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"Si con mis palabras herí a alguien, pido disculpas"

"Si con mis palabras he herido la sensibilidad de judíos y de las víctimas de pedofilia, lo siento en el alma y pido disculpas, volviendo a reiterar mi solidaridad con unos y con otros". Disculpas y aclaraciones. Dos días después de las polémicas frases que comparaban los ataques al Papa por el escándalo de los curas pedófilos a la persecución antisemita, el padre Raniero Cantalamessa, predicador pontificio, vuelve sobre el tema y esclarece su posición en una entrevista al diario italiano Corriere della Sera. El capuchino, encargado de pronunciar la homilía del Viernes Santo ante Benedicto XVI durante la ceremonia que recuerda el sacrificio de Cristo, por el teléfono tiene voz serena, escribe el periodista. El mismo aire apacible y sonriente que los italianos conocen por sus apariciones semanales en la primera cadena de televisión pública cuando comenta el Evangelio.

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Sin embargo, se declara muy afectado por el imprevisto revuelo polémico de sus palabras. Lleva 30 años como predicador de la Casa Pontificia, guiando los ejercicios espirituales del Papa.

Estudios de teología en Friburgo, letras clásicas en la Universidad Católica de Roma, Cantalamessa es un profundo conocedor de las relaciones con la religión hebraica. "Creo que de la Shoah se tiene que decir lo mismo que Macbeth se grita a sí mismo tras matar a su rey: 'Las aguas de todos los ríos de la tierra no bastarán para lavar esta sangre", dice. Y precisa: "El Papa, como todos los presentes, escuchaba por primera vez mis palabras durante la liturgia. Nadie, nunca, pidió leer mis homilías con antelación".

Cantalamessa dejó caer la incómoda equiparación entre la situación actual de la Iglesia católica, salpicada por los escándalos, y el antisemitismo citando la carta de un anónimo amigo judío: "El uso del estereotipo, el pasaje desde la responsabilidad particular hasta la culpa colectiva me recuerdan los aspectos más vergonzosos del antisemitismo", puso Cantalamessa en boca de su amigo el pasado viernes. Y en la entrevista posterior con el diario italiano, aclara: "Me pareció un testimonio de solidaridad hacia el pontífice tan duramente atacado en los últimos tiempos. Tenía una intención amigable, para nada hostil", asegura. "Mi amigo no se refería a la Shoah. Entendía, y me parece que lo dice claramente, que las dos situaciones son afines por el uso del estereotipo y por el paso simplón de la culpa individual a la colectiva. El antisemitismo como cultura, no como persecución. No es ni él solo, ni el primero, en decir que vivimos en una época de difuso anticristianismo en nuestra sociedad occidental", añade.

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