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Las ratas, fuera de El Gallinero

Voluntarios de la Cañada Real se concentran ante la sede del Ayuntamiento para exigir la limpieza de "toneladas" de desperdicios

La zona del Gallinero es la más deprimida de la Cañada Real. La basura se acumula alrededor de las chabolas y las ratas se han acostumbrado a la compañía de los humanos. Tal es la convivencia que los hombres del poblado aseguran que tienen que hacer guardias por las noches para evitar que los roedores entren en las infraviviendas y ataquen a las personas. Para combatir esta situación y limpiar la zona, el Ayuntamiento se comprometio en el Pleno de enero de 2010 a limpiar las "toneladas de desperdicioes de El Gallinero".

Los voluntarios que trabajan habitualmente con las 500 personas del poblado, muchas de ellas menores, se han concentrado esta mañana ante la sede del Ayuntamiento de la plaza de la Villa para exigir la limpieza prometida. "Es una barbaridad que se siga permitiendo que vivan en esas condiciones, entre ratas inmensas", ha declarado a Europa Press Javier Baeza, uno de los participantes. Baeza ha explicado además que las máquinas solo entran a limpiar la calzada una vez por semana, pero nunca pasan por la zona de infraviviendas.

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Para luchar contra las ratas, los habitantes del poblado se han organizado en rondas nocturnas y han sellados sus puertas con sacos y maderas. La protesta forma parte de la campaña Bota a las ratas del Gallinero que denuncia la falta de cumplimiento del Ayuntamiento para extinguir la plaga de roedores.

Precisamente hoy, Amnistía Internacional ha denunciado la situación de la Cañada. La ONG critica los desalojos y derribos en el poblado chabolista madrileño, el más grande de Europa, en su informe Derechos a la intemperie, en el que denuncia que "miles de familias están marcados por el terror de que sus vidas se derrumben junto con sus casas".

Las ratas abundan en el entorno de El Gallinero.
Las ratas abundan en el entorno de El Gallinero.ÁLVARO GARCÍA
Lucía, rumana de 44 años, tiene cinco hijos y 24 nietos. La mitad viven en el poblado chabolista de El Gallinero. La mujer comparte su chabola de dos camas con su marido y cuatro nietos. Su casa es de las pocas con paredes de ladrillo. Lucía no quería madera para evitar incendios como los de otras casas. "Tengo miedo del fuego", susurra.
Lucía, rumana de 44 años, tiene cinco hijos y 24 nietos. La mitad viven en el poblado chabolista de El Gallinero. La mujer comparte su chabola de dos camas con su marido y cuatro nietos. Su casa es de las pocas con paredes de ladrillo. Lucía no quería madera para evitar incendios como los de otras casas. "Tengo miedo del fuego", susurra.GORKA LEJARCEGI

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