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Reportaje:

Al cine, mejor sin política

La propuesta de ley de la Generalitat que impone el doblaje y subtitulado en catalán destapa la caja de los truenos - La polémica resucita el lastre cultural de 70 años

Gregorio Belinchón

"Queda prohibida la proyección cinematográfica en otro idioma que no sea el español [...]. El doblaje deberá realizarse en estudios españoles que radiquen en territorio nacional y por personal español". Ésta es la norma, ni siquiera ley, de 23 de abril de 1941, firmada por Tomás Borrás, jefe del Sindicato Nacional del Espectáculo, que ha marcado al cine en España en los últimos 70 años. Es cierto que ya existía el doblaje -en 1931 se dobló la primera película al castellano, Entre la espada y la pared, en el pueblo francés de Joinville-, pero esa orden, promulgada por el Gobierno de Franco a imitación de la Ley de la Defensa del Idioma de Mussolini, y que se emuló también en Francia y Alemania, es el germen de la actual situación en la que el 80% de los productos audiovisuales que se consumen en España están doblados. En Europa sólo los países mencionados, más Suiza, Bélgica y Austria -por las influencias francesa, italiana y alemana- no ven el cine en versión original subtitulada.

Tresserras: "Han tenido secuestrada la libertad de elección"
En 1941, una norma del Sindicato del Espectáculo impuso el castellano

La Ley del Cine que prepara la Generalitat de Cataluña tiene que ver, según el consejero de Cultura y Medios de Comunicación Joan Manel Tresserras, no sólo con la normalización lingüística, sino también con que "alguien ha tenido secuestrada la libertad de elección en el cine". Y por eso hay que retraerse a los inicios del doblaje. Como incide Roman Gubern, catedrático emérito de Comunicación Audiovisual de la Universidad Autónoma de Barcelona, "en 1938 Mussolini decide prohibir las películas y los tebeos extranjeros, excepto los de Mickey Mouse, que les gustaban mucho a sus hijos". Hasta ese momento, en los inicios del sonoro en Hollywood se rodaban tantas versiones como idiomas de cada filme. Por eso existe, por ejemplo, una versión castellana del Drácula de Tod Browning protagonizada por Carlos Villarías en vez de Bela Lugosi. Pero casi todas las películas se estrenaban con subtítulos y aún en 1936, recuerda Gubern, "las películas más vistas eran las españolas, con títulos como Morena Clara". Aunque la norma se derogó en 1946, el hábito del doblaje pervivió. La censura, además, contó con una nueva arma, cambiando los diálogos a su antojo. Como cita Gubern: "Borges dijo que en la Edad Media se hubiera quemado a los dobladores en la plaza pública".

El mercado español, que no en español, no ha cambiado desde entonces. En Suramérica, por regla general, sólo se doblan los filmes infantiles y los productos televisivos. Pero el dinero del cine se hace en Europa. Hoy, Cataluña supone el 1% de la tarta del negocio de Hollywood. Y ahora su Gobierno quiere cambiar el panorama visual. Roman Gubern recuerda: "Existe un precedente perverso. Con la restauración de la Generalitat, Miguel Portet i Moix, jefe de cine del primer Gobierno de Tarradellas, prefirió subvencionar el doblaje en catalán, y para justificarlo soltó: 'Hasta que Marlon Brando y Paul Newman no hablen en catalán no se habrá normalizado el cine". El segundo intento provino, hace 10 años, de la Generalitat de CiU, que promulgó un decreto fijando cuotas. Las grandes distribuidoras estadounidenses lograron en los tribunales que se le negara la capacidad sancionadora, y sólo accedieron a que la Generalitat pagara el doblaje de algunas copias (46 en 2008).

En sus 60 páginas, la propuesta de base de la Ley del Cine de Cataluña hace un repaso exhaustivo al mercado actual. Sus creadores insisten en que el apartado más polémico, el del doblaje, es sólo una parte; que es una ley para todo el sector audiovisual. Esta comunidad tiene el mayor número de salas de cine de España, 795, y en 2007 se estrenaron 466 películas. De las 854.906 proyecciones que hubo, sólo un 3% fueron en catalán. El resto se reparte en un 89,18% en castellano o doblado al castellano, y del 7% subtitulado sólo el 0,5% lo fue en catalán. "Es la pedagogía de la rutina. La gente pide lo que está acostumbrada", repiten casi todos los entrevistados.

Tresserras asegura que "hay una oferta muy variada en todos los ámbitos culturales, excepto en el cine, que es una anomalía". En la prensa diaria, las ventas no dejan claro este bilingüismo. Según cifras de El Periódico de Cataluña, que se edita en castellano (60% de la tirada) y catalán, (el 40%), en Cataluña se venden diariamente 550.000 periódicos; de ellos, 143.000 en catalán. "Cataluña es bilingüe, pero no homogéneamente bilingüe", apunta Gubern. Fuentes del mundo editorial y cinematográfico lo confirman. Una cosa es que todos entiendan catalán, y otra, qué idioma escogen para la cultura. La comunidad se dividiría lingüísticamente en tres franjas: las que atraviesan el norte y el sur, que prefieren el catalán, y la central, que incluye Barcelona, la más grande demográficamente, que escoge el castellano. Esta franja es la que asiste más asiduamente al cine.

Y llega el miércoles 5 de marzo, cuando el Departamento de Cultura de la Generalitat hace público el documento base de la ley. En él, tras asegurar que los principios generales son, entre otros, "la libertad de la creación artística; la defensa de la diversidad cultural y lingüística, y la garantía de las condiciones de la competencia efectiva en el mercado cinematográfico", se esconde la bomba en el apartado de distribución: en el primer año, la distribución de copias (incluidas las subtituladas) será, como mínimo, de un 30% en catalán; el segundo año, de un 40% en catalán, y el tercero -si se cumplen los plazos, 2011-, las copias serán al 50% en castellano y catalán. En el apartado dedicado a la exhibición también hay otra mina informativa: la creación de una red pública de salas de cine, aunque no se construirían recintos nuevos, sino que se aprovecharían salas públicas ya existentes.

Los exhibidores lo han calificado de "competencia desleal". Tresserras apunta: "Queremos corregir la no existencia de mercado. De verdad, es una ley a favor del sector y del negocio, que incluye ayudas al cambio tecnológico. La industria cultural catalana necesita un potente sector audiovisual".

En un momento de crisis, este revolcón al mercado ha provocado respuestas airadas. Porque cuando bajamos al nivel euros, las cifras asustan a todos los implicados. Por sectores, el primero mencionado es el de la producción, ya que se incentivarán las ayudas a la local. Pedro Pérez, presidente de la FAPAE, la federación de productores de España, asegura: "Nos afecta mínimamente. Sin ser cínico, mal no nos viene porque convierte en más competitiva a una película española". El director Santiago Lapeira, vocal de relaciones institucionales de la Academia del Cine de Cataluña, que se reunió con el consejero el jueves, comenta: "Como creadores, estamos a favor de las versiones originales. El proyecto nos parece oportuno para consolidar una cinematografía nacional".

Los distribuidores y exhibidores están que trinan. Hace dos semanas, el presidente de Fedicine (agrupa a todas las majors y a las principales distribuidoras independientes), Luis Hernández de Carlos, avisó del peligro de la ley, "de efectos incalculables en el panorama español y europeo". Pilar Sierra, la gerente del Gremio de Empresas de Cine de Cataluña -representan el 65% de las pantallas en la comunidad y el 85% de la facturación- comenta: "Todo lo que sea poner cuotas es peor. En tres años el público no se habitúa. Y las cuentas diarias son muy claras". El Gremio aporta unas cifras comparativas: cuando la audiencia puede elegir el mismo filme en catalán o castellano, el 78,2% lo hace en castellano. Y como referente, Vicky Cristina Barcelona: se estrenó con cinco copias en castellano, 47 en catalán y 22 en versión original (VO) subtitulada. Según sus cálculos, la media de la recaudación de cada sala en castellano fue cinco veces superior a la media en catalán. El público prefirió incluso antes la versión original a la catalana (dos veces más). "El mercado ha caído en los últimos cuatro años un 27% y no estamos para experimentos". Insisten en que el doblaje de las películas al catalán supondrá el 10% de sus ingresos brutos anuales, unos 15 millones de euros. La consejería asegura que subtitular un filme cuesta entre 2.000 y 3.000 euros, y doblarla, entre 30.000 y 35.000 euros (no hablan del coste añadido de tráilers y publicidad). Así, aseguran, se ahorrarán costes. Pero, ¿y si la gente no ve VO?

Además, las copias de un filme no se quedan en una sala, sino que -en una práctica común en la industria- cuando se acaba su vida comercial se proyectan en otros cines españoles, un ahorro que no podría hacerse con las copias catalanas. Como apunta Enrique González Macho, responsable de la productora y distribuidora Alta Films: "Siendo acérrimo defensor de la versión original soy igualmente consciente de que la supresión del doblaje sería la muerte del cine para nuestro público". Julio Fernández, de la productora, distribuidora y exhibidora Filmax, estuvo presente en la reunión el miércoles del consejero con los siete principales distribuidores catalanes. "Nos ha tranquilizado, aunque han hecho las bases de espalda a la industria y en un momento económico muy inoportuno. La ley no es viable, y además deben pactarla con las majors, que tienen el 70% del mercado". La semana que viene Tresserras se reunirá con las majors. Si sus planes se cumplen, en junio el Gobierno llevará el proyecto de ley al Parlament, para aprobarlo a la vuelta del verano. La Comisión Europea, por boca de Pietro Petrucci, el portavoz del Comisario de Multilingüismo, ha bendecido la ley porque "enriquecerá la oferta lingüística y cultural".

Abierta la puerta en Cataluña, ¿qué pasa con el País Vasco y Galicia? En Galicia, aunque el Plan de Normalización Lingüística aprobado hace cinco años recogía "promover el doblaje al gallego de al menos 10 películas anuales", durante 2008 sólo dos filmes llegaron en gallego a las salas. Y porque se habían rodado en ese idioma. En el País Vasco, el Departamento de Cultura tiene dos líneas de ayudas, con 900.000 euros, para la difusión de películas dobladas al euskera en salas y DVD. En la práctica, los títulos comerciales no pueden verse en euskera.

Si al final es una cuestión de educación, ¿qué pasará con el cine y las series en TV3, la televisión autonómica catalana? ¿No se podía haber empezado por ahí? "TV3 tendrá que modificar sus hábitos", comenta Tresserras. "Estamos ahora en la negociación del contrato de programa, y TV3 deberá diversificar sus compras". ¿Comprarán cine de autor, habrá más subtitulado? "Tendrán que diversificar sus compras, insisto. Esta ley apuesta porque la VO llegue a más gente. Nos gustaría que las majors tomen Cataluña como un laboratorio de experimentación. Nuestra experiencia se podrá extrapolar a otras regiones".

Con información de Catalina Serra, Lourdes Morgades, Eva Larrauri y Daniel Salgado.

La Generalitat catalana ya intentó hace 10 años imponer el doblaje de las películas.
La Generalitat catalana ya intentó hace 10 años imponer el doblaje de las películas.MARCEL·LÍ SÀENZ

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Sobre la firma

Gregorio Belinchón
Es redactor de la sección de Cultura, especializado en cine. En el diario trabajó antes en Babelia, El Espectador y Tentaciones. Empezó en radios locales de Madrid, y ha colaborado en diversas publicaciones cinematográficas como Cinemanía o Academia. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense y Máster en Relaciones Internacionales.

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