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Reportaje:vida&artes

Una lágrima aún vale más que una revolución

El divorcio entre premios y taquilla en el caso de 'Avatar' muestra el peso del cine de actor - Hay cierto miedo y conservadurismo ante el 3D

Rocío García

Vale más una lágrima de un actor de carne y hueso que la más espectacular de las explosiones de artificio. Ahí parece radicar el fracaso en la ceremonia de los Oscar de la gran producción del año, Avatar, dirigida por James Cameron, el fenómeno en 3D que puede cambiar el curso de la industria cinematográfica y gracias al cual se podrá hablar de un antes y un después en la historia del cine. El espectáculo digital animado más novedoso e impactante que se ha visto nunca en una pantalla, que ha sido adorado y ensalzado por los espectadores del mundo entero -desde su estreno el 18 de diciembre ha recaudado cerca de 2.000 millones de euros- no pudo con En tierra hostil, de Kathryn Bigelow, una película de muy escaso presupuesto sobre un tema nada complaciente como es la guerra de Irak y a la que le está resultando realmente difícil hacerse un hueco digno en la taquilla. Tres oscars frente a seis.

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¿A qué se debe que Avatar haya conseguido sólo tres premios menores en la gala del domingo pasado en Hollywood, a pesar de su importancia monetaria (200 millones de euros de presupuesto) y de liderazgo por encontrar un nuevo camino en la industria? ¿A qué se debe que En Tierra hostil haya logrado seis, entre ellos los más valorados -película, dirección y guión original- y que haya pasado a la historia? Ha sido la primera vez que una mujer, Kathryn Bigelow, se alza con el galardón a mejor directora, y además lo ha hecho con el filme ganador más barato de los Oscar de la era moderna, 10 millones de euros, y también el menos taquillero.

Un profundo conocedor de la industria de cine, el exhibidor, productor y distribuidor Enrique González Macho tiene muy pocas dudas sobre la respuesta. "No creo que suponga para nada un menosprecio al cine de animación, pero sí es verdad que se le considera un género artificioso frente al más puro y clásico de la interpretación humana, aún reconociendo que un filme como Avatar puede hacer más por el futuro de la industria cinematográfica que cualquier otro título, y sin desdeñar la valoración del avance artístico innegable que supone".

Animación frente a realidad. El sector más numeroso y por tanto más potente de las academias de cine de todo el mundo y, por supuesto, también de Hollywood, está formado por actores, y son ellos los que inclinan la balanza de unos premios de un lado o de otro. La Academia de Hollywood tiene 5.532 miembros, de los que 1.205 son actores, o sea más de un 20%, y sólo, como bien ha recordado estos días James Cameron, 279 están encuadrados en el apartado de efectos visuales.

"Está claro que se valora más la emoción que irradia cualquier intérprete que el más espectacular de los efectos especiales", añade González Macho que compara, salvando las distancias, lo acontecido el domingo en el teatro Kodak de Los Ángeles con lo que se vivió en Madrid hace un mes en la gala de los Goya, cuando Celda 211, un filme pequeño y de tema carcelario, de Daniel Monzón, le arrebató los mejores galardones a la exquisita producción de Alejandro Amenábar, Ágora. "Siendo Ágora una espléndida película de la que todos nos tenemos que sentir orgullosos, los académicos prefirieron valorar la voz de Luis Tosar en Celda 211 por encima de esa gran producción que ha dirigido Amenábar, aunque ambos títulos han contado con el apoyo y el fervor del público".

No dolido con lo sucedido en Hollywood, pero sí sorprendido muy negativamente se muestra Jordi Llompart, el director barcelonés de 47 años que estrena el próximo 7 de mayo Viaje mágico a África, el primer filme de ficción europeo en 3D. "Me parece un gran patinazo el hecho de que la industria haya dado la espalda de manera clara al gran espectáculo del cine de Avatar, beneficiando a En tierra hostil, un filme cuya temática, realización y factura tanto artística, como creativa e industrial está más que vista. Creo que el mundo del cine en general está siendo muy conservador con las nuevas tecnologías y tiene miedo, quizás por desconocimiento, de la gran revolución que supone el cine en tres dimensiones", asegura Llompart, que coincide con González Macho en el diagnóstico de que son los actores los que dominan con sus votos los premios de las academias.

Frente a este escepticismo dentro del sector, el realizador catalán está convencido de que el futuro del cine pasa por el 3D, y de que los pesos pesados de la industria en Hollywood, los grandes estudios, están apoyando de manera decisiva este nuevo lenguaje y ritmo que se plantea con las películas en tres dimensiones. Quizás como consuelo, Llompart busca también otras razones en el castigo sufrido por James Cameron. "Su película Titanic arrasó en los Oscar de hace años y, a lo mejor, ahora los académicos han pensado que ya tenía suficientes premios. Pero que lo hagan frente a esa película tan mediocre es lo que más me sorprende".

Teniendo en cuenta que el éxito en taquilla no demuestra la calidad de un filme, y analizando los ejemplos anteriores, sí se puede hablar y demostrar los criterios tan diferentes que rigen entre los miembros de la Academia de Hollywood y los espectadores. Pero también, la clara división y el distinto criterio entre los miembros de los jurados de los festivales internacionales de cine, todos ellos en principio reputados representantes del sector, y los mismos que luego votan en las ceremonias de premios. Sin ir más lejos, El secreto de sus ojos, el filme de Juan José Campanella, que se alzó el domingo pasado con el Oscar al mejor título en lengua de habla no inglesa, pasó totalmente desapercibido en el palmarés del último Festival de Cine de San Sebastián, igual que le sucedió a En tierra hostil en la Mostra de Venecia de 2008.

El pasado 26 de septiembre, la sala del Kursaal, en la ciudad donostiarra, estaba llena, como siempre en esas ocasiones. Era sábado y el jurado del Festival de Cine de San Sebastián, presidido por el cineasta francés Laurent Cantet, hacía pública la relación de premios de la 57ª edición, la última de este certamen. La desolación en la sala ante el desprecio en el palmarés a El secreto de sus ojos, la película de Juan José Campanella, fue total. Ni un solo premio para este filme que había concitado la mayor unanimidad entre crítica, periodistas y público. Hubo gente que confesó su decepción porque se hubiera ignorado el filme de manera injusta. Sólo cinco meses después, El secreto de sus ojos se alzó en Hollywood con el Oscar a la mejor película de habla no inglesa, tras su también exitoso paso por la ceremonia de los Goya, en la que esta película argentina, de coproducción española, consiguió el premio al mejor título hispanoamericano y a su protagonista femenina, Soledad Villamil, como actriz revelación.

Juan José Campanella, todavía en Los Ángeles, en declaraciones a este periódico vía correo electrónico reconoce que el Oscar de Hollywood supone la diferencia entre el día y la noche. "Implica una distinción de por vida, un enorme reconocimiento por parte de las personas que son las que hacen el cine más influyente (para mal y para bien) del mundo", dice el realizador argentino, que asegura no "tener ni idea" de porqué su película se fue de vacío del Festival de San Sebastián, a pesar de que era una de las grandes favoritas. "Esa pregunta habría que hacérsela a algún miembro del jurado que estuvo presente en las discusiones. A mí no me dolió no ganar ningún premio, lo que sí me dolió fue enterarme de que no estuvo considerada en ningún momento".

Sin embargo, Campanella, que conoce la realidad de los festivales y va a seguir confiando en ellos, muestra su gratitud ante el certamen donostiarra -"le pido que publique esto también"- por el honor que supuso su presencia en San Sebastián. "El no recibir un premio no empañó todos los frutos y placer que nos generó el festival", añade el realizador de una contundente filmografía, con títulos como El hijo de la novia o Luna de Avellaneda.

Campanella sí se refiere a la particularidad de los jurados. Él acaba de ser miembro del festival del Mar del Plata y cree que "muchas veces (las más) se premia por motivos que no tienen que ver con la película y que están generalmente vinculados con la beneficencia (tal película necesita el premio, tal otra no), como con la política (el pueblo tal está pasando un mal momento o tal película está prohibida en su país), o el dictamen de reglas cinematográficas (tal película no funciona pero experimenta). Entonces puede salir cualquier cosa".

El director del Festival de San Sebastián, Mikel Olaciregi, cree que una situación como la vivida con El secreto de sus ojos no debería dañar el prestigio de un certamen. "Las reglas del juego consisten en que, una vez establecidas las normas y nombrados los jurados, éstos deben actuar con total libertad y sin influencias de los organizadores o de los medios de comunicación. Mientras esta premisa se cumpla, cualquier decisión nos debe parecer correcta", dice Olaciregi, a quien le parece sano que no coincidan siempre las opiniones y las dinámicas de los distintos grupos de opinión.

Polémicas aparte, lo que está claro es que los galardones de prestigio suponen un claro apoyo a la taquilla. Y como muestra, un botón. Ignacio Segura de Lassaletta, director general de DeAPlaneta, la distribuidora española de En tierra hostil, relata que el lunes pasado, el día siguiente a la ceremonia de los Oscar, pasaron por la taquilla un 50% más de personas que el mismo día de la semana anterior. Segura cree que el motivo de la escasa asistencia a este filme de acción-guerra, -217.577 espectadores desde su estreno el 29 de enero hasta el pasado martes 9 de marzo- han sido las reticencias ante el conflicto de Irak y el empacho de imágenes que invaden a diario las televisiones y periódicos de todo el mundo. Ayer, se aumentaron de 118 a 133 las copias exhibidas en los cines.

Y, aunque El secreto de sus ojos ha cosechado un notable éxito en nuestro país -desde su estreno el pasado 25 de septiembre han visto el filme un total cercano a los 950.000 espectadores-, este fin de semana van a por todas. De las 16 copias que se mantenían antes de los Oscar, se va a pasar a 86.

Un fotograma de 'En tierra hostil'.
Un fotograma de 'En tierra hostil'.

Cine grande, cine modesto

- Avatar. La película, con un presupuesto de 200 millones de euros, se estrenó el pasado 18 de diciembre con 799 copias; 229 de ellas en 3D. 8.852.289 espectadores la habían visto hasta el pasado jueves, dejándose en taquilla 71.178.000 euros. Actualmente, quedan en los cines 280 copias, de las que 211 son en 3D.

- En tierra hostil. Costó diez millones de euros y llegó a las salas de cine el pasado 29 de enero con 66 copias. A 9 de marzo, la recaudación alcanzaba 1.381.320 euros y la habían visto 217.577 espectadores. Antes de la ceremonia de los Oscar se exhibían 118 copias; este fin de semana, 133.

- El secreto de sus ojos

. Con un presupuesto de 3,1 millones de euros, el filme llegó a las salas comerciales el pasado 25 de septiembre. Hasta el pasado jueves la habían visto 950.000 personas y había recaudado cerca de seis millones de euros. De las 16 copias que circulaban antes de la ceremonia de los Oscar se ha pasado este fin de semana a 86.

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