_
_
_
_
_
EL MATRIMONIO HOMOSEXUAL

La primera boda gay se celebra en un ayuntamiento de Madrid

Emilio Menéndez y Carlos Baturín fueron "unidos en matrimonio" por un edil de Tres Cantos

"Emilio, ¿quieres contraer matrimonio con Carlos?". Salón de plenos del Ayuntamiento de Tres Cantos (Madrid). Emilio Menéndez, 50 años, la sonrisa inabarcable, volvió a apretar la mano de su novio y pronunció un contundente "sí, quiero". El concejal de IU José Luis Martínez Cestao repitió la pregunta a Carlos Baturín, el otro contrayente. Éste contestó con la voz quebrada, apenas audible. "Os declaro unidos en matrimonio", anunció el edil. Entre aplausos y flashes, se abrazaron fuerte. A las 18.10 de ayer, Carlos y Emilio habían entrado en la historia. El primer enlace gay de España era un hecho.

Más información
Nervios y prisas para un día especial

La pareja había entrado en su pequeño utilitario en el garaje del ayuntamiento de la localidad (39.000 habitantes, a 21 kilómetros de Madrid) para eludir la creciente nube de periodistas. Llegaron a ser casi un centenar. Antes de entrar en el ascensor, pararon un momento. "Fíjate, hemos pasado de ser unos maricones a una celebridad", decían. "Somos muy antiguos, no nos vamos a besar". Y lo hicieron, en la mejilla, protegidos por la intimidad del ascensor. Instantes más tarde, a las 17.40, Carlos, psiquiatra estadounidense nacionalizado español, de azul y blanco, y Emilio, escaparatista de El Corte Inglés, de naranja y beis, avanzaron de la mano hacia las cámaras. Habían esperado 30 años.

En el salón de plenos, engalanados, una veintena de familiares y amigos, progresivamente intimidados por la incesante llegada de reporteros.

Últimas comprobaciones: Emilio coloca un penique en el zapato, enseña un bolígrafo azul, un compañero le presta un pañuelo. Un vistazo a los anillos, de oro blanco con un diamante, el regalo que se hicieron cuando cumplieron los 25 años de relación. Emilio pregunta: "¿Dónde está mi madre?". Y su madre, de 88 años, recién recuperada de una neumonía, revitalizada por la boda de su hijo, que no llega. Ni tampoco el concejal.

Otro revuelo de cámaras anunció la presencia de la madre; su regalo de bodas, un crucero por el Adriático en el que se embarcarán en septiembre. La anciana, del brazo de su hijo, se sentó ante el concejal. A su lado, Maribel Cabrera, la testigo, y su hijo Enrique Bordes, el otro testigo.

El concejal, de traje, se sentó pasados dos minutos de las seis de la tarde ante el centro de flores que presidía el salón. "Os recibo en este centro de la democracia", comenzó. Había oficiado más de 20 bodas, pero los nervios le reconcomían. Como a los novios. A Emilio le habían dado una tila en el trabajo. Carlos estaba rígido pese a haber tomado un tranquilizante. La testigo tuvo que darle un masaje, antes de salir para la boda. Durante el viaje, llamadas de la radio. "Creo en el matrimonio y creo en la familia y somos matrimonio y somos familia", explicaba Carlos por el móvil.

La segunda en intervenir en la ceremonia fue Marta Menéndez, la hermana de Emilio, ex concejal en Tres Cantos. "Os doy las gracias", dijo, "por haber resistido la incomprensión y la injusticia. Que seáis muy felices", dudó con un temblor en la voz, "os lo habéis ganado". Emilio acariciaba la mano de Carlos y también la de su madre. Su expresión se fue mudando desde la tensión hacia la alegría. "Estáis haciendo historia", retomó el discurso el concejal, que les leyó los nuevos artículos del Código Civil, en vigor desde el pasado día 4. Cuando se pusieron en pie para dar el sí, la expresión de los llamados "cónyuges" era beatífica. Luego, el edil les leyó unos versos de Pablo Neruda, "niégame el pan, el aire, la luz, la primavera, pero tu risa nunca porque me moriría". Los ojos se empañaron. "Que la risa y la ternura os acompañen toda la vida", concluyó.

A la salida, el arroz, claro, y más declaraciones. Ante una colección de micrófonos, Emilio se encendió: "Soy católico", dijo, "pero me estoy planteando dejar de serlo porque me entristece que los obispos se revuelvan contra una ley que no les afecta y que a nosotros nos llena de felicidad. Hoy aquí hay mucho amor y no lo había en la manifestación del 18 de junio [convocada por el Foro de la Familia]; amarse es muy cristiano, pero lo que no es cristiano es negar los derechos a otras personas; que estén tranquilos los obispos que no vamos a destruir ninguna familia ni ninguna iglesia", subrayó. Su nueva familia, sobre el papel, le esperaba para brindar.

Emilio Menéndez (izquierda) y Carlos Baturín reciben una lluvia de arroz a la salida del Ayuntamiento de Tres Cantos después de casarse.
Emilio Menéndez (izquierda) y Carlos Baturín reciben una lluvia de arroz a la salida del Ayuntamiento de Tres Cantos después de casarse.RICARDO GUTIÉRREZ

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_