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Reportaje:vida&artes

Sin humo no se hunde el bar

Los hosteleros vaticinan un desastre por la prohibición de fumar, pero la experiencia en otros países lo desmiente

Elena G. Sevillano

Una debacle se cierne sobre el negocio de la hostelería en España: se cerrarán casi 40.000 locales y, con ellos, se perderán 100.000 empleos. Bares, restaurantes y lugares de ocio ingresarán menos dinero; muchos clientes no pondrán un pie en los establecimientos y, si lo hacen, consumirán menos. Ése es, al menos, el pronóstico que hace la Federación Española de Hostelería y Restauración (FEHR) con respecto a la reforma de la ley antitabaco que tiene en cartera la ministra de Sanidad, Trinidad Jiménez. La prohibición total de fumar en cafeterías y restaurantes en 2010 llevará a la ruina a buena parte del sector, aseguran. Sanidad discrepa y muchos estudios, también: las leyes antitabaco no han tenido consecuencias económicas negativas en otros países, aunque en alguno coincidió con procesos de ajuste en el sector que responden a distintas causas.

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Los hosteleros acusan a la ministra de no enseñarles esos informes. "Lo que dice no es verdad", afirma tajante su adjunto a la presidencia, José Luis Guerra. La federación aporta sus propios datos: en Irlanda, cuya prohibición data de marzo de 2004, cerraron uno de cada cuatro bares entre 2003 y 2007 y el número de hoteles y restaurantes cayó un 16,4%. La estadística es correcta y, proviene del INE irlandés, pero sólo da números, no causas. "Los años coinciden; a mí me parece una hipótesis muy plausible", esgrime Guerra. Y apunta más cifras negativas. La Asociación Británica de Cerveza y Pubs (BBPA, en sus siglas en inglés) informó en diciembre de que cada semana cierran 11 pubs en Londres. Guerra lo achaca a la prohibición del tabaco, pero lo cierto es que la propia BBPA, cuyos miembros venden el 98% de la cerveza en el Reino Unido y poseen dos tercios de los 54.000 pubs del país, culpan sobre todo a su Gobierno por haber aumentado un 8% el impuesto sobre la bebida. Pero los hosteleros españoles insisten: "No lo tenemos documentado, pero los empresarios nos dicen lo que está pasando en otros países. Le pedimos a la ministra que sea seria, que haga un estudio de verdad", dice Guerra.

Quien sí realizó un informe en octubre pasado fue el Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo, una organización que engloba a 40 sociedades científicas (cardiología, neumología, pediatría...). Se titula Impacto económico de la regulación del consumo de tabaco en el sector de la hostelería y recopila varios estudios independientes y estadísticas oficiales. Su conclusión: "Las predicciones de las organizaciones de hostelería sobre el impacto de las prohibiciones de fumar se han demostrado fallidas en todos los países en que han entrado en vigor leyes de locales libres de humo".

Un artículo de Fenton Howell, del Royal Collage of Physicians de Irlanda, aseguraba en 2005 que los pronósticos agoreros de los empresarios irlandeses -allí también dijeron que sus ventas caerían un 25%- fueron "totalmente erróneos". El autor citaba datos oficiales: las ventas en los bares descendieron ligeramente durante los primeros nueve meses, pero después volvieron a subir.

El 31,5% de los españoles mayores de 16 años se declaran fumadores, según la Encuesta Europea de Salud 2009. Son más -un 6,68% más- que cuando entró en vigor la ley actual (enero de 2006). Los que apoyan la prohibición total son un 56%, según una encuesta reciente de Clima Social de Metroscopia. A ese dato también responden los hosteleros: "Los ciudadanos piensan que en Europa está absolutamente prohibido fumar y que España es una excepción, y eso no es cierto. El ministerio está haciendo una labor de contrainformación", critica Guerra.

Los restauradores apelan a la "cultura social", típicamente española, que "relaciona la restauración y el tabaco". Aseguran que el consumidor fumador es más asiduo que el no fumador. Los hábitos españoles -con un establecimiento de restauración por cada 132 habitantes frente a los 365 de Irlanda, por ejemplo- no se pueden comparar con los de los europeos, vienen a decir.

Quizá sí con Italia, que prohibió fumar en todos los locales públicos en 2005, aunque permitió separar salas de fumadores cumpliendo unas condiciones muy rigurosas. Un estudio realizado tres años después por investigadores del Istituto di Ricerche Farmacologiche Mario Negri (Milán) demostró que más del 80% de los italianos creían que la ley se estaba respetando en bares y restaurantes. Un 10% aseguró también que, tras la prohibición, frecuentaban más los cafés y restaurantes. El estudio, publicado en la revista Journal of Epidemiology and Community Health, concluye que "en Italia, la legislación antihumo no afectó al negocio de bares y restaurantes y sigue respetándose mayoritariamente".

Estados Unidos, pionero en aprobar este tipo de leyes a nivel local y estatal (aún no existe una ley federal), lleva dos décadas estudiando el tema. La revista de la American Cancer Society publicó en 2007 un trabajo de dos profesores de Salud Pública en el que concluyen que las leyes antihumo son "seguras, baratas y efectivas" y, sobre todo, "no tienen un impacto económico negativo". Por ejemplo, el empleo en restaurantes de Nueva York aumentó un 18% tras la prohibición de fumar en 1995.

La ministra de Sanidad no quiere ponerse plazos para que la nueva ley entre en vigor. Asegura que antes quiere consensuarla. "Los efectos en otros países han sido nulos o, en algún caso, positivos; muy alejados de las previsiones catastrofistas de empresarios y otros colectivos", aseguran desde el ministerio, que insiste en el "beneficio social" de la norma para la salud y en su "coste cero". Pero los hosteleros avisan: no van a quedarse de brazos cruzados.

Algunos, como la Federación Catalana de Asociaciones de Actividades Recreativas Musicales, han empezado a recoger firmas contra el endurecimiento de la ley. Como el Club de Fumadores por la Tolerancia, que lo hace a través de Internet. "El sector de la hostelería es muy importante en este país; supone algo más del 6% del PIB", dice Guerra. "Estamos dispuestos a colaborar para conseguir una sociedad sin humos, pero hay que conciliar, no podemos arruinarnos en el tránsito".

Un local valenciano informa de que tiene zona para fumadores.
Un local valenciano informa de que tiene zona para fumadores.EFE

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Sobre la firma

Elena G. Sevillano
Es corresponsal de EL PAÍS en Alemania. Antes se ocupó de la información judicial y económica y formó parte del equipo de Investigación. Como especialista en sanidad, siguió la crisis del coronavirus y coescribió el libro Estado de Alarma (Península, 2020). Es licenciada en Traducción y en Periodismo por la UPF y máster de Periodismo UAM/El País.

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