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Los científicos detectan una erupción submarina en El Hierro

La sismicidad sugiere que se ha producido cinco kilómetros al sur de la isla y a 900 metros de profundidad - Salvamento Marítimo fija una zona de exclusión

A las 6.20 de ayer (hora peninsular), los sismógrafos que el Instituto Geográfico Nacional (IGN) ha desplegado por la isla El Hierro comenzaron a dar una señal anómala. Desde que el 19 de julio comenzó la crisis sísmica, las curvas marcaron como pequeños saltos por cada uno de los más de 9.977 seísmos. Después de todo un día de incertidumbre, de rumores y desmentidos, Carmen López, responsable de vulcanología del IGN, confirmó pasadas las 22.30 que se había producido una erupción submarina y aseguró que estaba saliendo material magmático. Según López, la sismicidad sugiere que se ha producido a cinco kilómetros al sur de la isla y a 900 metros de profundidad. El nivel de alerta en la isla seguirá de momento en nivel ámbar.

Las autoridades se contradijeron con datos confusos
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Los científicos enumeraron varias circunstancias que evidencian la erupción: la desaceleración de los movimientos sísmicos, la disminución de la presión magmática, con la consiguiente reducción del abombamiento de la isla, y la emisión de gases, que ha afectado a la fauna marina, según fotografías no difundidas por las autoridades en las que pueden verse multitud de peces muertos flotando en las aguas.

El presidente del Cabildo Insular de El Hierro, Alpidio Armas, presente en la reunión de políticos, científicos y técnicos que anunció la noticia, aseguró que esta es un motivo de alegría porque acaba con una incertidumbre que ha durado meses. Armas dijo además que, a falta de un dictamen de los técnicos, espera que se reabra hoy el túnel de Los Roquillos, que une la capital, Valverde, el aeropuerto y el puerto de La Estaca con el municipio de La Frontera, un cierre que según algunos empresarios estaba estrangulando económicamente a la isla. Ese informe técnico decidirá también si la veintena de familias desalojadas puede volver a sus casas.

No se restringirá la actividad pesquera ni el submarinismo, añadió Armas. Marina Mercante ha recomendado solo una zona de protección de cuatro millas alrededor de donde está localizada la erupción.

El primer síntoma que detectaron los científicos, en la madrugada del domingo al lunes, fue lo que Rafael Abella, también del IGN, define como "un ruido continuo", una sucesión de oscilaciones imperceptibles para el público. Es el "tremor volcánico", un movimiento característico asociado a las erupciones volcánicas submarinas. El magma comenzaba a ascender y fracturaba la roca en seísmos crecientes. El mayor, de magnitud superior a cuatro, se dio la noche anterior bajo el mar. Y después de la crisis sísmica, tal y como habían predicho los científicos, comenzó el tremor.

Por la mañana, Protección Civil recibió un aviso de que había una erupción submarina, y Salvamento Marítimo dio un aviso a navegantes en el que dictaba una zona de exclusión de cuatro millas alrededor de un punto a unos siete kilómetros al sur-suroeste de La Restinga (un pequeño pueblo de buceadores y pescadores al sur de la isla). La zona señalada es la que había registrado los últimos terremotos. El buceo fue suspendido, aunque los clubes esperaban retomar hoy la actividad.

Nemesio Pérez, coordinador del Instituto Vulcanológico de Canarias (Involcán), salió con el helicóptero de la Guardia Civil a ver si sobre el punto dado se veían gases o si una cámara térmica detectaba alguna anomalía de temperatura. No vieron nada. "Las curvas demuestran que hay una reactivación magmática en toda regla. Las señales sísmicas son características del movimiento del magma", explica Pérez. Si la erupción había llegado a ser tal estuvo durante todo el día envuelto en la confusa información que ofrecieron las autoridades hasta que llegó la confirmación de la erupción a última hora.

El Gobierno de Canarias llegó a dar un comunicado en el que afirmó que, además del tremor, los científicos habían detectado "una liberación de fluidos y gases de tipo volcánico en la costa sur de la isla". La información fue rectificada inmediatamente por Carmen López, del IGN, organismo responsable de la detección. "Todo lo que tenemos son indicios de un proceso eruptivo a partir de la instrumentación", explicó a este diario. La nota de prensa fue corregida, pero reveló el alud de mensajes contradictorios que ayer dieron las autoridades (Cabildo, Gobierno regional e IGN) y que finalmente culminaron con la confirmación final de la erupción submarina. La emisión, posiblemente a unos 2.000 metros de profundidad, también siembra dudas sobre el modelo utilizado por el IGN para simular la situación del magma, ya que el día anterior el organismo la situaba a entre 10 y 15 kilómetros de profundidad.

Durante casi todo el día, había signos evidentes de una erupción, pero los científicos no se atrevían a confirmarla al 100%, pues este tipo de erupciones submarinas pueden ser escurridizas.

Miguel Llorente, del Instituto Geológico y Minero de España (IGME), señala que, "a partir de unos 2.000 metros bajo la columna de agua, los gases se disuelven porque la presión es muy alta y ni el agua hierve". En esos casos, no se ve nada en superficie. "Un barco podría estar encima de una erupción submarina y no enterarse", añade. La aparición de una posible boca submarina no evita que puedan surgir otras en la isla. "La lava busca el camino en el que le cuesta menos salir a la superficie. Puede que haya encontrado una fisura en la que las tensiones son más débiles. Pero que se haya abierto una fisura no implica que no se vayan a abrir más".

Llorente dice que científicamente sería interesante bajar a gran profundidad para estudiar el fenómeno, pero, de forma realista, añade: "A esas profundidades solo operan las empresas que buscan petróleo". Para los científicos es complicado descender más allá de 200 o 300 metros.

La erupción se sigue de momento más fácilmente en los sismógrafos y en la web del IGN que en la isla. Los habitantes de El Hierro se muestran hartos de la incertidumbre "y de los efectos económicos" de la crisis sísmica. La isla, la más pequeña de Canarias (268 kilómetros cuadrados, menos de la mitad que la ciudad de Madrid) y la menos poblada (apenas 10.000 habitantes), esperaba que se confirmase la erupción submarina de una vez para despejar su futuro.

En Valverde, la capital, la calma es absoluta y la erupción era esperada como un alivio por los habitantes, hartos de la incertidumbre. Horas antes de que la noticia se hiciera oficial, el dependiente de la gasolinera ubicada en lo alto de la villa apuntaba una frase que se repetía por todas las esquinas de la isla: "A ver si es verdad y esto se termina". Aunque los empresarios locales veían como una oportunidad recibir una erupción en tierra, por el turismo que atraería, hasta ayer lo único que habían visto eran cancelaciones de turistas. Además, los terremotos habían llevado al Cabildo a cerrar sin fecha el túnel de Los Roquillos, que podría quedar hoy reabierto.

Por la tarde, con la noticia aún no confirmada, en el restaurante San Luis, a la entrada de la localidad, un grupo de vecinos apuraba tranquilamente un plato de carne fiesta y unas cervezas. Tras la comida, varios encendían el cigarro Kruger de rigor y debatían sobre el tema del día, del mes, del año y, probablemente, de la década en la isla. Algunos se mostraban bastante indiferentes a lo que estaba pasando. "Yo vivo esto como he vivido todo, con un vaso de aguardiente y trabajando", decía un señor. Otro aseguraba que lo de los terremotos y lo del volcán le importaba poco, porque es ganadero y lo que quiere es que llueva: "Mis 30 vacas tenían que estar comiendo verde y están comiendo seco", asegura. Pero el tono general era de expectación ante los acontecimientos y cierta ilusión porque al fin se acabara la crisis.

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