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Reportaje:

Por qué guardamos tanto el Tamiflu

Sanidad se plantea la vuelta de los antigripales a las boticas - La medida divide a los médicos: unos están por agilizar el acceso al fármaco; otros temen que se use mal

María R. Sahuquillo

En España, tradicionalmente, si uno tenía gripe la receta era: cama, descanso, vitamina C y mucha, mucha agua. También algún antitérmico, para bajar la fiebre, o medicamentos para la tos. Lo común con la gripe estacional era resignarse y pasarla. Ahora, desde que estalló la pandemia de H1N1, todos hablan de antivirales. De Tamiflu y Relenza, dos fármacos para tratar esta enfermedad que ya se hicieron famosos con la gripe aviar, en 2005. Célebres pero no abundantes. Por eso, el pasado 27 de abril, Sanidad los retiró de las farmacias. Desde entonces, sólo pueden conseguirse en los hospitales o centros de salud, de la mano directa del médico. Pero el Gobierno se plantea ahora que vuelvan a las boticas para agilizar el acceso al medicamento. La medida ha dividido al sector médico: unos la critican porque creen que la venta de estos fármacos tiene que estar muy controlada. Otros la aplauden; dicen que se facilitará un tratamiento más rápido a los pacientes.

Los antivirales son eficaces tomados antes de 48 horas del primer síntoma
Que los fármacos se vendan con receta no impide los fraudes
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En España, ahora, no todo el mundo tiene acceso a estos fármacos. Sólo los enfermos de nueva gripe que tienen algún riesgo añadido reciben antivirales: las embarazadas, los enfermos crónicos y los mayores de 65 años. También se administra a los casos graves de H1N1. Y siempre dentro del propio centro de salud o del hospital. "Se trata de controlar el uso de estos medicamentos", explica el secretario general de Sanidad, José Martínez Olmos. "Así, se evita que se creen resistencias al virus y que la gente intente acapararlos. Algo que sería pernicioso, y que además podría desencadenar carencias en el mercado".

El oseltamivir (o Tamiflu, fabricado por Roche) y el zanamivir (Relenza, de GlaxoSmithKline) son un bien escaso. España cuenta con una reserva de 10 millones de tratamientos completos a la que se sumarán en los próximos meses otros 5,4 millones. Con ellos se cubriría a algo más del 30% de la población. Los dos se han demostrado eficaces para tratar el H1N1. Pero sólo si se aplican antes de que pasen 48 horas desde que aparecieron los primeros síntomas, según advierte la Organización Mundial de la Salud (OMS). Por eso, algunos expertos no comparten el férreo control de Sanidad sobre estos medicamentos. "Se pierde tiempo en solicitar el fármaco. Del médico y del enfermo. Cuando se empiecen a registrar más casos en los centros de salud se puede llegar a formar un caos evitable. Tener los antigripales en la farmacia y prescribirlos por receta de aportación reducida es una solución óptima para normalizar en España el acceso al medicamento, sin burocracia y sin sobrecargar más aún a los centros de salud. Además de permitir el acceso también a los ciudadanos con cobertura privada", sostiene Juan Martínez Hernández, especialista en Medicina Preventiva y miembro de la comisión de Salud Pública de la Organización Médica Colegial (OMC).

Sanidad, sin embargo, asegura que el proceso de prescripción es muy rápido, y defiende la restricción. Martínez Olmos sostiene que, con la evolución de la enfermedad, la prescripción en los propios centros de salud y hospitales es lo adecuado. Pero esta situación puede cambiar "si la expansión de la pandemia lo requiere".

Para José María Martín Moreno, catedrático de Medicina Preventiva y Salud Pública y asesor de la OMS, la política del Gobierno de acceso a este medicamento tiene dos lados. "El consumo inapropiado de estos productos puede favorecer la aparición de resistencias por parte del virus, de forma que la medicación sea mucho menos efectiva. Pero, en el otro lado de la balanza, el restringir el acceso a estos antivirales puede ser contraproducente porque puede generarse la falsa idea de que son la panacea, identificándolos con la imagen de producto inalcanzable", argumenta.

Así, explica este experto, se podrían llegar a producir situaciones de "psicosis" con consecuencias inconcebibles. "Incluyendo el extremo, que ya se ha dado en algún lugar, de asaltos a los locales donde se custodian las reservas de estos fármacos", cuenta. Sucesos, aunque no con el Tamiflu con protagonista, como el ocurrido en Argentina -uno de los países más afectados por la pandemia-, donde el alcohol en gel se agotó en todo el país porque se dijo que su uso era útil para evitar la infección. O en México, donde se terminaron las mascarillas. El Gobierno intenta evitar este tipo de situaciones a toda costa.

En España, las reservas de antivirales se dividen en dos partes. Una está en manos de las comunidades y otra en manos del Gobierno, que dispone de un total de medio millón de tratamientos completos a los que se sumarán otros 5,4 millones en los próximos meses. Es la llamada "reserva estratégica", destinada a los "servicios esenciales para el Estado" (Ejército, policía...) y a apoyar a aquellas autonomías que lo necesiten. Este contingente de fármacos lo custodia Defensa en sus instalaciones de Burgos por seguridad. El cargamento en manos de las comunidades -9,4 millones de tratamientos completos- también se almacena en un sitio secreto, seguro y supervisado por las autoridades, diferente en cada región.

Se trata de un modelo de control similar al que existe en otros países de Europa. Como en Bélgica, donde también es el Ejército quien custodia los tratamientos de Tamiflu y Relenza que el país tiene para enfrentar la pandemia. Allí, la prescripción de estos fármacos se hace como en España, por vía directa de los médicos, quienes tienen que ir personalmente a proveerse de ellos a las oficinas habilitadas específicamente para eso. En Reino Unido, donde se plantearon liberalizar la venta de estos medicamentos, sólo se pueden comprar (y con receta médica) en algunas farmacias. Lo que no ha impedido que se hayan producido fraudes en los diagnósticos para conseguirlos, tal y como advierten las autoridades británicas.

Que los fármacos se vendan sólo con prescripción médica en las farmacias no siempre impide que la gente pueda comprarlos sin control, tal y como advierte Fernando Malmierca, portavoz de la Asociación Española de Pediatría y miembro del Comité Científico que asesora al Gobierno sobre la nueva gripe. La realidad hace pensar que con el Tamiflu y el Relenza puede ocurrir algo similar a lo que sucede con los antibióticos. Son muchos los usuarios que los compran para automedicarse.

Esta maniobra es ridícula para los expertos, que alertan de que la profilaxis con estos fármacos no sólo es inútil, sino que puede ser perjudicial. En España sólo se usó de manera preventiva en personas que habían tenido contacto con enfermos de nueva gripe al principio. Además, según datos de la Agencia de Protección de la Salud de Reino Unido, la administración de estos fármacos a niños sanos, por profilaxis, por ejemplo, puede causar efectos secundarios, como pesadillas y mareos.

Malmierca explica que, además, no todo el mundo necesita tomar estos medicamentos. "La mayoría de las personas tienen síntomas leves. Los antivirales son para gente con factores de riesgo añadidos. Para el resto, la gripe se debe tratar como siempre se ha hecho. Con antitérmicos y reposo", dice. Su argumento que se apoya en los datos de Sanidad, según los cuales, de los más de 13.000 enfermos de gripe que ha habido desde que se detectó el primer contagio, menos de 50 han estado ingresados en la UCI. La enfermedad ha provocado en España nueve fallecimientos.

Porque una gripe normal puede llegar a durar siete días. Lo que hacen los antivirales -cuyo tratamiento dura una semana- es minimizar los síntomas y acortar el periodo de enfermedad en un día y medio o dos. Algo que no a todos les parece suficiente beneficio si hay riesgo añadido.

Sin embargo, en países como Argentina o Chile que viven ahora momentos duros con el virus pandémico alimentado por el invierno, se prescribe antivirales a los enfermos a criterio del médico. Su uso no está limitado sólo a pacientes de riesgo, pero también se intenta controlar su dispensación. En Chile, por ejemplo, la presidenta Michelle Bachelet firmó un decreto para enfrentar la pandemia que obliga a las autoridades sanitarias a mantener un registro diario de pacientes diagnosticados, para evitar la "prescripción indiscriminada" o el "uso indebido" de lo que considera un "bien público".

También en España el Tamiflu o el Relenza, dice Martínez Olmos, son un bien público. Y, "dado que no es un bien ilimitado, es la fórmula adecuada para que tengan acceso a él aquellos que de verdad lo necesitan", dice.

Pero, a pesar de esto, los médicos creen que deberían ser ellos los que valorasen si una persona, al margen de que pertenezca o no a un grupo de riesgo, necesita antivirales. "Contando con que haya suficientes reservas por parte del Sistema Nacional de Salud y que hay disponibilidad suficiente de antivirales por parte de los laboratorios productores, es preferible normalizar su acceso, intentando asegurar su adecuada prescripción médica", concluye Martín Moreno.

Control del proceso de fabricación de oseltamivir en el Centro Militar de Farmacia de Burgos.
Control del proceso de fabricación de oseltamivir en el Centro Militar de Farmacia de Burgos.GORKA LEJARCEGI

Siempre con receta médica

- España tiene una reserva de 10 millones de tratamientos de antivirales. En unos meses llegarán otros 5,4 millones.

- El 27 de abril, Sanidad retiró el oseltamivir y el zanamivir de las farmacias. Ahora sólo se consiguen en los centros de salud y hospitales y de la mano de los facultativos.

- No todo el mundo tiene acceso a estos antigripales. Sólo se prescriben a los enfermos con factores de riesgo: embarazadas, enfermos crónicos y mayores de 65 años.

- El tratamiento con estos fármacos dura una semana. Reducen los síntomas y acortan la enfermedad en dos días, aproximadamente.

- En Bélgica el sistema de acceso al fármaco es similar al español, pero allí es el médico quien decide, en cada caso, si necesita o no el fármaco.

- En Reino Unido, donde se plantearon su venta libre, se compran con receta en algunas farmacias. Aún así, las autoridades han detectado fraudes.

- En Chile se prescriben a criterio médico. Sin embargo, un decreto presidencial obliga a que las autoridades sanitarias lleven un registro de pacientes diagnosticados para evitar el uso indebido de lo que consideran un "bien público".

Novena muerte por nueva gripe

La primera pandemia del siglo XXI sigue causando muertes. Ayer se produjo el noveno fallecimiento por la nueva gripe en España. Se trata de una mujer de 28 años. Murió en el Hospital 9 de Octubre de Valencia y, antes de ser afectada por el virus padecía otras enfermedades. El Ministerio de Sanidad informó ayer de que la joven falleció "por complicaciones relacionadas con la gripe H1N1". La familia no ha querido que se desvelen más datos sobre las patologías crónicas que tenía la víctima.

Tener enfermedades de base -como obesidad, diabetes, o enfermedades pulmonares- es un factor de gran riesgo con el H1N1. La mayoría de los fallecidos en España por la nueva gripe tenía patologías previas. Como el hombre de 45 años y antecedentes de enfermedades renales que falleció en Teulada (Alicante) el pasado 20 de julio. O el varón de 71 años que falleció hace unas semanas en el Hospital Universitario de La Paz de Madrid como consecuencia de una reagudización de su enfermedad broncopulmonar y complicaciones derivadas de la gripe.

Además, ayer ingresó en el hospital Rey Don Jaime de Castellón una mujer de 31 años embarazada e infectada por el H1N1. Su pronóstico, según fuentes de la consejería de Sanidad de la Comunidad Valenciana, es "muy grave". El embarazo, junto con las patologías previas, es un factor de riesgo para la nueva gripe. De hecho, la primera fallecida por este virus en España, Dalila Mimouni, ingresó en cuidados intensivos de 27 semanas de gestación. Entre un 8% y un 13% de las muertes por la nueva gripe son embarazadas.

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Sobre la firma

María R. Sahuquillo
Es jefa de la delegación de Bruselas. Antes, en Moscú, desde donde se ocupó de Rusia, Ucrania, Bielorrusia y el resto del espacio post-soviético. Sigue pendiente de la guerra en Ucrania, que ha cubierto desde el inicio. Ha desarrollado casi toda su carrera en EL PAÍS. Además de temas internacionales está especializada en igualdad y sanidad.

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