No es una historia de buenos y malos
Quizá yo estoy viendo un Tour diferente, quizá mis ojos miren y vean detalles que pasan desapercibidos para otros o busquen otros puntos de interés. Por eso que me siento cada vez más extrañado, confuso e incluso aburrido de las polémicas que se están creando por las actuaciones deportivas y extradeportivas de la pareja Schleck-Contador en este Tour.
Que Contador tiene este Tour en su mano es cada vez más evidente; que Schleck tiene francamente complicado ser una amenaza seria en este punto de la carrera, también -hoy saldremos de dudas-, pero parece ser que no gusta que Contador pueda ganar este Tour sin haber dado un golpe de autoridad sobre la mesa. O que si ya lo ha dado, parece que no ha sido lo suficientemente fuerte para el gusto de algunos. O que cuando ha podido darlo de verdad, se ha dedicado a plegar su espalda en nombre del juego limpio y la deportividad.
Hay que recordar que ningún ciclista elige el modo de ganar, sino que está obligado a adaptarse a las circunstancias. Y muchas veces la efectividad está reñida con el espectáculo; eso no hay que olvidarlo, que los ciclistas son personas, no robots. Que pedalean, sufren, se cansan, tienen miedo -a caerse o la oscuridad, me da igual- y que sienten el calor y el frío como todos nosotros. Y como todos nosotros, si pueden hacer algo de una manera fácil, prefieren hacerlo así antes que complicarse la vida en mil revueltas. A veces parece que se olvida.
¿Está la cortesía matando este deporte? Los hechos puntuales ocurridos en este Tour entre la pareja del primero y el segundo parecen contestar que sí. Esa al menos me parece a mí la opinión generalizada. Pero como comentan con acierto en mi blog, este es un terreno completamente resbaladizo en el que las valoraciones son totalmente subjetivas y nadie tiene autoridad para estar en posesión de la verdad. Entre otras cosas porque esa verdad no existe. Por eso es importante valorar la subjetividad de esa opinión; el bagaje, la experiencia y la madurez de cada uno de los que emite su juicio para valorar en su justa medida cada uno de los argumentos que utilice a su favor.
En mi opinión, cada hecho debe ser contextualizado y diferenciado del resto. Verlos todos en la globalidad o como un plan urdido para conseguir algo me parece una auténtica estupidez. El plante del día de Spa, la caída de Frank Schleck en el pavés, la comedia del juego de miradas de Plateau de Bonascre, la etapa que Contador no disputó a Schleck, la caída de Samuel, el ataque de Sastre y sus posteriores declaraciones... No es una historia de buenos y malos; no es terreno abonado para el forofismo. Yo, de cada circunstancia, tengo una opinión formada, pero eso no significa que esté en posesión de la verdad. La única verdad es que las cosas ocurrieron de esa manera; si los protagonistas actuaron bien o mal, eso ya es opinable en cada caso.
Yo creo y opino que es importante que los corredores no se pierdan el respeto los unos a los otros. El conflicto viene de que la noción de respeto es también subjetiva, y por lo que veo en el caso de algunos, incluso volátil. De todas maneras, todo esto hay que relativizarlo. Partiendo de la base de que la considero una polémica estéril, me parece que alimentar este debate es incluso hasta artificial. Yo lo digo bien claro, me aburre por completo esta historia. Esto es ciclismo, un deporte, un entretenimiento, en el fondo no es nada más que un juego, hay cosas más importantes en la vida. Yo un día tuve que dejar este juego por un problema concreto, y enseguida entendí que en mi vida había cosas mucho más importantes como para amargarme por ciertas cosas de este deporte. Espero no ser el único que ve las cosas de esta manera. Y si hay alguien que lo ve como yo, le doy mi enhorabuena. No por coincidir en la opinión, sino por entender que el valor de todo este circo es relativo. Esto es el Tour, sí, lo más grande, ¿y bien?
