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La malaria regresa a Europa

Grecia registra el primer gran brote en el continente en casi medio siglo, con 61 afectados - Los expertos atribuyen los casos a fallos en los sistemas de control

Casi medio siglo después de la erradicación de la malaria en el continente, mosquitos europeos vuelven a transmitir la enfermedad, que ha rebrotado con fuerza en Grecia, donde 61 personas en cinco prefecturas han contraído la dolencia en el tercer año consecutivo con casos autóctonos, según los últimos recuentos disponibles. De ellas, 33 son griegos que no habían viajado nunca a ningún país donde la malaria es endémica. "Es el mayor brote autóctono desde la erradicación de la malaria en la Unión Europea", explica Denis Coulombier, jefe de la unidad de Vigilancia del Centro Europeo de Control de Enfermedades (ECDC). El riesgo de que el brote se transmita a otros países es mínimo, tranquilizan los expertos. Tampoco es probable que el mal se restablezca en Europa.

Es poco probable que la enfermedad se restablezca en la zona
Los turistas que visiten el Peloponeso deben protegerse de los mosquitos

La malaria está causada por un parásito que las hembras de determinadas especies del mosquito anófeles introducen a través de la picadura en el sistema circulatorio. En los casos de Grecia el parásito es el Plasmodium vivax, una de las cuatro variedades que pueden causar la malaria en humanos -presente sobre todo en Asia y América Latina-, y la más frecuente junto al P. falcitarum, común en África. Aunque los síntomas que produce el vivax son similares -fiebre y dolor de cabeza y articulaciones-, no es la variedad más grave. "La principal característica del vivax es que, tras la recuperación del paciente, el parásito puede quedar durmiente en el hígado y causar nuevos episodios de la enfermedad", explica Quique Bassat, médico del Centro de Investigación en Salud Internacional del Hospital Clínic de Barcelona. En esos nuevos episodios, los síntomas suelen ser suaves, lo que dificulta que las autoridades sanitarias detecten los casos con rapidez y apliquen el tratamiento adecuado.

El brote griego ha afectado con más fuerza a la zona de Lakonia, en la región del Peloponeso (sur del país), en un distrito de 20 kilómetros cuadrados situado en el delta del río Evrotas y surcado por múltiples canales de riego y campos de naranjos. La zona fue uno de los focos históricos de malaria en Grecia hasta su erradicación, en 1974, y hoy cuenta con una elevada presencia de inmigrantes asiáticos procedentes de países donde la malaria es endémica. De los 61 afectados, 28 son temporeros paquistaníes y afganos. Todos fueron hospitalizados y un hombre de 70 años con graves patologías previas falleció. "Es muy probable que el parásito haya llegado con alguien procedente de un país endémico", dice Coulombier.

La malaria no se transmite de persona a persona -salvo embarazadas a los fetos o a través de la sangre- ni entre mosquitos. Tiene que suceder que un mosquito que haya picado a alguien infectado con el parásito lo inocule luego a una persona sana. "La posibilidad de que un caso aislado genere un brote es muy escasa", afirma Agustín Benito, director del Centro de Medicina Tropical del Instituto de Salud Carlos III. Los anófeles no viven más de 20 días y el parásito debe completar un ciclo de unos 15 en el insecto para volverse infeccioso, por lo que la extensión de la enfermedad requiere una importante población de anófeles. En la zona afectada de Grecia confluyen varios factores: un clima cálido que favorece a los mosquitos, la cercanía entre estos y núcleos humanos y la presencia de población de países endémicos.

Pero, además, el brote griego indica que en algún momento las autoridades bajaron la guardia. "En un contexto económico insostenible, es probable que se hubiera producido una relajación en las campañas de control del mosquito", dice Benito. Un epidemiólogo del Centro de Control y Prevención de Enfermedades helénico achaca esa bajada de guardia a un cambio burocrático: "Las competencias en la materia pasaron este año del Ministerio al Gobierno regional, y este tardó mucho en reaccionar", explica. "Hasta muy tarde, en el mes de agosto, no empezaron las campañas de control del mosquito", abunda.

Las autoridades han tomado medidas: suspender las donaciones de sangre durante seis meses en las zonas afectadas y poner en marcha campañas de fumigación. Médicos del sistema público visitan a los vecinos de la zona para detectar nuevos casos si se producen. "Es muy importante detectar los casos rápido", explica el técnico griego, que opina que las medidas adoptadas harán que un brote como este no se repita.

Aunque el riesgo de contagio atañe sobre todo a los trabajadores y habitantes de la región afectada, turistas alemanes y rumanos han contraído la malaria en Grecia. El ECDC, que ha enviado a dos equipos de expertos para seguir la situación del brote, no considera necesario que los visitantes tomen más medidas que protegerse de los mosquitos.

Pero los expertos avisan: el cambio climático puede alterar los factores ambientales que influyen sobre la transmisión de la enfermedad, alargando la época de actividad de los mosquitos o aumentando su número. "Es importante controlar la situación en las zonas de la UE con presencia de poblaciones de mosquito anófeles y aumentar la concienciación entre los profesionales sanitarios", recuerda el ECDC. "Esto garantiza que los casos sospechosos son rápidamente identificados y comunicados".

Riesgo casi nulo en España

La malaria fue erradicada en España en 1964, tras registrarse el último caso en Navalmoral de la Mata (Cáceres). Eso no significa que en los hospitales no se trate la enfermedad. "En España se diagnostican unos 200 casos importados al año", explica Quique Bassat, del Hospital Clínic, "en españoles que viajan al extranjero o inmigrantes que la contraen en sus países".

En 2001, una mujer de Torrejón de Ardoz (Madrid) contrajo la enfermedad sin haber salido de la ciudad. La investigación de la Comunidad de Madrid concluyó que había sido un caso de "malaria de aeropuerto", es decir, que la había infectado un mosquito llegado a España en avión. Otra mujer, en este caso en Huesca, también enfermó el año pasado sin haber viajado a un país de riesgo. Los técnicos confirmaron que se trataba de un contagio autóctono en un contexto similar al del brote griego: área rural con temporeros originarios de zonas endémicas.

El mosquito anófeles vive en España, aunque su población, concentrada en el Ebro y la ribera mediterránea, es escasa. Aunque no sería raro que haya más casos aislados, "no hay riesgo de que la enfermedad vuelva", aclara Rogelio López Vélez, de la Unidad de Medicina Tropical del Hospital Ramón y Cajal. Existen medidas para evitarlo. Para prevenir, están "las campañas de control de mosquitos", afirma Agustín Benito, del Instituto de Salud Carlos III. Además, "los sistemas de vigilancia detectarían los casos de forma muy rápida", abunda Bassat.

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