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Dos mujeres víctimas de la ablación recuperan el clítoris en el quirófano

Las pacientes, intervenidas en Barcelona, sufrieron de niñas la mutilación en África

Cuando tenía un año y dos meses llegó desde Gambia a vivir a Cataluña con sus padres. De la memoria de María (nombre ficticio) se ha borrado el ritual al que la sometieron justo antes de viajar a España, la ablación del clítoris. Lo que sí recuerda son las muchas inseguridades que le ha provocado la mutilación, saber que no tendría una vida sexual plena.

"Con recobrar la seguridad tengo más que suficiente", dice una de las pacientes
La sanidad catalana financia la operación de reconstrucción

Ahora tiene 22 años. Aunque ha mantenido relaciones sexuales, el fantasma siempre ha estado ahí. "Yo sabía hasta dónde llegar", explica. Cuando tenía tres años, su madre biológica, con seis hijos más, no pudo continuar al cargo de ella y fue adoptada. A los 12 años, al inicio de la pubertad, su madre adoptiva la sentó frente a un libro, le explicó qué era la ablación y que cuando empezase a tener relaciones no podría sentir lo mismo que otras chicas. "Me enfadé con el mundo entero, cuando hablaban sobre la ablación en televisión siempre apagaba la tele y me iba, no lo podía soportar", explica. En las conversaciones adolescentes con sus amigas sobre sexo, ella siempre callaba.

Hoy, habla sin tapujos, en un catalán perfecto, sobre sexo. Ha recuperado su autoestima gracias a que hace dos meses, el equipo de ginecología del Institut Dexeus, en Barcelona, con el doctor Pere Barri al frente, reconstruyó su clítoris y el de otra chica de origen africano que también sufrió la mutilación cuando tenía un año. En el caso de María, fue su madre adoptiva quien se lo propuso. "Cuando vi que era un médico me dio vergüenza porque siempre me habían visitado doctoras, pero enseguida me sentí bien", explica.

Las dos chicas han recuperado la sensibilidad de sus genitales. Y algo aún más valioso, su seguridad. "Aún no he mantenido relaciones sexuales, pero me siento muy diferente. Con recuperar la seguridad tengo más que suficiente", explica María. El Institut Dexeus es un centro pionero en España en esta técnica.

Son las dos primeras pacientes que Pere Barri interviene en España, pero cuenta con una amplia experiencia. Se formó en París en cirugía ginecológica, en un programa de reconstrucción quirúrgica en el Hospital Bichat Claude Bernard de París, en el que pudo participar en unas 80 intervenciones. El hospital parisino, ubicado en un área marginal de la periferia con un porcentaje muy elevado de inmigrantes del África subsahariana, tiene uno de los servicios de Francia con mayor volumen de cirugía ginecológica. Entre un 60 y un 70% de las mujeres que atienden son subsaharianas. Cada semana operan uno o dos casos de ablación, en mujeres entre 25 y 40 años.

La mutilación genital es uno de los problemas más graves a los que se enfrentan las mujeres africanas. Cada año, centenares de niñas corren el riesgo de ser sometidas a ese ritual, que se practica en 28 países del continente. En Somalia, Eritrea y Yibuti afecta al 90% de la población femenina. Según datos de Unicef, en el mundo 130 millones de mujeres han sido sometidas a este ritual.

En España, en zonas con un gran número de inmigrantes de origen subsahariano, la mayoría procedentes de Gambia, Senegal, Mauritania y Mali, la ablación persiste. Muchas niñas son mutiladas en verano, cuando viajan a los países de origen de sus familias. Incluso algunas son intervenidas en España de manera clandestina. Desde 2005, la ablación es delito en España aunque se practique fuera de sus fronteras.

El Instituto Dexeus ofrece un programa gratuito para reconstruir el clítoris a mujeres que han sido víctimas de la ablación. El centro tiene pendientes diez solicitudes más, la mayoría de mujeres residentes en Cataluña. Ya se ha fijado la fecha para cinco. Dos de ellas para después del verano y las otras tres a principios del 2009. Antes, deberán pasar por una evaluación psicológica y sexológica. El reconocimiento también sirve para determinar si la paciente, además de la intervención, requiere apoyo psicológico.

En Cataluña, la Generalitat también anunció el pasado mes de febrero que financiará esta operación a las mujeres que lo soliciten, una iniciativa que recoge el proyecto de ley de los derechos de las mujeres para la erradicación de la violencia machista, que se encuentra en trámite en el Parlamento catalán.

María aún mantiene el contacto con su madre biológica, que vive en el mismo pueblo. No la culpa, ni le guarda rencor, aunque todavía no le ha contado que ha dejado atrás las inseguridades que aquel ritual de iniciación marcó en su piel justo antes de llegar a España. Ahora no tiene novio formal. Y no tiene prisa. Tiene ganas de disfrutar la vida.

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