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La crisis que se nota en la cama

Casi una cuarta parte de los españoles padecen disfunción eréctil, según recoge el estudio de una compañía farmaceútica

Los efectos de la crisis llegan también a la esfera más íntima. Según una encuesta impulsada por los laboratorios farmacéuticos Lilly -fabricante de Cialis-, y avalada por dos asociaciones españolas de medicina sexual, desde que comenzó la crisis hace tres años el número de consultas por disfunción eréctil ha aumentado en un 20%.

A pesar de ello, los españoles no se suspenden a sí mismos como amantes fogosos, y se autoconceden una nota de 6,3 sobre 10. Según la doctora Ana Puivert, presidenta de la Asociación Española de Andrología, Medicina Sexual y Reproductiva, el estrés que genera la difícil situación económica repercute en la actividad sexual.

El estudio ha puesto también de manifiesto que los hombres que padecen disfunción eréctil tardan más de dos años en acudir al médico, y esa demora es considerada "peligrosa" por los médicos que han acompañado esta mañana la presentación del sondeo. "La disfunción eréctil es además un síntoma centinela de otros trastornos. Avisa de que hay problemas cardiovasculares. Es más, podemos afirmar que el pene da la alarma antes que el corazón", según el doctor Ignacio Moncada, presidente de la Asociación Española para la Salud Sexual (Aess).

Los problemas eréctiles pueden ser un síntoma centinela de otros trastornos como las enfermedades cardiovasculares
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En el sondeo han participado 1.500 españoles de 35 a 70 años y la mayoría ha confirmado que sigue siendo el sábado el día preferido para las relaciones íntimas.

Si un hombre pierde visión, acude al médico con naturalidad, pero si tiene problemas sexuales, la cosa cambia. La vergüenza pesa. Muchos se resignan y los que se atreven a dar el paso tardan un año de media, cuando la autoestima y las relaciones de pareja ya están en números rojos. Es el último armario cerrado.
Si un hombre pierde visión, acude al médico con naturalidad, pero si tiene problemas sexuales, la cosa cambia. La vergüenza pesa. Muchos se resignan y los que se atreven a dar el paso tardan un año de media, cuando la autoestima y las relaciones de pareja ya están en números rojos. Es el último armario cerrado.TIM ROBBERTS

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