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Reportaje:

El patrullero de la Red

Un policía local de Ourense persigue ciberdelitos en su tiempo libre - Ha hallado documentos secretos, fugas de datos y 'porno' infantil

Pedro Fernández se pone cómodo en casa cada tarde. Tras una jornada de ocho horas como policía local en la central de Ourense, el funcionario municipal con 25 años de servicio en el Cuerpo, encargado de tramitar las multas de tráfico de la ciudad, se quita el uniforme, come en familia, se echa si acaso una siesta y, a media tarde, enciende el ordenador. En ese momento empieza su trabajo voluntario. Se baja en cascada los datos más comprometidos del planeta. Ha encontrado de todo: asuntos de espionaje internacional y manuales de ETA y Al Qaeda donde constan los mandamientos del perfecto terrorista en caso de detención policial. Un día encontró las historias clínicas de 11.300 pacientes del centro médico Laisatasuna (Bilbao) por las que el centro acaba de ser sancionado con 150.000 euros. Había 40 datos de hombres que habían pasado por una vasectomía. El resto (más de 11.000) eran mujeres, y 4.000 de ellas habían abortado. Aparecían identificadas con nombres, apellidos, DNI, tarjeta de afiliación a la Seguridad Social y profesión. Había juezas, auxiliares y administrativas.

Ha encontrado papeles de espionaje y manuales de ETA o Al Qaeda
El policía de la Red hizo un cursillo informático en 1976 con fichas perforadas
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¿Por qué no se ocupa el Estado?

Pedro Fernández cuenta los entresijos de su hobby -que le mantiene en contacto, como colaborador desinteresado, con altos organismos del Estado- como si relatara el proceso de gestión de las multas con el que brega en la jornada laboral. En cuatro años ha puesto en conocimiento de la Agencia de Protección de Datos y de las fuerzas de seguridad 40 expedientes de bases de datos de empresas privadas y 800 documentos de organismos oficiales que circulaban por la Red.

Él pincha en el eMule y otros programas similares de descargas y patrulla por el mundo de la delincuencia internacional virtual. No tiene más medios que un buen ADSL y un par de horas de paciente asueto cada día. En los estantes próximos a su mesa de la Policía Local guarda documentación que quita el hipo. Informes confidenciales clasificados como "alto secreto" en los que se da cuenta de los puntos más vulnerables de una ciudad en la que se celebrará próximamente una cumbre internacional. Son documentos oficiales de inteligencia de un país que él ha hallado en Internet. "Mira, van a ir 700 personas, la mayoría mandatarios de distintos países del mundo", comenta sin variar el tono.

En realidad, Pedro Fernández no es Pedro Fernández, pero quiere poner a salvo su verdadera identidad. Ni siquiera es informático. "Hice un cursillo en 1976, pero era a base de fichas perforadas" comenta. Un buen día de 2003 se animó a poner ADSL en casa, y el mundo se abrió para él. "Empecé instalando la base de datos de Access; después el eMule para bajar música y películas y me di cuenta de que un porcentaje muy alto de los archivos eran películas de pornografía infantil escondidas bajo nombres nada sospechosos". Acota el dato: "Uno se llamaba Windows office nuevo Esp 05". En el mismo programa de descargas detectó 4.500 de estos archivos, entre fotos y vídeos.

Cuando, llegada la media tarde, se pone ante el ordenador de su casa, "en lugar de salir por ahí a tomar unos chatos", y pincha un programa de descargas -BitTorrent, Lime Wire, Ares, Kazza o el propio eMule- no busca nada en concreto. "Me dejo llevar".

Dice que lo que él encuentra lo puede encontrar "hasta un niño". La mayor parte de las veces él hace de hacker bueno. "Suelo anotar los IP de los ordenadores para poder denunciarlos". En su opinión, la vulnerabilidad a la que todos estamos expuestos en la Red está en los puertos USB. "Esto, esto es lo malo", dice sacándose del bolsillo del traje oficial un pen-drive. "Lo que realmente hacen los programas de descargas es colarse por los puertos y, claro, ahora todos los ordenadores están llenos de ellos: para la impresora, para descargar la cámara de fotos..."

A este poli de oficina que en jornada de tarde patrulla por la Red armado de paciencia nadie le pide colaboración. La ofrece él. "Pero todos saben que estoy aquí y cuando les aviso de lo que encuentro vienen a buscarlo personalmente: no se fían ni de Correos", puntualiza.

Por si acaso, en su ordenador de la Policía Local no tiene eMule. "Mucha cerradura, mucha alarma y puerta blindada pero el otro día me encontré la contabilidad de una empresa de Madrid. Llamé y le expliqué la situación al informático. Resultó que el gerente se había llevado el disco con los datos a casa y con ellos en el ordenador, el hijo se conectó al eMule", avisa el policía mientras sigue tramitando el montoncito de multas que tiene sobre su mesa de trabajo.

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