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Reportaje:Vida & Artes

El patrimonio es más que piedra

El reconocimiento de lo inmaterial también se puede convertir en dinero.- Algunos países evitan este respaldo a identidades minoritarias

Carmen Morán Breña

La fragilidad poética de algunas tradiciones culturales no les ha impedido atravesar con tenacidad siglo tras siglo hasta alcanzar, exhaustas, este tercer milenio. En la arena de las islas Vanuatu, los indígenas dibujan con los dedos bellos trazos geométricos, efímeros arabescos que hablan de mitología, cuentan antiguas historias locales, técnicas agrícolas, modos artesanos, parentescos, leyendas.

La Unesco quiso un día reconocer este rico patrimonio cultural otorgándole el prestigio necesario que contribuya a su conservación. Protegerlo, como se cuidan las catedrales o las ciudades antiguas o las formidables cataratas. El título de patrimonio cultural inmaterial ha alcanzado este año a tres candidaturas españolas, el flamenco, el canto mallorquín de la Sibila y los castells catalanes. Otras dos, el arte de la cetrería y la dieta mediterránea han conseguido el mismo merecimiento como candidaturas compartidas entre varios países.

Juan Goytisolo propuso premiar otras formas de cultura y de belleza
China encabeza la lista de los países con más tradición protegida
Fosforito: "El flamenco ya está 'vestío' de limpio, pero nada sobra"
Mayor Zaragoza: "Me encantan los 'castells' catalanes por su simbología"

Ya están en la llamada lista representativa, que dice de ellas que poseen una riqueza digna de admiración por toda la humanidad. Durante un día, cuando la Convención para la salvaguarda de este patrimonio anunció las candidaturas aceptadas, miles de focos en todo el mundo se fijaron en estas manifestaciones culturales, una impagable publicidad gratuita que, de aprovecharse convenientemente, puede traducirse en beneficios económicos, normalmente de la mano del turismo. O no. ¿Qué pasa al día si guiente, cuando ya no hay focos? ¿Sirve de algo figurar en esa lista? Las candidaturas españolas presentan dos ejemplos completamente distintos a los que aplicar la misma pregunta: el flamenco, universalmente conocido, y el canto de la Sibila, universalmente desconocido.

¿De qué le sirve al flamenco esta distinción internacional? "Hombre, el flamenco ya está vestío de limpio", contesta Antonio Fernández Díaz, Fosforito, rememorando aquellos años en que los tablaos no eran lugares recomendables para los bienpensantes. "Ahora está en los grandes teatros, hay maravillosas coreografías", añade el presidente del consejo asesor de la Agencia Andaluza para el Desarrollo del Flamenco. Y reconoce que publicidad, lo que se dice publicidad no es que le haga mucha falta. "Pero nunca sobra un reconocimiento así, es un marchamo de calidad, de dignidad; y esto sirve para que los políticos, las autoridades, arrimen el hombro, lo saquen del ámbito puramente cultural y lo lleven a las escuelas, a talleres de expertos", algo que parece que ya se tiene en cuenta en Andalucía, dice Fosforito.

Al otro lado, el canto de la Sibila, unas composiciones musicales que se interpretan en las iglesias de la isla de Mallorca una sola vez al año, en la misa del gallo de la nochebuena. ¿Cómo se rentabiliza eso, por más que figure en tan prestigiosa lista? "El sol y playa, que es por lo que somos sobradamente conocidos tiene ahora una fuerte competencia; necesitamos introducir otros elementos de calidad en los que se revaloricen las raíces y el patrimonio cultural, esto suma alicientes para el turismo. Es verdad que es una sola noche al año, y en invierno, pero eso es lo interesante, porque hay que ofrecer paquetes turísticos de invierno, también para la pequeña economía", dice la presidenta del Consell de Mallorca, Francina Armengol. También puede salir de las parroquias y de ese día en concreto, de hecho sale. Se hacen actuaciones fuera de la isla y "si los mallorquines le saben sacar jugo irá a más", añade el que fue director general de la Unesco y ahora presidente de la Fundación Cultura de Paz, Federico Mayor Zaragoza.

Digna de singularidad, de valía y llena de buenas razones para su conservación le ha parecido al jurado este año la llamada dieta mediterránea, una candidatura compartida. Para esto la pregunta más adecuada sería: ¿de qué manera se puede proteger y contribuir al mantenimiento de una tradición así? ¿Casa por casa? ¿En los restaurantes? Dolores Silvestre, profesora de Nutrición de la Universidad Cardenal Herrera-CEU de Valencia, reconoce que el título como tal "no es la panacea, pero sí creo que sirve para transmitir al público que detrás de esta dieta hay un valor científico y una fundamentación creíble. Para recuperar la dieta mediterránea tal como era, variada y austera, se necesita difundirla con rigor, eso será labor de los académicos y de los medios de comunicación", señala.

Cuando Mayor Zaragoza estaba en la Unesco recibió un día la visita del escritor Juan Goytisolo para contarle las excelencias de la plaza Jamaa el Fnaa, en Marrakech, donde los lugareños, como en la Edad Media, se reúnen alrededor de los narradores de historias... "Le hablé a Mayor Zaragoza de esa tradición oral, un patrimonio inmaterial importantísimo que había que defender. La tradición de contar relatos es más antigua que la de la escritura, puede tener 30.000 años". Después de varias reuniones con expertos, se creó un jurado, en 1999, que el propio Goytisolo presidió durante cuatro años. Ese fue el origen de lo que hoy es la Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial, que se fundó en 2003. La juventud de esta convención le hace aparecer todavía como la hermana menor de aquella otra que, desde 1972, concede el archiconocido título de Patrimonio Mundial Cultural y Natural, del que son poseedores edificios y lugares de belleza excepcional y fácilmente trasladables a las rutas turísticas.

La convención inmaterial la han ratificado 132 países y hay ausencias señaladas. Está España, Francia Italia, Grecia, pero ¿qué hay de otras grandes potencias europeas o americanas que sí pertenecen a la convención del patrimonio cultural mundial, la clásica, de los años setenta? "Es aún muy joven y ya hay muchos países que participan, creo que será cuestión de tiempo", dice Berta de Sancristóbal, que trabaja en la Convención en París. "Hay países que se reconocen menos en el concepto de patrimonio inmaterial y durante algún tiempo ha flotado la idea de que el patrimonio mundial era característico de los países desarrollados y el inmaterial de los que están en proceso de desarrollo", añade De Sancristóbal.

Pero Japón, un país bien avanzado, ha iniciado la quiebra de esa falsa dualidad. Es el segundo país que más patrimonio inmaterial tiene reconocido, 18 candidaturas aprobadas, detrás de China, ganadora, con 28. El tercero es Corea del Sur, con 11, y con nueve cada uno aparacen después España y Croacia.

La definición de lo que constituye un patrimonio inmaterial que establece la Unesco tiene quizá algo que ver con la ausencia de algunos países. Dice el artículo 2: "Este patrimonio cultural inmaterial, que se transmite de generación en generación, es recreado constantemente por las comunidades y grupos en función de su entorno, su interacción con la naturaleza y su historia, infundiéndoles un sentimiento de identidad...". Bastaría con esto para espantar a países que tienen minorías étnicas en su población. "Algunos ven con desconfianza esta convención porque creen que el hecho de ratificarla les impone obligaciones para con esas minorías étnicas", aventura De Sancristóbal.

Y el que no ratifica, no puede incluir sus manifestaciones culturales en la prestigiosa lista. Sin embargo, las obligaciones no van más allá de ciertos compromisos administrativos, informes periódicos, inventarios donde se expliquen las medidas que se están tomando para conservar esas expresiones culturales. Hay además un fondo económico al que tienen acceso países con pocos recursos que no puedan impedir, sin este apoyo, que se pierda algun elemento cultural digno de protegerse.

Pero el patrimonio inmaterial no se entiende todavía del todo. "Algunos países relacionan patrimonio con piedra", dice De Sancristóbal. Mezquitas y catedrales, puentes y torres, barrios enteros, piedra sobre piedra. En eso, Europa lidera, justo los países donde la protección de estas construcciones corre menos riesgo.

"Yo no creo que el patrimonio mundial sea de los países desarrollados y el inmaterial de los que están en vías de desarrollo. Tenemos mucho que aprender en los países industrializados de la creatividad de las culturas indígenas de América Latina, por ejemplo", dice Mayor Zaragoza. Y como ejemplo de que todos los países pueden participar en ambas convenciones, cita a España, "bien representada en las dos".

Para Mayor Zaragoza, estos reconocimientos de patrimonio inmaterial también "dan autoestima" y tienen mucho de simbología. "A mí, por ejemplo, me encantan los castells catalanes, un montón de gente que juntos logran subir, llegar hasta los niveles influyentes, como el balcón del alcalde, algo que no lograrían si no actúan conjuntamente, es muy simbólico", explica.

Allí donde no hay piedra la creatividad se encuentra a raudales y eso es lo que se espera proteger, cuidar y exponer a la mirada de todo el mundo. Eso es lo que perseguía Goytisolo cuando se entrevistó con Mayor Zaragoza para alumbrar estos reconomientos que buscan "la manifestación artística única, las culturas a punto de extinguirse, aquellos lugares donde se celebran actividades singulares", dice el escritor. Y asi fue. Entre otras candidaturas, Goytisolo se prendó de aquellos dibujos en la arena de las islas Vanuatu, cuyos trazos aprendían los jóvenes, generación tras generación, en un ejercicio de transmisión cultural tan sólido como los cimientos de una catedral.

Sara Baras en el rodaje de <i>Flamenco, Flamenco,</i> de Carlos Saura.
Sara Baras en el rodaje de Flamenco, Flamenco, de Carlos Saura.G. CORDERO

Danzas mágicas, dibujo, teatro, malabares

La lista de patrimonio inmaterial es numerosa, unas 220 manifestaciones culturales de diversos continentes, espectáculos singulares, antiguas técnicas artesanales, rituales coloristas, prácticas adivinatorias, todas ellas de gran belleza y plasticidad.

- Bunraku (Japón). Es un teatro de marionetas del que se desconoce un origen preciso, pero se remonta muchos siglos atrás. Su uso estaba relacionado con rituales de protección de la población. La forma de las marionetas ha evolucionado con el tiempo desde su primer aspecto, más sencillo y de fácil manejo a muñecos más expresivos y complejos.

- Recorte de papel (China). Antiquísimas dinastías chinas utilizaban ya esta técnica artesanal de recortar papel con unas tijeras pequeñas o un cincel. La iniciaron las mujeres, que hacían adornos para decorarse el pelo, la casa. Los motivos fueron incorporando plantas, animales, escenas; se trata de una técnica primorosa que se usó también como plantillas para bordar. Son complejísimas simetrías de gran belleza.

- Adivinación Ifá (Nigeria). Este ritual de adivinación africano propio del pueblo Yoruba también ha merecido el reconocimiento de la Unesco. A través de 16 nueces de palma los adivinos trasladan el saber del orisha Ifá, guardián de los matrimonios y los nacimientos. Mitos y leyendas se funden en esta tradición nigeriana.

- El misterio de Elche (España). La muerte, asunción y coronación de la Virgen María se representa cada año en una basílica de la ciudad. Es un ritual teatralizado que se remonta al siglo XV y nada ha podido detener esta manifestación cultural, año tras año, ni siquiera la prohibición del Concilio de Trento de representar obras de teatro en el interior de las iglesias. En Elche tuvieron bula papal.

- Los voladores (México). Este juego es un ritual malabarista que deja suspendidos en el aire a los danzantes, ricamente adornados con vivos colores. El ritual, muy vistoso, está asociado a la fertilidad y sobrevivió a la conquista española.

- Tango (Argentina / Uruguay). El baile del tango, mundialmente conocido ha sido también reconocido como patrimonio inmaterial en una candidatura compartida entre dos países. Argentinos y uruguayos han sabido llevar por todo el mundo esta danza arrabalera y sensual.

- El silbo gomero (España). En la isla canaria de la Gomera, los habitantes se comunican entre montañas a través de silbidos tal como hacían los aborígenes. Los cabreros supieron conservarlo. De eso ahora se encargan en las escuelas.

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Sobre la firma

Carmen Morán Breña
Trabaja en EL PAÍS desde 1997 donde ha sido jefa de sección en Sociedad, Nacional y Cultura. Ha tratado a fondo temas de educación, asuntos sociales e igualdad. Ahora se desempeña como reportera en México.
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