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Los presupuestos de I+D: 'Deteriora sequor'

No debería cabernos ninguna duda de que Jasón era un hombre irresistiblemente atractivo, porque nada más llegar a la Cólquide en busca del vellocino de oro, la princesa Medea contrajo una pasión tan desenfrenada hacia él que fue capaz de traicionar a su padre y a su pueblo por amor, aun a sabiendas de que estaba actuando rematadamente mal.

Ovidio pone en su boca una frase de esas que le salen redondas, para describir el dilema trágico de Medea: video meliora proboque, deteriora sequor, "yo veo lo que es mejor y lo apruebo, pero hago lo que es peor". He recordado esta frase de Las Metamorfosis de Ovidio, habitualmente (mal) atribuida a San Agustín, con motivo de la inminente presentación de los Presupuestos Generales del Estado que, en materia de I+D, presentan unos augurios negrísimos, aun si se tiene en cuenta, incluso , la gravedad de la crisis económica que padecemos.

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La verdad es que yo estoy casi seguro de que el presidente de Gobierno está íntimamente convencido de que las mejores inversiones públicas son las que se orientan a la economía sostenible y a fomentar las políticas de innovación, pero por alguna razón inexplicable, él sigue gastando en ladrillo, a través de los planes E y de otras prioridades inversoras.

Recordemos algunos hechos recientes, para tratar de bucear en los arcanos de su mente: unas semanas antes de las elecciones de 2004, el entonces candidato Rodríguez Zapatero celebró un encuentro multitudinario con científicos, en la sede central del CSIC de Madrid, y prometió que, si ganaba, duplicaría en una sola legislatura el gasto en I+D.

La promesa fue recibida con gran entusiasmo por el respetable, aunque también con una cierta desconfianza resabiada, pero lo cierto es que entre 2004 y 2008 se duplicó el gasto en I+D, se puso en marcha un Plan Nacional de Reformas (PNR) que se remitió a Bruselas en 2005, se incorporó a este PNR el ambicioso programa INGENIO y, como consecuencia de todo ello, el sistema español de I+D adquirió una alegría y una dinámica que admiraban a propios y extraños: hasta la revista británica Nature, habitualmente circunspecta y más bien parca en sus elogios, reconocía en marzo de 2007 los progresos que estaba realizando España al respecto.

Alguno de ustedes probablemente pensará, sí, pero eso era antes del tsunami económico que nos ha anegado sorpresivamente, pero ahora, con la que está cayendo, lo menos que podemos hacer es una especie de PER de urgencia nacional y a esperar a que escampe. Al fin y al cabo, es lo que están haciendo todos los países.

Pues bien, no, no es lo que están haciendo todos. Para empezar, el presidente Obama, justamente admirado por su liderazgo político en todo el mundo, está intentando reorientar el énfasis inversor hacia sectores emergentes e innovadores, como las energías renovables o la sanidad pública, a pesar de las evidentes necesidades de sectores económicos maduros de su país, como el de la industria del automóvil.

Aquí en Europa, por su parte, otros países están actuando en la misma dirección: la actual presidencia de la UE, que recae en Suecia, ha fijado como una de sus prioridades, las políticas de investigación que fomenten la innovación ("pro-innovation research policies") y el desarrollo del "Espacio europeo de investigación" (ERA) de la agenda de Lisboa. Después de la autista y retrógrada presidencia checa de la Unión Europea, congratula ver cómo Suecia vuelve a la razón, con un desparpajo propio de Lisbeth Salander.

Sería una lástima que un gobierno progresista de un país importante de la Unión, como España, no pudiese continuar la senda a la que ha vuelto Suecia, por el simple hecho de que nuestro presidente haya renunciado a las prioridades e ideales de su primera legislatura, aun creyendo en su más íntimo fuero interno, probablemente, en la importancia de la economía sostenible.

En Medea se entiende por qué resolvió el dilema trágico como lo hizo porque, al fin y al cabo, Jasón debería ser irresistible, pero no creo que el señor Zapatero encuentre tan irresistible la economía del ladrillo y del parcheo como para darle una puñalada presupuestaria por la espalda al gasto en I+D.

No somos pocos los científicos españoles que estamos estos días en una situación de desánimo preventivo, a la espera de que se cumplan los peores augurios cuando se presenten los presupuestos de I+D. Presidente, por favor, disipe nuestros temores y demuéstrenos que somos unos mal pensados.

Javier López Facal es profesor de investigación del CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas)

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