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Reportaje:Vida&artes

No hay conjura, se llama mercado y especula

El ataque al euro no es conspiración, sino el normal funcionamiento de las Bolsas - Los 'tiburones' buscan heridas abiertas para actuar a corto plazo - Y todas las víctimas suelen denunciar la mano negra

Amanda Mars

Euforia, pánico, sed de dinero y una legión de profetas. Esos son, al final, los motores de las montañas rusas que mueven las bolsas y los mercados financieros. Los inversores ponen su dinero en aquello que -calculan, confían, creen que- les dará beneficio y lo retiran cuando -consideran, sospechan o presienten que- lo pueden perder. La decisión de vender la acción de una empresa, el bono de un país o una divisa tiene un efecto rebaño en el resto de inversores, que acaba creando tendencia y alimentándola. Y algunas profecías se autorrealizan. Esa es la dinámica del mercado.

Lo que se juega ese rebaño son cantidades ingentes de dinero, así que las alarmas se disparan continuamente. Acción, reacción. Por ejemplo, el 28 de enero, cuando el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, compartió mesa en el prestigioso foro económico de Davos con los dirigentes de Grecia y Letonia -ambos con malas notas en sus finanzas públicas- y los expertos arrojaron toda una serie de negativos augurios para España, el mercado de la deuda española sufrió un revés (ver cuadro). Pero el pasado jueves, cuando se supo que la Unión Europea prepara un plan de rescate para Grecia, la alegría volvió al mercado y el riesgo-país de España bajó. Ayer, las mejoras siguieron en los mercados y castigaron a los que apostaron contra Grecia.

Los seguros de impago de la deuda española se han disparado
"Si un diario puede hundir tu economía, tienes un problema", dice un experto
España mantiene una buena nota de solvencia, pero despierta recelos
El efecto rebaño de los inversores retroalimenta las tendencias
Los inversores pueden forzar a aplicar medidas de ajuste necesarias
Stiglitz llamó a "quemar" a quienes especulaban sobre Grecia
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Se llama mercado financiero y es voluble, histérico y desconfiado. Las agencias de calificación crediticia, que evalúa la fiabilidad de la devolución de la deuda, como Moody's y Fitch, mantienen a España la máxima nota (una triple A) y se esfuerzan en destacar que su situación no es comparable a Grecia. Aun así, en las últimas semanas los fondos han tendido a vender los bonos españoles y, con ello, obligado al Estado a subir su rentabilidad, mientras se volcaban en comprar bonos alemanes (los más fiables) y los seguros de impago de la deuda pública española, con la previsión de que éstos iban a subir de precio.

La especulación forma parte del ADN del mercado financiero, y tiene su papel en el castigo que ha recibido la deuda española en los mercados, pero el ministro de Fomento, José Blanco, ha llegado a azuzar hace unos días la idea de una conspiración orquestada: "Nada de lo que está ocurriendo en el mundo, incluidos los editoriales de periódicos extranjeros, es casual o inocente". A su juicio, ese "ataque al euro" es fruto de "maniobras un tanto turbias" por parte de los "especuladores financieros", los mismos que "originaron la crisis" que, "ahora que estamos saliendo de la crisis, no quieren que se regulen los mercados para así poder volver a hacer de las suyas".

Pocos economistas creen en conjura alguna. El propio secretario de Estado de Economía, José Manuel Campa, descartó también teorías conspirativas, pero sí destacó que el euro y la deuda española se están viendo afectados por movimientos del mercado que reaccionan "a corto plazo a las noticias, pero luego en el medio y largo plazo se ajustan". Lo dijo precisamente tras una presentación económica el lunes en Londres, lo que también ha ayudado a calma las aguas respecto a España.

La especulación contra el euro queda patente en las apuestas bajistas contra el euro (es decir, que prevén una caída del precio de la moneda única europea) en la Bolsa de futuros de Chicago, que alcanzó un récord de 5.600 millones de euros la semana pasada. Pero cuando veían que el negocio estaba en comprar euros porque iban a subir, compraban. Así son las reglas de este juego, que consiste en hacer dinero sin remilgos.

"Hay una larga historia de gobiernos -argentinos, mexicanos, rusos, malaisios, coreanos...- que, cuando han estado bajo presión, denuncian una conspiración contra ellos. Las campañas sólo tienen éxito cuando hay vulnerabilidad, y eso ocurre como producto de políticas públicas", puntualiza Moisés Naím, director de la revista Foreign Policy.

Naím percibe un mismo patrón de comportamiento en los países con dificultades: "Primero, niegan el problema; luego, aplican medidas insuficientes; después, denuncian factores externos, trasladan la culpa a fuerzas ocultas, y, al final, enfrentan la realidad y adoptan medidas de ajuste".

Especuladores, haylos, pero necesitan una herida que supure. Unas finanzas delicadas, como las de Grecia, Portugal, Irlanda y España. En el caso español, el mercado se basa en un déficit público del 11,4%, en una tasa de paro del 20% y en la poca fe en una recuperación rápida. "Hablar de heridas es poner a los especuladores o inversores como malos, y a los gobiernos como víctimas, cuando los ataques de los inversores son los que obligan a las administraciones a mantener políticas públicas sostenibles", señala Naím.

Los inversores olieron la flaqueza a mediados de enero. Las agencias de calificación de deuda rebajaron la nota a Grecia, que vio hundirse su deuda en el mercado, y ese temor acabó contagiando la inversión en la deuda de España. Empezaron a vender los bonos españoles, con lo que el Estado se vio obligado a subir su rentabilidad y creció la prima de riesgo, que se mide en función de la diferencia respecto a los bonos de Alemania, que se consideran los más seguros.

Este diferencial, que era de 57 puntos el 8 de enero, escaló hasta los 100 la semana pasada, concretamente el 4 de febrero, el mismo día que la Bolsa se desplomó un 6% y el Estado se vio obligado a subir los intereses que paga a los inversores que pagan el dinero. Esta situación, a su vez, causa daños, porque encarece la financiación del Estado y también de las familias y los países, es decir, sube lo que se conoce como "riesgo-país".

Los daños que causan estos movimientos llevaron el martes a Joseph Stiglitz, premio Nobel de Economía, a llamar a "quemar a los especuladores" que, aseguró, atacaban un flanco débil como Grecia. "Los ataques especulativos" en los mercados financieros contra Grecia constituyen "un problema real, porque si los tipos de interés suben, eso aumenta los déficits porque uno tiene que pagar más intereses, y eso puede desencadenar un círculo vicioso que afecta la confianza", resumió Stiglitz.

Los inversores, mientras vendían los bonos españoles, compraban bonos alemanes y seguros contra impagos de deuda españoles, los llamados Credit Default Swap (CDS), que son un buen barómetro de las dudas que despiertan las finanzas de un país y han jugado un papel capital en el derrumbe del mercado de la deuda soberana. De hecho, entre el 1 de diciembre y el 8 de enero los CDS de prácticamente todos los países se han duplicado (ver cuadro), pero España despierta más recelos porque "no es lo mismo pasar de 23 a 46 dólares de precio (de 17 a 33 euros) que de 83 a 166", apunta Juan Ignacio Crespo, de Thompson Reuters.

Hay quien ha hecho un buen negocio con las dudas sobre España. Por ejemplo, todos aquellos inversores que han comprado los seguros CDS y los han vendido por el doble del precio sin haber llegado a tener nunca bonos.

Los CDS, además, son más especulativos que los bonos, y, como tienen poca liquidez (es decir, un volumen total de dinero menor), cualquier movimiento que hagan, aunque sea con menos dinero, supone una oscilación mayor en porcentaje.

El nivel en que se encuentra la prima de riesgo de España y el precio de los seguros contra impagos no se corresponden con la calificación oficial de solvencia. España mantiene la triple A y, sin embargo, el riesgo de impago que los inversores están asignando a la deuda española (mediante el precio al que fijan los CDS) es superior al del BBVA o el Santander.

Félix López, director de Atlas Capital, recuerda que históricamente, "los mercados de los CDS no tiene en cuenta las calificaciones de deuda y sus movimientos son más cortoplacistas". "Los mercados si toman una posición contra una serie de países es porque creen que la perspectiva es mala. Si se toman medidas drásticas, a corto plazo, todas estas CDS se dan la vuelta", añade López.

El inversor George Soros aprovechó la crisis monetaria de 1992 para apostar una fortuna a que la libra esterlina se devaluaría frente al marco, la hundió y llegó a ganar 1.200 millones de euros en plusvalías. "Pero Soros no le tenía manía a la libra, lo que buscaba eran ganancias", apostilla Crespo.

Los recelos sobre la deuda española no tienen fundamentos claros. La previsión del Gobierno es que la deuda del Tesoro en circulación al cierre del año alcance una cifra récord de 553.500 millones de euros, lo que representará el 55% del PIB, con una previsión que para el conjunto de las Administraciones Públicas es del 65,9%, casi 20 puntos por debajo de la media europea, del 84% para el mismo periodo. "Es cierto que el ratio de deuda de España es bajo e incluso, en 2012-2013, en términos relativos, seguirá bajo, pero la clave está en la evolución que ha tenido. En 2007 estaba el 40%. Los mercados miran la tendencia, la evolución", apunta Sara Baliño, de Analistas Financieros Internacionales (AFI).

Al plan de sostenibilidad del Gobierno, con un ahorro previsto de 50.000 millones hasta 2013, le está costando ganarse el respeto de los inversores debido a la previsión de crecimiento a la que va vinculada. "Pueden anunciarse medidas de ajuste, pero también es necesario que suban los ingresos", añade la analista. El Gobierno espera que la economía crezca un 2,9% en 2012 y un 3,1% en 2013, mientras que el Fondo Monetario Internacional (FMI) no espera que el producto interior bruto (PIB) suba más que un 1,4% y un 1,7%, respectivamente, esos dos años.

No ayuda el desmán del Gobierno a la hora de plantear medidas como la reforma de las pensiones. Cuando se la presentó a Bruselas, rectificó en el último minuto su objetivo de reducir en cuatro puntos del PIB el gasto en pensiones, un objetivo que se lograría retrasando en dos años la edad legal de jubilación y ampliando en una década el periodo de cómputo de la pensión. "La reforma de las pensiones es a largo plazo, no es tan importante ahora, pero si anuncias una medida y la retiras, das la sensación de que no va a hacer nada. El mensaje que transmite el Gobierno es que no hará nada que enfade a los sindicatos", resalta Xavier Sala-i-Martín.

Tampoco surte efecto alguno lanzar el dedo acusador contra especuladores o enemigos del euro. Algunos países europeos han estado comprando deuda griega para reforzarla. Y el simple mensaje de que la Unión Europea no dejará caer a Grecia ha calmado a los mercados. "España va a salir con seis o nueve meses de retraso, y esto debería ser un episodio pasajero, porque si Alemania y Estados Unidos crecen, España crece casi sin querer", opina Crespo, de Thompson Reuters.

Sala-i-Martín replica que "no se puede creer en la teoría conspirativa de la prensa británica, en dar las culpas a los demás. Si un periódico es capaz de hundir una economía, es que tienes un problema con tu economía".

Y es que una parte de las críticas a los "editoriales" de Blanco iban dirigidas a Financial Times, uno de cuyos blogs tildó al ministro "paranoico". Fuentes del periódico británico prefirieron no entrar a comentar el episodio. Ayer, tras la visita de la vicepresidenta económica, Elena Salgado, el pasado lunes a la redacción en Londres, el rotativo dedicó un editorial más amable recalcando que "España no es Grecia", aunque tiene un grave problema con su mercado de trabajo.

La relación entre los políticos y la economía resulta parecida a la de los médicos y sus pacientes, suele utilizar como símil Sala-i-Martín: "Si ves que un enfermo tiene cáncer, pero el médico te dice que sólo es un dolor de cabeza y se le pasará con una aspirina, te mueres de miedo. Pero si te dice: esto es un cáncer, pero vamos a hacer todo esto para curarlo y tienes estas posibilidades de salir adelante, dentro del nerviosismo, le crees".

El problema es que la especialidad de la medicina en la que mejor se mueven economistas, analistas o formadores de opinión es más bien forense: a veces pueden equivocarse en el diagnóstico, o en el tratamiento, pero cuando de verdad la clavan, es a la hora de acertar de qué ha muerto el enfermo.

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Sobre la firma

Amanda Mars
Directora de CincoDías y subdirectora de información económica de El País. Ligada a El País desde 2006, empezó en la delegación de Barcelona y fue redactora y subjefa de la sección de Economía en Madrid, así como corresponsal en Nueva York y Washington (2015-2022). Antes, trabajó en La Gaceta de los Negocios y en la agencia Europa Press

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