Un grupo ecologista ofrece 19.000 euros por ayuda para 'cazar' buques balleneros
Las heladas aguas que separan la Antártida de Nueva Zelanda están siendo testigo de una doble y muy simbólica caza en estos días. Mientras la flota ballenera japonesa sigue la pista de sus presas, el capitán Paul Watson y los suyos -voluntarios del grupo conservacionista Sea Shepherd- están plenamente lanzados a bordo de dos buques a la caza... de los balleneros japoneses.
Desde 1986 se encuentra en vigor una moratoria internacional para la caza comercial de ballenas, pero Japón mantiene la actividad, y este año ha anunciado su intención de matar unos mil ejemplares, alegando fines de investigación científica.
Los piratas de la compasión -apodo por el que se conocen Watson y compañeros- consideran que se trata de una tapadera para violar el acuerdo internacional y acosan a los balleneros por todos los medios a su alcance, sin arriesgar vidas humanas. El capitán Watson no se limita a mirar, filmar y denunciar. Llegado el caso, utiliza el espolón y hunde barcos en puerto.
En esta campaña, sin embargo, el Farley Mowat y el Robert Hunter, los dos buques de Sea Shepherd (Pastor del Mar), tienen dificultades para localizar exactamente a sus presas en las hostiles aguas del mar de Ross. Por ello decidieron ofrecer una recompensa de 25.000 dólares (unos 19.000 euros) a quienes faciliten la localización de la flota japonesa, tras la que va también Greenpeace.
"Esa información nos ahorraría mucho dinero en carburante", dijo Watson, que antes de fundar y presidir Sea Shepherd estuvo en Greenpeace, de la que salió porque él cree en técnicas de intervención más enérgicas y agresivas. Watson y los suyos piensan que el Gobierno de Nueva Zelanda tiene esas coordenadas, pero, si no las revela, alguien podría animarse a facilitar la pista buena. Además, el tiempo apremia: los buques tienen reservas de carburante para sólo unas dos semanas. Islandia y Noruega también tienen buques dedicados a la caza de ballenas, alegando que ya es posible levantar la moratoria a operativos con fines declaradamente comerciales porque estudios científicos dicen que las poblaciones de ballenas son tales que ya es posible establecer cuotas controladas de pesca.