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La 'mutación noruega' del H1N1 aparece en España

Dos personas la han tenido; una ha muerto, la otra está bien

De las 169 personas que han fallecido en España por complicaciones relacionadas con el virus de la nueva gripe, al menos una tenía la mutación que se hizo famosa hace dos semanas cuando las autoridades noruegas informaron de su existencia. El dato fue ofrecido ayer por el director general de Salud Pública, Ildefonso Hernández, tras presentar la tercera fase de la campaña del ministerio sobre la nueva gripe, dedicada a incentivar la vacunación.

En concreto, Hernández indicó que esta variante del virus se había encontrado en dos pacientes, uno de los cuales había fallecido, mientras que el otro se había recuperado sin problema. Sobre la implicación del descubrimiento, el epidemiólogo destacó que no suponía ningún cambio en la situación, ya que este cambio del virus no se había transmitido entre personas. "No ha aumentado el riesgo", dijo. Tampoco la Organización Mundial de la Salud, que está estudiando el impacto de un cambio del virus que ha aparecido en Noruega, Francia, Estados Unidos, México, Brasil China, Japón y Ucrania, se ha mostrado preocupada, aunque vigila la situación.

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Hernández también dijo que se había detectado un caso de resistencia al Tamiflu, aunque el paciente fue tratado con el otro antiviral, el Relenza, y salió de peligro.

Que los virus de la gripe muten es lo normal. En cada persona infectada conviven miles de variantes del patógeno, pero sólo aquellas que le confieren una propiedad especial se investigan. Es lo que ha pasado con estas dos.

La importancia, sin embargo, es distinta. La mutación noruega se ha asociado con una variante más grave de la enfermedad, aunque los datos estadísticos que existen todavía son pocos (se podría decir que en España ha matado al 50% de los infectados —uno de dos—, pero eso no tendría sentido estadístico). Lo que tranquiliza a las autoridades es que no se haya transmitido entre personas. Además, en este caso la mutación no parece relacionada con la vacuna (apareció en varios países antes de que empezaran las inoculaciones). Eso quiere decir que las inmunizaciones no han perdido su eficacia. Como el virus siempre muta después de infectar a una persona, si en ese momento se encuentra con que las defensas están preparadas no le dejarán evolucionar y cortarán el riesgo de raíz.

Es más dudoso —aunque no hay datos— lo que pueda suceder con la mutación que confiere resistencia al Tamiflu. Esta modificación del virus sí es adaptativa (es un mecanismo de defensa del patógeno para eludir la acción del antiviral), y ya ha habido en al menos dos sitios (Gales y Carolina del Norte) transmisión entre personas. Si la mutación que confiere la resistencia del Tamiflu se encontrara en las proteínas de superficie del virus con las que se fabrica la vacuna, sí que sería posible (aunque no probable) que hubiera que adaptar la vacuna.

Pero todo esto son sólo conjeturas. De momento, Sanidad —y todas las sociedades científicas y colegios de profesionales sanitarios que se han manifestado— sigue animando a la población diana a vacunarse. La última campaña, presentada ayer, va en esa línea: utiliza a personas que realmente se han inmunizado (no son actores), que explican cómo pasaron la gripe y animan a inmunizarse.

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