_
_
_
_
_

Un estudio augura el agotamiento total de la pesca en 2048

Los investigadores alertan de que la pérdida de biodiversidad se volverá contra el hombre

El conjunto de la fauna marina está en peligro, y su situación repercutirá en la calidad de vida de la humanidad, según el estudio más completo realizado hasta la fecha. El 30% de las especies marinas que se pescaban ya han colapsado, lo que significa que su número total se ha reducido en un 90% desde 1950. Más aún. Todas las especies que ahora capturan las flotas pesqueras entrarán en esta situación de colapso en el año 2048 si no se toman medidas.

Un equipo internacional de biólogos, economistas y especialistas de otras disciplinas, liderado por el canadiense Boris Worm y en el que participa el ecólogo marino español Enric Sala, ha trabajado durante dos años para realizar por primera vez un análisis muy amplio sobre el estado de la biodiversidad marina en su conjunto y la productividad de los servicios que presta a la sociedad. Estos servicios son más de los que podría parecer: el mar provee el 50% del oxígeno que respiramos, es históricamente una fuente de alimento esencial, actúa como filtro de contaminantes y, en los últimos tiempos, se ha convertido en un valor económico para sectores tan importantes como el turismo.

Los autores del trabajo, que hoy publica la revista Science, han recurrido a datos arqueológicos, históricos y experimentales, que después han pasado por el tamiz de un análisis estadístico para realizar una proyección de su evolución futura. Entre estos datos están las estadísticas de las pesquerías mundiales que la Organización para la Alimentación y la Agricultura (FAO), de la ONU, comenzó a recoger en 1950. Para la prestigiosa experta Jane Lubchenko, por ejemplo, el trabajo constituye un hito en el estudio de la pérdida de biodiversidad.

"Muchas veces nos preguntan por qué es tan importante la biodiversidad marina y es un interrogante que no resultaba fácil responder más allá de consideraciones éticas sobre el respeto a otras especies", explica Sala a este periódico. "Ahora podemos añadir que la biodiversidad marina también tiene un valor utilitario: su pérdida pone en peligro el bienestar de los humanos", afirma este científico, de 38 años, del Centro de Estudios Avanzados del CSIC en Blanes (Girona), vinculado a la californiana Scripps Institution of Oceanography, uno de los principales centros de estudio de la biodiversidad marina y su conservación. Participan también investigadores de instituciones estadounidenses, australianas, británicas y suecas.

Además del declive, la extinción es ya una realidad para muchas especies: el 7% de los organismos vivos en ecosistemas costeros, los más afectados, por la presión de los habitantes, ha desaparecido en los últimos 200 años. "La flota pesquera española cada vez es más dependiente de caladeros muy lejanos, como Namibia, y en la Costa Brava, donde yo trabajo, el mero, la langosta y la mayoría de especies que el escritor Josep Pla enumeraba cuando describía la vida de los pescadores hace unas cuantas décadas han desaparecido hoy de los menús de los restaurantes", se lamenta Sala. "La erosión de la biodiversidad marina no es uno de esos problemas que, como se suele decir, sufrirán nuestros nietos, sino que ya lo estamos sufriendo nosotros. La generación de nuestros hijos podría ser la última que coma pescado salvaje".

Los autores del estudio trazan un panorama preocupante pero creen, que "aún estamos a tiempo" de reaccionar, como dice Sala. La principal alternativa que plantean es el establecimiento de reservas marinas que permitan restaurar la biodiversidad marina en áreas protegidas. En estas zonas, en las que está prohibida la pesca, la riqueza de especies aumenta como media en un 23%, han encontrado los investigadores. "Además, se trata de medidas que tienen efectos también sobre una zona más amplia en los alrededores de sus límites", explica Sala. En una reserva marina, la productividad pesquera se multiplica por cuatro y los ecosistemas se vuelven un 20% menos sensibles a las fluctuaciones. Este último dato es importante porque cuanto mayor estabilidad, más regularidad en las capturas futuras.

¿Es compatible la política de aumento de reservas marinas con el mantenimiento de la industria pesquera? Sala responde: "En España menos del 1% de las aguas territoriales están protegidas, es un porcentaje insignificante. Si la reserva es muy pequeña, la influencia que tiene más allá de sus límites también lo es". El biólogo español no duda en afirmar: "El mar necesita su propio Protocolo de Kioto".

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_