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Una fallecida por el mal de las 'vacas locas' vivió en Londres

La mujer muerta en León estuvo allí dos meses con su hija

F. Javier Barroso

Camino L. R., la tercera víctima de la enfermedad de las vacas locas (científicamente, nueva variante de la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob), residió durante dos meses en Londres mientras su hija estaba cursando un título de posgrado. Así lo revelaron ayer fuentes cercanas a la familia, que explicaron que la fallecida había trabajado en un alto cargo de dirección de la Administración central, con destino en León.

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Cuando las fuentes son tóxicas

El fallecimiento se produjo el pasado 28 de diciembre, tras una larga enfermedad. "Era una persona muy vital, muy alegre y a la que le gustaba salir mucho de casa y divertirse", explicaron fuentes cercanas a la familia. Pertenecía a la clase media-alta de la sociedad leonesa. Residía en el centro de la capital y su marido, ahora retirado, había sido un alto directivo de una entidad bancaria de la región.

Durante mucho tiempo tras regresar de Londres, la salud de Camino siguió siendo excelente. Sin embargo, un año y medio antes de enfermar comenzó a hacer cosas extrañas. "De repente protestaba porque no le habían dado de comer, justo cuando acababa de terminar el almuerzo. Otro día se quejaba de que no la habían dado café y en ese momento terminaba de tomar un par de tazas. Al principio, pensábamos que estaba de broma y nos lo tomábamos a risa", añadieron sus conocidos.

La voz de alarma sonó para sus familiares cuando en pleno mes de agosto intentó salir a la calle con un abrigo de visón. A partir de ahí, empezó un largo periplo por los mejores neurólogos de toda España. "Le dijeron de todo, sobre todo que era alzhéimer, pero otros especialistas lo negaron. No podía haber un empeoramiento tan rápido por esa enfermedad. Eso motivó que le hicieran la autopsia", añadieron las citadas fuentes.

Los especialistas que han analizado el caso de Camino están estudiando si pudo contraer la mortal enfermedad durante su estancia en Londres. También temen que la hija de la fallecida pueda desarrollarla, ya que estuvo comiendo en los mismos lugares que su madre. Hasta el momento, no ha manifestado ningún síntoma que haga pensar en esta posibilidad.

La familia de la fallecida ha rechazado hacer declaraciones sobre lo ocurrido.

Un trabajador del matadero de Caledonia en Stirling (Reino Unido).
Un trabajador del matadero de Caledonia en Stirling (Reino Unido).REUTERS

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Sobre la firma

F. Javier Barroso
Es redactor de la sección de Madrid de EL PAÍS, a la que llegó en 1994. También ha colaborado en la SER y en Onda Madrid. Ha sido tertuliano en TVE, Telemadrid y Cuatro, entre otros medios. Licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, está especializado en Sucesos y Tribunales. Además, es abogado y criminólogo.

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