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Cinco obispos anglicanos tránsfugas abrazan el catolicismo

Los prelados salientes rechazan la ordenación de mujeres - El Papa convoca a todos sus cardenales para abordar las conversiones y la pederastia

Cinco obispos de la Iglesia de Inglaterra anunciaron ayer su decisión de abrazar el catolicismo y acogerse al programa puesto en marcha a principios de año por el Vaticano para facilitar la conversión de fieles anglicanos descontentos con el rumbo liberal que está adoptando la Iglesia de Inglaterra, en especial respecto al papel de las mujeres y de los homosexuales en la comunión anglicana. Su renuncia abre nuevas expectativas para Roma, falta de vocaciones y muy debilitada por el escándalo de los abusos sexuales del clero a menores. El Papa ha convocado para el próximo 19 de noviembre a todos los miembros del colegio cardenalicio y a los nuevos cardenales electos a la primera jornada de reflexión desde que estalló la crisis de la pederastia. Se hablará de liturgia y libertad religiosa, pero en el orden del día figuran también estos dos grandes asuntos: los abusos y el trasvase de miembros de la Iglesia anglicana.

El impacto se verá cuando se sepa cuántos sacerdotes y laicos les siguen

Los obispos salientes son tres prelados en activo, el muy conservador obispo de Fulham, John Broadhurst, y otros dos llamados flotantes, que carecen de diócesis territorial pero están al cargo de fieles, que ya en su día rechazaron la ordenación de mujeres sacerdote, los obispos de Ebbsfllet, Andrew Burnham, y de Richborough, Keith Newton. Otros dos, ya retirados son Edwin Barnes y el australiano David Silk.

Ninguna de estas conversiones ha sido una gran sorpresa porque se trata de prelados anglo-católicos muy conservadores, que nunca aceptarán que las mujeres sean ordenadas obispo y que rechazan también la aceptación de la homosexualidad en el seno de la Iglesia. Aunque es un número relativamente pequeño de prelados si se tiene en cuenta que los anglicanos de Inglaterra y Gales tienen casi medio centenar de obispos diocesanos y más de 70 sufragáneos (dependen de otro obispo), el verdadero impacto de su decisión se verá cuando se sepa cuántos sacerdotes y cuántos laicos les siguen en su camino a Roma.

Aunque la polémica sobre el obispado femenino es el factor determinante de las tensiones en el seno del anglicanismo, el obispo Burnham aseguró ayer en declaraciones a la BBC que el problema es más profundo. "Es acerca de cómo la Iglesia de Inglaterra puede seguir siendo, como siempre ha proclamado, fiel a la Iglesia unida de los primeros mil años y fiel a su fe y sus órdenes, o si siente que puede hacer que cambien las cosas", declaró. "Y, de forma cada vez más creciente en los últimos años, cómo ha actuado de forma cada vez más autónoma en su pensamiento; la cuestión de las mujeres obispo no es más que el último ejemplo sobre eso", añadió.

El arzobispo de Canterbury, Rowan Williams, aceptó las dimisiones "con pesar", les deseó a los tránsfugas "lo mejor en su próxima etapa al servicio de la Iglesia" y les agradeció "su trabajo pastoral durante muchos años".

Los obispos en activo dejarán de ejercer de forma inmediata, aunque oficialmente no pasarán hasta el 1 de enero a la Iglesia de Roma, muy tocada por los abusos. Ayer, el presidente de la Conferencia Episcopal Italiana, el cardenal Angelo Bagnasco, admitía: "No siempre hemos comprendido adecuadamente que hay condiciones que no se curan con una amonestación, con el arrepentimiento o con la voluntad de volver a empezar en una situación nueva", dijo. "Se trata de deformaciones de la psique que necesitan de un aislamiento y de una cura particular, además de una sanción adecuada a la injusticia".

El Papa pronuncia un discurso ante el arzobispo de Canterbury, Roman Williams, y varios obispos, en 2006.
El Papa pronuncia un discurso ante el arzobispo de Canterbury, Roman Williams, y varios obispos, en 2006.

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