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Reportaje:

Y llegaron los niños de Congo

Cuatro familias regresan a Barcelona con sus hijos adoptivos tras casi dos meses de odisea en el país africano

Ana Pantaleoni

"One of the family". Ésta es la frase que llevaba escrita Guillem en su diminuta camiseta: "Uno de la familia". Guillem permanecía enganchado al brazo de su madre. Sólo miraba los flashes de las cámaras, para volver luego a mirar a su madre adoptiva.

Este niño congoleño de dos años aterrizó ayer en el aeropuerto de Barcelona con sus padres. Ellos son una de las cinco familias que hace dos meses decidieron viajar a la República de Congo por su cuenta y tirar adelante en la adopción de sus niños, paralizada por las diferentes administraciones.

Pese a los globos y los peluches de las abuelas que aguardaban, no todo fue fiesta en el aeropuerto del Prat. Una de las familias tuvo que dejar al niño en Congo porque a última hora del miércoles las autoridades de Asuntos Exteriores del país aseguraron que el padre biológico reclamaba al menor. Nadie se explica cómo, después de un proceso tan largo, ha podido suceder algo así. El padre adoptivo que ayer regresó sin el niño no quiso hacer declaraciones. Pasó en silencio entre la multitud de cámaras y periodistas.

Un padre criticó que nadie del Gobierno autónomo se hubiese interesado por ellos
"Nuestros expedientes han sido los más revisados de la historia", dijo un adoptante
Horas antes de partir, las autoridades frenaron una de las adopciones

"Estamos rotos. La sentencia era inapelable", aseguró ayer Pep Plaza, uno de los padres. "Queremos que se investigue si el niño es adoptable". Plaza se mostró muy crítico con la gestión de la Generalitat; dijo que nadie de la Administración se había molestado en llamar a las familias durante su estancia en Congo y reclamó explicaciones. "Nuestros expedientes han sido los más revisados de la historia", remarcó. Un portavoz de la Generalitat aseguró que sí se llamó a las familias.

Margarita es la madre de Sonia Mellado que, con Pep Plaza, ha adoptado a Teo. Margarita ha vivido este tiempo en casa de su hija. Hace dos semanas, segura de que llegaban, llenó la nevera. Ayer lo hizo de nuevo. Y ha comprado ropa, para invierno y para verano: "Si no llegaban hoy, yo ya estaba vacunada para marcharme. Estoy preparando un álbum para que el niño sepa todo lo que ha pasado". Margarita quiso agradecer las gestiones realizadas por parte de Convergència. El diputado de CiU Josep Maldonado y el parlamentario Josep Lluís Cleries esperaban la llegada de los padres por razones "de amistad y de solidaridad".

La historia de estas adopciones ha resultado un cúmulo de desencuentros. Las adopciones se paralizaron el pasado verano y, a finales de año, la ministra congoleña anunció que suspendía las adopciones internacionales hasta revisar los expedientes uno por uno. Los expedientes eran, entre otros, los de 15 familias catalanas.

Tras meses de espera, sólo uno cuantos padres decidieron viajar al país africano buscando una solución. Contrataron un abogado y lograron una sentencia firme. Han sido casi dos meses en un país desconocido, gastando cerca de mil euros semanales y dejando de lado sus trabajos. La cara positiva es que desde el primer día han estado junto a los niños, primero en la casa cuna y después en el hotel Ambassador de Brazzaville, donde se alojaban.

Mientras las cinco familias vivían su propia aventura en Congo, otra decena permanecía en Cataluña siguiendo los consejos de la Generalitat y el Ministerio de Asuntos Exteriores de que era mejor no viajar. El Gobierno catalán les pidió confianza y les aseguró que, en julio, los niños estarán con ellos. El pasado 27 de abril, la Generalitat comunicó a los padres que enviaría a Congo a una delegación acompañada por un representante de las familias adoptantes en un plazo máximo de 20 días.

El último capítulo oficial de esta historia se hizo público ayer: tres de los menores asignados a estos padres tienen referentes familiares, esto significa que si estos familiares no renuncian a los menores, no son adoptables. El Departamento de Acción Social y Ciudadanía informó ayer que ya advirtió a las familias de que la asignación de los menores no era firme y que siguen trabajando para esclarecer los hechos y exigir a Congo cómo y cuándo se deben resolver las adopciones.

Nati Aguilera ha adoptado a Anna Patrice, una niña preciosa con coletas de colores. Ella no tiene pareja y pensó que la adopción era el mejor camino para ser madre. Un proceso que ha resultado "un calvario". "El día a día ha sido duro, pero manteníamos la esperanza. A ratos faltaba el agua y la luz, pero no sólo a nosotros, sino a todo el mundo". Cuando Nati llegó, Anna Patrice dormía mucho y siempre estaba tumbada. Ahora ya da algunos pasitos. "Anna cumplió un año en marzo, pero yo creo que es más pequeña".

En el aeropuerto salió a recibirla un matriarcado total: la abuela, la tía y la madrina de Anna. "Los niños están aquí", afirmó la madrina, "gracias a la valentía de estos padres que han arriesgado su propia salud".

A Meritxell se la notaba cansaba, pero feliz, mientras abrazaba a Guillem. "Habla mucho, todo el día". Pero el niño se mantenía en silencio ante tanta emoción. Estaban felices, aunque no del todo. Les faltaba uno de los niños.

Las familias con los hijos adoptados en Congo, a su llegada ayer al aeropuerto de El Prat de Barcelona.
Las familias con los hijos adoptados en Congo, a su llegada ayer al aeropuerto de El Prat de Barcelona.MARCEL·LÍ SÁENZ

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Sobre la firma

Ana Pantaleoni
Redactora jefa de EL PAÍS en Barcelona y responsable de la edición en catalán del diario. Ha escrito sobre salud, gastronomía, moda y tecnología y trabajó durante una década en el suplemento tecnológico Ciberpaís. Licenciada en Humanidades, máster de EL PAÍS, PDD en la escuela de negocios Iese y profesora de periodismo en la Pompeu Fabra.

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