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Reportaje:Vida & Artes

En integración gitana, algo habremos hecho bien

El modelo español de inclusión se ha convertido en referente en Europa - Las políticas de Estado desde la Transición limaron la marginación histórica - Solo el 5% vive en la exclusión severa

Naiara Galarraga Gortázar

Algunos activistas progitanos dan las gracias, en voz baja, eso sí, a Nicolas Sarkozy, como antes a Silvio Berlusconi. Su política de expulsiones colectivas de gitanos ha puesto un foco inmenso sobre las penurias de esta comunidad: entre 10 y 12 millones de europeos, la mayor minoría étnica de la UE. Unos 700.000 son españoles. Y sus vidas han mejorado en mayor medida que la de la mayoría de otros gitanos. Un logro que alaban expertos, la UE y el multimillonario estadounidense George Soros. "España se ha convertido en líder por sus iniciativas para garantizar que su más de medio millón de gitanos tengan los mismos derechos que el resto de sus ciudadanos", escribía Soros la pasada primavera. Algunos hablan de un "modelo español de integración" de esta minoría. ¿En qué consiste? ¿Se puede considerar un éxito su integración en España, adonde llegaron sus ancestros en 1425? ¿Es un modelo exportable a otros países de la UE?

"Mis alumnos saben que soy gitano. Ningún problema", dice un profesor
El reto es erradicar el chabolismo y que los chavales hagan la Secundaria
Un diputado autonómico del PP y uno del PSOE son de esta etnia
Un programa ha logrado 36.000 contratos, 2.000 fijos, en 10 años
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Ricardo Borrull, de 54 años, es profesor de Matemáticas en Secundaria en un instituto de Manises (Valencia). "Naturalmente que mis alumnos saben que soy gitano, tanto ellos como sus familias. Ningún problema, ningún prejuicio", asegura. Ejemplo claro de cuánto han cambiado las cosas, aunque la situación dista mucho de ser de color de rosa. Juan de Dios Ramírez Heredia, presidente de la Unión Romaní, es un pionero. El primer diputado español gitano (1977), primer eurodiputado (1986), primer doctor honoris causa (2008), describe así la situación de los suyos: "Se ha logrado una más que aceptable aceptación en España. Pero que nadie se confunda. Sufrimos el mayor índice de analfabetismo, el mayor nivel de paro, muchos miles de familias ocupan infraviviendas. Para la mayoría de los ciudadanos españoles nuestra presencia no suscita rechazo. Pero también hay racistas, y muy peligrosos".

Explica José Manuel Fresno, consultor de la Comisión Europea experto en minorías étnicas, que las políticas de integración españolas han funcionado para "buena parte de los gitanos ((locales)), aunque existe un segmento que aún vive en una extrema marginalidad", que supone el 5% y el 7% de la comunidad. Estos suelen ser "los más visibles, la base de los prejuicios y estereotipos" porque casi todos (96%) habitan en viviendas.

Cuestión diferente son los gitanos extranjeros. En España rondan entre 30.000 y 50.000 (casi todos rumanos, unos cientos de búlgaros y un puñado de bosnios). Sus condiciones de vida son peores que las de los autóctonos, pero mejores que las que tienen en sus países, aunque aquí a menudo vivan en asentamientos. Y no son nómadas. Salvo algunos grupos franceses e ingleses, los gitanos europeos son sedentarios.

Erradicar el chabolismo y enganchar a los adolescentes en la Secundaria son retos para los próximos años, apunta el director de Familias e Infancia del Ministerio de Asuntos Sociales, Juan Mato. "Hemos gastado más y mejor [en integración], pero lo fundamental es que se han beneficiado de los pilares básicos del Estado de bienestar". El acceso a la vivienda, vía realojos, ha sido clave, sostiene. Mato dice que, en esto, España "es un espejo para muchos países". Su receta para integrar a los gitanos rumanos no difiere mucho de la aplicada, "con la singularidad de que son emigrantes".

Una cuarta parte de los europeos estarían incómodos con un vecino gitano. En algunos países aumenta hasta la mitad, según un Eurobarómetro. Una de las grandes diferencias con Europa del Este es que en España los gitanos viven claramente mejor que hace tres o cuatro décadas. No así en Europa del Este, donde han empeorado; viven a menudo segregados, son víctimas de un odio virulento. El desmoronamiento de los regímenes comunistas significó la desaparición de la vivienda y el trabajo garantizados. La transición al capitalismo "fue terrorífica" para ellos, según Alekos Tsolakis, analista de políticas de la Comisión Europea y experto en gitanos.

Para Fresno, que empezó a trabajar con gitanos como voluntario en 1983, la receta del éxito (moderado, no absoluto) español es la combinación acertada de cuatro ingredientes. Uno: la democratización, porque hasta 1977 los gitanos eran perseguidos por la ley de vagos y maleantes, y en pocos años pasaron de temer a la Guardia Civil a que los uniformados protegieran a sus hijos en el colegio de la ira de padres payos. Dos: el sistema de protección social, especialmente la educación, la vivienda, la sanidad y otras prestaciones que les han beneficiado no por ser gitanos, recalca Fresno, sino por ser pobres. Tres: las acciones positivas específicas, como realojos, seguimiento escolar o programas de empleo especiales para lograr que los más rezagados se normalizaran. Cuatro: la emergencia, muy pronto, de un movimiento asociativo a favor de los gitanos, iniciado por católicos.

El director de la Fundación Secretariado Gitano , Isidro Rodríguez, apunta otros ingredientes. Desde 1989 existe un plan oficial de desarrollo gitano, se ha actuado con pragmatismo: la prioridad fueron los derechos sociales porque, recalca, "el cambio se produce cuando logras cambiar las condiciones de vida", y en los últimos años se ha abordado el reconocimiento institucional y cultural con la creación, por ejemplo, del Instituto de Cultura Gitana o el Consejo Estatal del Pueblo Gitano .

También ha sido fundamental la implicación de la Administración a todos los niveles: estatal, autonómico y local. De todos los colores políticos. Por cierto, hay dos diputados autonómicos gitanos: un popular en Valencia y un socialista en Extremadura. La visión externa la da el experto de la Comisión Europea Tsolakis, griego: "En España es una política de Estado, no de Gobierno, lo que da estabilidad para crear programas, y aplicarlos. Además, España sabe que no puede ser concebida sin sus gitanos. Y eso desgraciadamente no ocurre en lugares como Hungría".

Soros, nacido en Budapest en 1930, es un veterano activista a favor de la integración de los gitanos, a la que ha dedicado muchísimo dinero. "No se le ha olvidado que es un húngaro judío", explica Tsolakis. Los gitanos fueron también víctimas del Holocausto. Resolver este problema "es una cuestión no solo de derechos humanos, sino también económica", suele insistir este filántropo. El Banco Mundial ha calculado que Serbia, República Checa, Rumania y Bulgaria pierden 7.700 millones de euros anuales en productividad e impuestos no recaudados porque sus gitanos, una población muy joven y creciente, no están suficientemente educados para lograr buenos trabajos.

El programa Acceder es la joya de la corona de la Fundación Secretariado Gitano, una iniciativa para formar y buscar empleo a gitanos que la Comisión ha reconocido como una buena práctica. En 10 años han logrado 36.000 contratos (la mitad para mujeres), incluidos unos 2.000 indefinidos, explica su director, José Sánchez. Acceder tiene dos patas: formación personalizada a 52.000 usuarios ya en 50 centros de toda España, y ofrecer a las empresas candidatos a un puesto. "Son desgraciadamente, trabajos de baja cualificación". Usted se los ha podido topar: dependientes en Zara, cajeras en Alcampo o Eroski, carniceros, limpiadoras en su empresa, un conductor de excavadora... En 2007-2013 el programa recibirá 30,5 millones de euros del Fondo Social Europeo y otros 10,5 millones de las Administraciones españolas.

El experto Fresno, presidente de un organismo consultivo creado por el Ministerio de Igualdad para luchar contra la discriminación, cuenta que en los ochenta muchos gitanos consideraban el trabajo asalariado "trabajo de payos, no creían que aquello fuera progreso". Hoy, la mitad de los ocupados son asalariados, aunque la precariedad es habitual. Fresno añade que comparten expectativas con la mayoría: "Tener un piso, la parejita y un trabajo mejor".

El esfuerzo de Sara Giménez, 33 años, abogada, fue seguro titánico. Alumna aplicada, sus profesoras, padres de compañeras de cole, vecinos... le animaron a seguir estudiando. "Quería ir a la Universidad, hacer derecho, y eso significaba ir a Zaragoza porque aquí, en Huesca, no había". Algunos parientes le dijeron a su padre "¡Te has vuelto loco! ¿Cómo le dejas ir a Zaragoza? ¡Va a dejar de ser gitana!". Resulta que se convirtió en el orgullo de sus padres y sus abuelos, una familia dedicada a la venta ambulante. "Han visto que sigo siendo una mujer gitana, con valores gitanos". Es decir, alguien "cuyo valor principal es la familia, incluidos tíos, primos..., que respeta a los ancianos y a los difuntos". Ninguno de sus otros tres hermanos logró el graduado escolar.

Borrul sintió vértigo de verdad no la primera vez que dio clase, sino la primera vez que estuvo ante una clase de alumnos payos. Todo fue bien. Cuenta que la evolución de las familias gitanas ha sido paralela a la de la sociedad española, pero que a los suyos les "han ayudado enormemente los esfuerzos en educación, en vivienda, de la Administración, también de algunas asociaciones gitanas y de los propios gitanos, que nos hemos lanzado a ese reto".

Entre las asignaturas pendientes destaca la educación. La Secundaria es el gran reto, porque la escolarización en Primaria es casi total. Dice Ramírez-Heredia: "Si alguien me ofreciera una varita mágica para resolver uno solo de los gravísimos problemas que padecemos elegiría la educación. El día que nuestra presencia en las escuelas de formación profesional y las Universidades deje de ser anecdótica querrá decir que, por fin, hemos alcanzado la verdadera promoción". El profesor de Matemáticas opina: "Es cuestión de tiempo, de comprensión, de metodologías activas, de ayudas de material... Y sobre todo de que los gitanos entendamos que la escuela es la única fórmula para no quedar estancados". O, en palabras de la abogada, "romper el miedo de que estudiar es ser menos gitano".

En los países del Este los desafíos son inmensos. "En la mayoría de esos países hay planes muy bellos. Pero la capacidad administrativa es muy limitada", dice Tsolakis. "Hasta que no abordemos las cuestiones socio-económicas no podremos centrarnos en afrontar la discriminación. Nos llevará dos generaciones como mínimo", pronostica.

La Administración se ha implicado en el ámbito estatal, autonómico y local para integrar a los gitanos.
La Administración se ha implicado en el ámbito estatal, autonómico y local para integrar a los gitanos.ÁLVARO GARCÍA

Así son los gitanos españoles

- Su esperanza de vida es 8-9 años menor que la de sus compatriotas payos. Como si hubieran nacido en Perú o Marruecos.

- Casi todos los niños, el 94%, van a la escuela en Primaria. Pero pocos siguen a la Secundaria y un 80% abandona sin acabarla (la media de los españoles ronda el 31%, y entre los inmigrantes, el 46%).

- Aunque tienen una tasa de actividad mucho más alta que el resto de la sociedad, solo la mitad de los que trabaja es asalariado (frente a un 81% de la media española) y de ellos solo el 15% tiene un empleo fijo. Muchos viven de la venta ambulante.

- Prácticamente todos viven en pisos (los chabolistas rondan el 5%), pero suponen el 12% de los españoles que sufren exclusión severa, aunque son el 2% de la población. El 17% de los hogares recibe ayudas sociales o de ONG.

- El 42% siente rechazo al entrar en una piscina, una discoteca o una tienda. El 90% es partidario de que la mujer trabaje fuera de casa.

- Se suelen casar por el rito gitano además de por lo civil o la Iglesia; las parejas viven cerca o con los padres de él y casarse con un pariente aún es frecuente.

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Sobre la firma

Naiara Galarraga Gortázar
Es corresponsal de EL PAÍS en Brasil. Antes fue subjefa de la sección de Internacional, corresponsal de Migraciones, y enviada especial. Trabajó en las redacciones de Madrid, Bilbao y México. En un intervalo de su carrera en el diario, fue corresponsal en Jerusalén para Cuatro/CNN+. Es licenciada y máster en Periodismo (EL PAÍS/UAM).
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