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Reportaje:vida&artes

La realidad supera a la ficción... en la ficción

La televisión se llena de personas y sucesos reales - Los eventos crean curiosidad e identificación

Carmen Pérez-Lanzac

Mientras los 33 mineros atrapados a 700 metros de profundidad en Atacama (Chile) sudaban la gota gorda pensando en su rescate, en la superficie un equipo español llevaba semanas haciendo entrevistas y preparando el casting de un telefilme con final abierto sobre la terrible aventura de los mineros. "Presupuesto cerrado, guión abierto: el escenario más terrorífico", cuenta Jacobo Bergareche, productor ejecutivo del proyecto (Brad Pitt también le ha echado el ojo al caso y está tanteando a los mineros para que se sumen al rodaje, publicó el domingo El Mercurio).

A Bergareche la idea le asaltó el día en que una sonda localizó a los mineros con vida bajo tierra. "Habían sobrevivido 17 días en condiciones imposibles y vi que ahí había material para un telefilme. Se lo propuse a Mikel Lejarza, presidente de Antena 3 Films, convencido de que ya estaría en marcha, y para mi sorpresa se interesó. 'Lo queremos, pero tiene que ser ya', me dijo". Bergareche (Dynamo Factory), que empezó a escribir el guión en el vuelo a Chile, acababa de descubrir el concepto instant movie o película instantánea, una de las ramas de la tendencia televisiva que desde hace dos años arrasa: los telefilmes y miniseries basados en hechos o personas reales.

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En un contexto en el que los realities están en clara decadencia, este tipo de formatos ha vivido una eclosión. Los hay basados en la vida de artistas (Paquirri, Raphael, Marisol), políticos (Adolfo Suárez, el presidente) o nobles (La Duquesa); historias que recrean hechos de la historia lejana (La princesa de Éboli) o reciente (23-F: El día más difícil del rey, Felipe y Letizia), sucesos (Fago, La huella del crimen: el secuestro de Anabel) o casos con mucho impacto mediático (Vuelo IL 8714, sobre el accidente del vuelo de Spanair).

Se trata de productos más baratos (la horquilla es muy amplia, pero cuestan una media de 400.000 euros frente a los 600.000 por capítulo de una serie) y que, al contrario que estas, así computan en el 5% que las cadenas están obligadas a invertir en cine (ventaja esta que desaparecerá en enero, cuando entre en vigor la nueva ley audiovisual, que permite a las cadenas destinar parte de esta inversión obligatoria a la producción de series, documentales o animación). Y lo más importante: la audiencia, que ignoraba este tipo de productos, ahora los acoge de buena gana. ¿Por qué?

"En el momento que vivimos de fragmentación de la audiencia, cada vez tienen más valor aquellos productos con categoría de evento", dice Mikel Lejarza, de Antena 3. "Un evento es algo muy especial y grande en sí mismo, bien porque está muy pegado a la actualidad, porque retrata un hecho único o algo muy fuerte. En Estados Unidos siempre han existido, aunque aquí se daban menos. La televisión es un modelo pendular, los gustos van cambiando, la gente no quiere ver siempre lo mismo y ahora es un buen momento para este tipo de productos. Pero cuidado, porque si de pronto hubiera demasiada oferta perderían la característica de evento y su fuerza, que reside precisamente en que es algo que no ocurre todos los días".

En esta idea del "evento" incide también Leonardo Baltanás, responsable de contenidos de Telecinco: "La gran oportunidad que te da la miniserie es que te genera expectación, es algo nuevo y el público lo premia. Hemos probado con varios tipos, pero estamos todavía en una fase de testar las tipologías que podemos abrir. Es pronto para saber si una funciona mejor que otra, lo que sí es cierto es que necesitamos abrir la gama para no matar la característica de evento".

Dentro de esa investigación de tipologías a probar, Telecinco estrenará en breve Alakrana, un telefilme basado en el secuestro que todos recordamos, aunque ha pasado cerca de un año del incidente, e inevitablemente ha perdido fuerza mediática. "La propuesta nos llegó cuando todavía no había finalizado el secuestro", cuenta Álvaro Augustín, director general de Telecinco Cinema y productor ejecutivo del telefilme. "Decidimos esperar a que todo acabara y ver qué pasaba. A la semana del desenlace, empezamos a movilizarnos".

La película, cuyo guión es de Jorge Guerricaechevarría (Celda 211) se estrenará pronto. Y si en el caso del telefilme basado en el accidente del vuelo de Spanair en el que murieron 154 personas los familiares se opusieron al rodaje e intentaron evitar su estreno, las víctimas del secuestro del atunero tampoco han querido participar en su desarrollo. "Al no tener el contacto directo con los protagonistas hemos tenido que recrear lo que suponemos que pasó", explica Augustín, "aunque siempre bajo lo recogido en la prensa. Pero insisto, es una ficción".

¿Por qué este boom de formatos basados en hechos de los que hemos sido informados hasta la saciedad? "La realidad siempre es la principal fuente de inspiración de la ficción", aventura Baltanás, de Telecinco. "Y la fuerza de la ficción es que te permite ahondar más en las relaciones personales y las emociones que la información en sí. Desde que el mundo es mundo y el hombre es hombre sentimos una gran curiosidad por lo que le pasa a los demás y la televisión no va a ser ajena a ello. Todos sentimos una curiosidad innata, negarlo sería una hipocresía. La gente quiere ver con sus ojos qué pasó en el casco del Alakrana durante su secuestro".

En esa reinterpretación de los hechos insiste también Fernando López Puig, director de ficción de TVE: "El público ha vivido el hecho reciente desde el informativo, pero al ficcionarlo se interpreta de nuevo. Al espectador le gusta porque los revive y porque todos somos algo morbosos y queremos saber si nos van a contar algo nuevo que desconocíamos. Nosotros siempre intentamos darle a nuestras series ese algo que hasta ahora se desconocía o no se sabía tanto".

"Estar basado en hechos reales multiplica el atractivo comercial de una película, libro o serie de televisión", dice José Manuel Errasti, profesor de Psicología de la Universidad de Oviedo. "En ocasiones, el carácter 'real' de una historia es, de hecho, su único atractivo; por ejemplo, si la historia de Felipe y Letizia no fuera cierta no la habría visto nadie. En otras ocasiones la historia ya es de por sí llamativa, como en el caso de los mineros chilenos, pero las películas se benefician muchísimo de que además hayan sido verdaderas". "El porqué es muy complejo", continúa Errasti. "Realidad y ficción son dos ingredientes muy potentes en cualquier relato audiovisual. Y, claro, no es lo mismo el nivel de realidad que posee un biopic que el que se afirma que posee. Los biopics que hemos visto recientemente -Suárez, 23-F, Raphael, Felipe y Letizia-, basan su atractivo en la autenticidad de lo que cuentan, aunque más allá de los hitos históricos concretos ni una sola de las escenas seguramente fueron ciertas ni son verosímiles". "Nos gusta ver historias fabuladas presentadas como reales, de la misma manera que siempre nos gustó ver historias realistas presentadas como falsas. Ser protagonista de una narración convierte siempre a un personaje en un héroe, y nos gusta creer que existen héroes reales y que compartimos humanidad e historia con ellos", concluye.

En esta idea del héroe anónimo ahonda el asesor de comunicación Antoni Gutiérrez-Rubi: "Los espectadores, aunque conozcan el desenlace de un hecho, tienen una viva curiosidad por el cómo. Desean saber y descubrir lo que sucedió antes y durante, cuáles fueron las causas, las razones o los contextos. Quieren descubrir la humanidad, la intimidad de los que, después, son héroes, con los que se da una identificación emocional. La realidad es, casi siempre, mucho más potente que la ficción. Casos como el secuestro del Alakrana, el accidente de Spanair, o los mineros chilenos tienen además el magnetismo de lo extremo, del combate al límite. La resiliencia de sus protagonistas (la resistencia ante la adversidad de personas corrientes y normales como los espectadores mismos) permite un grado de identificación intenso y emocional con la historia narrada. Alguien como yo, al límite de sus posibilidades".

Gutiérrez-Rubi cree que la crisis económica puede tener alguna relación con el creciente interés por estos productos: "Ante la incertidumbre sobre el futuro, los espectadores vuelven sobre hechos reales e históricos como anclaje emocional y vivencial".

Eso del lado de los espectadores, pero ¿y las cadenas? ¿Por qué se han lanzado en plancha a producir telefilmes "basados en hechos reales"? Ricardo Vacas, presidente de Barlovento Comunicación, aventura una explicación más empresarial: "Los telefilmes se ruedan con bastante rapidez y representan menos riesgo que rodar una serie de 13 capítulos. Si la audiencia no acompaña no te quedas con episodios en el tintero. Además, a veces les sirven a las cadenas para contraprogramar y jugar al ataque", dice. Y así sucedió recientemente con Felipe y Letizia, que Telecinco hizo coincidir con el estreno de Hispania, de Antena 3.

Así las cosas, estamos lejos de haber llegado al final de la tendencia. Antena 3 va a probar suerte con El corazón del océano, una miniserie basada en el libro de Elvira Menéndez con el mismo título, y que trata sobre la primera expedición de mujeres al Nuevo Mundo, en 1550, una historia de aventuras. TVE-1, por su parte, sigue buceando en la recreación de hechos históricos recientes y está rodando cuatro telefilmes: uno basado en el asesinato de Carrero Blanco, otro sobre la proclamación de la República, un tercero sobre Clara Campoamor y un cuarto sobre la historia del 'Schindler español'. Pero su gran apuesta para 2011 es una serie sobre la vida de Isabel la Católica. "Hemos visto que el público echaba de menos la historia nacional ficcionada", dice López Puig, de TVE. "Si acepta una historia como Los Tudor, sobre la historia de Inglaterra, ¿por qué no una sobre la propia?".

Arriba, primeras imágenes del telefilme <i>Los 33 de San José.</i> Abajo, <i>Alakrana.</i>
Arriba, primeras imágenes del telefilme Los 33 de San José. Abajo, Alakrana.

Una tendencia, muchas vertientes

- Sucesos. Es la rama que abrió camino en 2002, con Padre coraje (Antena 3),

que logró 4.600.000 espectadores. Tras ella siguieron los casos Wanninkhof, Fago o el secuestro de Anabel Segura.

- Historia reciente.

23F:

el día más difícil del Rey (TVE-1), tiene el récord de este tipo de productos, con 6.718.000 espectadores (33,6% de cuota). Felipe y Letizia (Telecinco) es el segundo telefilme más visto, 4.637.000 (22,6%).

- 'Biopics'. La forma más explotada, con decenas de telefilmes basados en la vida de artistas, nobles y políticos. La duquesa (Telecinco), sobre la duquesa de Alba, es el más visto: 4.186.000 espectadores.

- Hechos mediáticos impactantes. Telecinco estrenó este verano Vuelo IL 8714, sobre el accidente de Spanair, que, sin embargo, no atrajo a la audiencia (1.533.000 espectadores). Pronto llegarán Alakrana (Telecinco), Los 33 de San José (Antena 3) u Operación Jaque (TVE-1), sobre el rescate de Ingrid Betancourt.

- Historia lejana. Tras el éxito de Los Tudor o Los pilares de la Tierra (Cuatro), las cadenas están hincándole el diente. Antena 3, que triunfa con Hispania, prepara un telefilme inspirado en Ben Hur. TVE prepara una serie sobre Isabel la Católica.

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Sobre la firma

Carmen Pérez-Lanzac
Redactora. Coordina las entrevistas y las prepublicaciones del suplemento 'Ideas', EL PAÍS. Antes ha cubierto temas sociales y entrevistado a personalidades de la cultura. Es licenciada en Ciencias Económicas por la Universidad Complutense de Madrid y Máster de Periodismo de El País. German Marshall Fellow.
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