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Un ciego, rechazado del gimnasio por carecer de monitor personal

El centro alega que no está adaptado para el invidente - El afectado se inscribe sin problemas en otro pabellón

Sin entrenador personal, el gimnasio no admite a ciegos. Es la postura defendida por un centro de Reus tras rechazar la matriculación a un joven invidente de 21 años. Josef El Haddaoui, ciego desde los seis años de edad y convocado por la selección nacional de fútbol sala para discapacitados, ha quedado así expulsado del gimnasio. El centro subraya que no se trata de discriminación sino de un asunto de seguridad: los aparatos del gimnasio no están adaptados para invidentes, por lo que admitirle supondría una irresponsabilidad. La minusvalía le permite orientarse y hacer deporte sin dificultad, lo que muestra su convocatoria para la selección. El Haddaoui acude ahora a otro pabellón deportivo reusense en el que no le han manifestado ningún problema. "Voy cuando hay menos afluencia de público y el monitor me ayuda a la hora de cambiar de máquina", señala.

El Haddaoui recibió la llamada de la selección a mediados de abril y decidió que debía mejorar su forma física antes de los compromisos deportivos. Acudió a un gimnasio de Reus y se topó con la exclusión. "No me dejaron matricular pese a que iba a asistir acompañado en todo momento", ha explicado al Diari de Tarragona. Mientras el centro le exigía un monitor, El Haddaoui les ofreció a un familiar. Explicó al centro que su hermano, socio del mismo gimnasio y presente en la discusión con el centro, se comprometía a acompañarle y responsabilizarse de sus movimientos mientras estuviese en el centro. La respuesta siguió siendo negativa.

"Un gimnasio es un lugar peligroso. Sin una persona preparada a su lado todo el tiempo no puedo garantizar su seguridad", ha asegurado la dirección del centro. El problema de fondo es el vacío legal sobre el asunto. La normativa de la Generalitat que fija los requerimientos de los gimnasios que acojan a clientes con minusvalías impone requisitos para eliminar barreras arquitectónicas y facilitar los accesos a personas de movilidad reducida. Pero no recoge nada sobre los posibles clientes que padezcan ceguera. Cualquier gimnasio podría acoger o rechazar, por tanto, a un invidente sin incumplir la ley, señala el departamento de Acción Social y Ciudadanía de la Generalitat.

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