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A igual riesgo, el natural es más seguro

A igual riesgo, "es más seguro un parto natural que una cesárea, que implica abrir el abdomen", apunta Josep Maria Lailla, presidente de la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia.

Pero no siempre se puede elegir. Las cesáreas son la respuesta a dos circunstancias: problemas detectados antes del parto o sobrevenidos en el alumbramiento. En el primer caso la indicación obedece a patologías maternas (cardiopatías, fractura de pelvis, determinadas infecciones vaginales) o cuando existe una desproporción entre el tamaño del feto y la pelvis. También si la madre ha sufrido dos cesáreas previas, si tiene cicatrices en la matriz por cirugías anteriores, si el parto es de trillizos (gemelos si el primero no está colocado de cabeza) o si el niño está atravesado. Es frecuente que cuando viene de nalgas se recurra a esta intervención, aunque como indica Bernat Serra, jefe de obstetricia de la clínica Dexeus de Barcelona, esta decisión es cuestionable "siempre que el médico lo sepa hacer".

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Basta de cesáreas rutinarias

Las cesáreas de urgencia suelen practicarse porque la mujer no dilata, el bebé no desciende, la madre sufre algún tipo de trastorno (fiebre, hipertensión) o se sospecha de que el niño no se está oxigenando adecuadamente a través de la placenta.

Estas son indicaciones, ¿se cumplen en España? Lailla sostiene que la tasa del 15% que recomienda la OMS es orientativa. "Un hospital comarcal con un 20% de cesáreas tiene un porcentaje alto si sus pacientes son de riesgo medio o bajo, mientras que la misma cifra en un centro de referencia que atiende casos complejos es muy baja". La creación de una tasa ajustada a riesgo, sostiene Serra, arrojaría más luz sobre la praxis obstétrica.

Lo que parece menos cuestionable es que los criterios son más laxos en el sector privado (40% de cesáreas frente al 23% en los hospitales públicos, con datos de Cataluña de 2010). Varias razones explican estos números. En los hospitales, los médicos están sujetos a protocolos fijados por los propios servicios y cuentan con más recursos para hacer frente a eventualidades. No pasa lo mismo en todas las clínicas. Además, los médicos privados cada vez temen más ser denunciados, lo que puede inclinar la balanza hacia la cesárea, admite Lailla.

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