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El 'patrullero de la Red' actúa de nuevo

Mónica Ceberio Belaza

Cuando salió a la luz la filtración a la Red de los datos personales de 4.000 mujeres que habían abortado en una clínica de Bilbao, en abril de 2008, este diario encontró a la persona que había hallado los archivos en el eMule. Resultó ser un policía local de Ourense que dedicaba sus ratos libres a controlar los documentos que circulan por Internet. Más de un año después, el guardián de la Red sigue actuando en solitario: prácticamente todas las denuncias que han llegado a la Agencia de Protección de Datos por estos temas no provienen ni del Cuerpo Nacional de Policía ni de la Guardia Civil, sino del Ayuntamiento o de la Policía Local de Ourense, que las presentan una vez que el patrullero espontáneo comunica sus hallazgos. El caso de las adopciones también lo encontró él. En el procedimiento aparecen, una vez más, las palabras mágicas: Ayuntamiento de Ourense.

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Por las mañanas, este policía local que prefiere mantener su anonimato tramita multas de tráfico. Por las tardes, se sienta en el ordenador de su casa. Y busca. "Miro por todas partes, a ver qué encuentro", explica en conversación telefónica. "De repente te topas con cientos de documentos de organismos oficiales o con listados de datos personales de un montón de sitios. Ni siquiera necesitas saber mucho de informática. Es muy fácil. Sólo hay que tener paciencia".

Lo primero que encontró fueron los datos de 19.000 funcionarios inscritos en unos cursos de formación del sindicato Comisiones Obreras, en 2004. Había ficheros con el DNI de los afiliados, dirección, formación académica, número de teléfono y puesto de trabajo. Fue el primer caso de este tipo que resolvió la Agencia de Protección de Datos.

El cibervigilante ha hallado en Internet manuales de ETA y Al Qaeda y más de 2.000 informes militares de países extranjeros. Lo entrega todo a las autoridades, con las que colabora desde hace años. Dice que, una vez al mes, "ellos", van personalmente a su casa para recoger el botín de los últimos 30 días. No quiere precisar quiénes son, exactamente, "ellos".

"Las bases de datos cada vez se encuentran menos", explica. "Como se le dio mucho bombo a lo de la clínica de abortos de Bilbao, yo creo que la gente tiene más cuidado". Pero desde los organismos públicos sigue habiendo filtraciones. El guardián de la Red suele encontrar atestados policiales y de la Guardia Civil con un buen paquete de datos personales. "Cuando se lo digo, averiguan qué ha pasado, quién ha sido el responsable, abren un expediente, y por lo general toman medidas para que no vuelva a ocurrir", dice.

Nadie le paga, ni siquiera los gastos. Sus herramientas de trabajo, el ordenador y el ADSL, corren de su cuenta. El policía se ha convertido en un investigador, sin sueldo, para el Estado. Hace una especie de labor social. Cuando se le pregunta por qué lo hace, tarde tras tarde, casi como un trabajo, explica que es una "afición": "¿Qué voy a hacer si no en mi tiempo libre?".

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Sobre la firma

Mónica Ceberio Belaza
Reportera y coordinadora de proyectos especiales. Ex directora adjunta de EL PAÍS. Especializada en temas sociales, contó en exclusiva los encuentros entre presos de ETA y sus víctimas. Premio Ortega y Gasset 2014 por 'En la calle, una historia de desahucios' y del Ministerio de Igualdad en 2009 por la serie sobre trata ‘La esclavitud invisible’.

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