de lleno a la otra orilla del Tíber, el Estado del Vaticano.

El constructor romano Diego Anemone, clave de esta supuesta trama de corrupción que afecta a la Protección Civil italiana, se entrevistaba con regularidad con Francesco Camaldo, el maestro de ceremonias pontificias, que fue hasta 1997 secretario personal del cardenal vicario Ugo Poletti y prelado de honor del Papa. Anemone está encarcelado como máximo beneficiario de la banda de políticos y altos funcionarios que adjudicaba los millonarios contratos del G-8 y de otras emergencias nacionales. Es también el hombre que supuestamente regaló en 2004 a Scajola 900.000 euros (no declarados) para que se comprara un lujoso piso con vistas al Coliseo.

Lo ha declarado ante los magistrados de Perugia el chofer de Anemone, Laid Ben Fathi Hidri. El ciudadano tunecino, testigo clave en las investigaciones, está proporcionando fechas, elementos y nombres de políticos y clérigos a la Fiscalía. Hidri ha declarado que se acuerda muy bien de aquellos encuentros entre Anemone y Camaldo, que llevan hasta la Santa Sede la trama de corrupción que muchos analistas no dudan en definir como una segunda Tangentopolis, el escándalo de corrupción generalizada en Italia que, en los años noventa, acabó con los principales partidos y favoreció la entrada en política de Silvio Berlusconi.

De momento, por lo que se filtra en los periódicos, no parece que Fathi -que había recibido la tarea de gestionar algunas cuentas de Anemone y distribuir sumas en efectivo- haya proporcionado detalles sobre el contenido de los encuentros en el Vaticano.

Los investigadores saben que allí se esconde la razón por la que, en el año 2000, el del Jubileo, el encargado de las Obras Públicas de la región de Lazio, Angelo Balducci, y un pequeño constructor provinciano, Anemone, se transformaron en los dueños de las Obras Públicas de todo el país.

"Por lo que hemos entendido hasta aquí -dice una fuente de la investigación al diario La Repubblica - para ellos tener un pie bien plantado en el Vaticano significaba tener trabajo a mansalva".

Otro filón de la investigación vincula al constructor corrupto y corruptor con la Iglesia. Los fiscales de Perugia y Florencia sostienen que el cura Evaldo Biasini, de 83 años, gerente de la Congregaciòn de los Misionarios del Preziosissimo sangue di Gesù, gestionaba la caja fuerte de dinero efectivo sobre la que Anemone podìa contar para cualquier urgencia.

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