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El implante subcutáneo gana terreno como anticonceptivo

Desde 2002 se han distribuido 16.000 unidades entre las mujeres españolas

"Sobre todo está bien porque me sale gratis", dice Isabel Rus, de 19 años, con algo de dolor y un pequeño moratón en el brazo. Tiene recién colocado el implante subcutáneo anticonceptivo, al que muchas mujeres ya llaman el diu del brazo y que la sanidad pública de algunas comunidades financia al 100%. Andalucía, que empezó a implantarlo en 2003, está extendiendo su uso a todos los distritos de atención primaria. En el último año y medio ya se han colocado más de mil unidades de Implanon, una de las dos marcas que se comercializan en España. Es una varilla con dosis de hormonas que se introduce bajo la piel del antebrazo y su efecto dura tres años.

El Implanon empezó a comercializarse en España a mediados de 2002 y cada vez son más los servicios públicos de salud que lo ofrecen de forma gratuita. Jadelle, el otro modelo de implante a la venta en España, es financiado en un 40% por el Ministerio de Sanidad. La diferencia entre ambos es que Jadelle consta de dos varillas en vez de una y puede durar hasta cinco años. Entre los dos sistemas, hasta diciembre de 2008 se habían distribuido en España 16.220 unidades (9.736 de Implanon y 6.484 de Jadelle).

En la consulta a la que acude Isabel Rus, 24 horas después de su implante, hay vendas, betadine y poco más sobre la mesa del médico de familia, Francisco García de la Corte, quien le colocó el método. "Esta varilla inhibe de la función del ovario por tres años y es el sistema de anticoncepción con la efectividad más alta que existe", asegura el también, médico de planificación familiar.

La joven, estudiante y trabajadora en una pizzería, cumple todos los requisitos para ponerse el implante: es mayor de 16 años y entregó al médico una analítica reciente en la que no se detectaron problemas. "No se pide nada más", destaca García de la Corte. Después el facultativo valora si la mujer es propensa a dolencias cardiovasculares, hepáticas, cánceres o es alérgica a algún componente del producto.

El dolor en el brazo ha sido el único efecto secundario en Isabel y los cambios en el ciclo menstrual son la secuela más frecuente. Puede haber retrasos en la menstruación, falta de regla en un 25% de las mujeres y un 14% de reglas irregulares y abundantes. "Lo normal es que al cabo de un año sangre menos cantidad y menos días. Pero también hay casos en los que ocurre lo contrario", afirma Lorenzo Arribas, médico de familia del centro de salud del barrio de La Chana, en Granada. Él y su equipo pusieron en marcha en 2003 un proyecto piloto del Servicio Andaluz de Salud para extender el uso de este anticonceptivo en centros de atención primaria. La usuaria no tiene que pagar nada. Ya han colocado unos mil. "Funciona el boca a boca y cada vez más mujeres vienen a la consulta pidiendo directamente el implante".

Es cierto que gana terreno. El último informe realizado por la empresa Bayer de Hábitos de concepción de la mujer en España, refleja un aumento de un 4,2% del implante, el parche y el anillo vaginal desde 1997. Aunque todavía está lejos de los métodos más utilizados, que son el preservativos y la píldora.

Josefa Espinaco es matrona del centro de salud de Pino Montano B, una zona residencial de Sevilla, pero que abarca el barrio de chabolas más antiguo de España, El Vacie. Ésta ha sido la primera área en la que se han dispensado de forma gratuita los implantes subcutáneos en Sevilla. "Ahí viven mujeres que no conocen absolutamente nada contra la prevención de embarazos. He tratado hasta el octavo embarazo de una joven con 26 años. Lo interesante es que este sistema se implante con predominancia en zonas de exclusión social", comenta Espinaco. "También lo solicitan muchas inmigrantes", matiza García de la Corte, "sobre todo sudamericanas que lo demandan directamente porque ya son usuarias en sus países".

José Manuel Galiana, director gerente del distrito de Salud de Sevilla, coordinador de esta iniciativa, establece que este método es especialmente recomendable en personas con intolerancia a otros anticonceptivos, mujeres inconstantes para otros métodos que requieren una disciplina y en vecinas de áreas de transformación social. García de la Corte apunta que "hay zonas donde hasta tomarse la píldora es complicado porque no hay ni agua corriente, por eso hay que apoyar su uso en barrios marginales".

A Mari, de un barrio de clase obrera sevillano, se lo facilitaron hace tres meses por estas razones. Tiene 33 años y cuatro hijas. "A mí me cuesta creer que una barita en el brazo haga que no me quede embarazada, pero mi matrona me ha dicho que esto funciona, aunque mis vecinas no se fían". Ella no trabaja y su marido está de baja. "La verdad es que estoy muy contenta, también por lo que me ahorro", repunta.

Lorenzo Arribas, el médico que coordinó el proyecto piloto de Granada, cree acertado que las mujeres de zonas desfavorecidas y que puedan ser "desmemoriadas" para otros métodos tengan fácil acceso al implante, pero advierte de que el perfil de usuarias de este sistema es "mucho más amplio". "Es una opción anticonceptiva para la mayoría de las mujeres. No lleva estrógenos, lo que evita efectos secundarios de otros sistemas", apunta Arribas. "Son un enorme error algunas campañas que parecen difundir que éste es un método que se tiene que reservar sólo a colectivos especiales", añade. Por su consulta han pasado desde adolescentes de 14 años a señoras de cuarenta y pico. La edad media de las usuarias de este método ronda los 27 y alrededor del 40% solicita ponérselo de nuevo cuando pasan los tres años.

En unas semanas, una amiga de Isabel Rus también se lo ha colocado. "Y ya tienen cita con el médico otras dos".

El médico de familia inyecta el tratamiento anticonceptivo a la paciente Isabel Rus.
El médico de familia inyecta el tratamiento anticonceptivo a la paciente Isabel Rus.ALEJANDRO RUESGA

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