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Cuando una fábrica es rentable y se cierra

Las protestas se han sucedido en Alemania desde que la mayor productora mundial de teléfonos móviles, la finlandesa Nokia, anunció el traslado de su producción de su planta de Bochum a países del este de Europa. Cuando se supo que 2.300 empleados perderían sus puestos saltó la reacción sindical y política. Diversos representantes de partidos políticos hablaron de "cerdada" y algunos ministros exhibieron planes para boicotear los productos de Nokia. La ola de patriotismo económico caló incluso entre los jefes del Partido Liberal Democrático (FDP). El sindicato IG Metall, único de la fábrica, supo capitalizar la simpatía que políticos y medios de comunicación demostraron a los trabajadores. El 22 de enero se reunieron más de 15.000 personas en Bochum para protestar contra el cierre.

Un portavoz de IG Metall hablaba ayer de "éxitos significativos" en la lucha sindical. Nokia ha accedido a dialogar con el comité de empresa. El líder del sindicato, Berthold Huber, había amenazado con "el cierre de planta más caro de la historia". El sindicato está seguro de que la planta "es rentable, es productiva y tiene futuro". El próximo día 10 será la próxima protesta sindical ante la fábrica de Bochum, que en todo caso funcionará hasta mediado el año.

No resultó, sin embargo, el intento la pasada semana de IG Metall por fundar un movimiento europeo de protesta contra Nokia. La presidenta del comité de empresa de Bochum, Gisela Achenbach, abandonó entonces con cara de circunstancia una reunión en Bruselas con sus colegas de otros comités europeos. Explicaron los alemanes que "un representante sindical finlandés asumió las posiciones de la empresa" contra las demandas laborales en Alemania. Pese al fiasco, IG Metall tratará de sumar apoyos internacionales para los empleados de Bochum en una próxima reunión de comités de empresa de Nokia.

El Gobierno regional de Renania del Norte-Westfalia también aprieta las tuercas contra la dirección de Nokia. Investiga su Ministerio de Economía si las subvenciones recibidas por la planta se corresponden con el número de empleados declarados por la empresa. Las posibles irregularidades podrían, según explicaba ayer Nettelsroth, salirles muy caras a los finlandeses.

Entre tanto, el abogado laboralista Julian Richter explicaba ayer a la agencia de noticias alemana DPA que el modo en que Nokia planeó y anunció el cierre de Bochum es contrario a derecho. Explicaba Eicheter que "la ley prescribe que las compañías informen a tiempo y de forma completa al comité de empresa", de modo que pueda negociar con éste las medidas a tomar. Gisela Achenbach insistió ayer en que la empresa no avisó en ningún momento al comité que ella preside. Con esto, Nokia estaría obligada a entablar unas negociaciones con el sindicato, cuyo mal desenlace seguiría erosionando la imagen de la empresa en el crucial mercado alemán.

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