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Las revistas científicas reexaminan sus controles tras el 'caso Hwang'

El director de 'Science' ve imposible detectar un fraude tan "hábil"

Javier Sampedro

El hecho de que las clonaciones de Hwang Woo-suk -un fraude de antología- se presentaran en la prestigiosa revista Science plantea una cuestión inevitable: ¿a qué se debe el prestigio de Science? "Ni la revisión por pares más minuciosa, que es la que practicamos con el borrador de Hwang, puede detectar un fraude tan hábil montado por un científico experto en el campo", dice a EL PAÍS el director de Science, Donald Kennedy.

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La "revisión por pares" (peer review) a la que se refiere Kennedy es el procedimiento que sigue cualquier revista científica de calidad. Quiere decir que el director envía el borrador a dos o tres científicos expertos en esa materia (los revisores o referees) para que lo lean y le digan si debe o no publicarlo, o si los autores tienen que aportar experimentos adicionales para que sus conclusiones se sostengan, o si deben mencionar interpretaciones alternativas. Se trata de un análisis a veces técnico, a veces conceptual, incluso opinativo, pero que difícilmente puede descubrir una falsificación, sobre todo si no la está buscando.

Hay excepciones. Una trampa frecuente consiste en presentar la misma foto dos veces, para simular que dos experimentos distintos dan el mismo resultado. Un revisor atento puede detectar el truco, porque el fondo es igual en las dos fotos, cuando no debería serlo.

Ésta es precisamente una de las trampas que usó Hwang cuando los revisores le pidieron pruebas de que el ADN de las células madre clonadas a partir de pacientes casaba con el ADN de los pacientes. Como Hwang no tenía esos clones, clonó las fotos. Y colaron. Conclusión: la revisión por pares no puede detectar un fraude hábil, y ni siquiera suele detectar uno torpe. Esto puede suponer dos riesgos. El primero, que Hwang podría haber utilizado el prestigio de Science para patentar una técnica que no tenía.

"No lo creo", responde el científico Carlos Simón, del Centro de Investigación Príncipe Felipe de Valencia, que el día 21 anuló los proyectos de colaboración previstos con Hwang. "De hecho, la solicitud de patente debe presentarse antes de publicar el trabajo en una revista científica, y ni sé si Hwang llegó a patentar esa técnica".

En EE UU, sin embargo, la patente se puede solicitar hasta 12 meses después de publicado el trabajo. ¿Utilizó Hwang a Science para patentar allí su técnica? Donald Kennedy lo niega rotundamente: "No ha habido que yo sepa ningún intento de patentar el trabajo de Hwang, ni en EE UU ni en ninguna otra parte".

El segundo riesgo es la estafa. ¿Podría haberse aprovechado Hwang de Science para vender sus falsas células clónicas? El artículo salió en mayo, y Hwang montó en octubre un Centro Mundial de Células Madre que iba a dedicarse a clonar embriones a partir de pacientes, extraerles células madre y distribuirlas a cambio de una tarifa.

El desenmascaramiento de Hwang ha impedido saber qué clase de células hubiera distribuido a cambio de qué tarifa, ni cuánto tiempo hubieran tardado en detenerle por estafa.

Todo esto se refiere al artículo publicado por Science en junio de 2005 (avanzado on line en mayo). Pese a que su retracción formal requiere la firma de los 25 autores, Kennedy lo va a retirar con o sin firmas. Las sospechas se centran ahora en el anterior trabajo de Hwang, publicado también por Science, en febrero de 2004: la primera clonación de un embrión humano, y la primera generación de una línea de células madre a partir de él. ¿Ha usado alguien esas células? ¿Las llegó a patentar Hwang?

"No sé de nadie que haya usado esas células", reconoce Kennedy. "Tampoco conozco ningún intento de patentarlas, si es que ha habido alguno". Casi dos años después de publicarse aquel Science, las primeras células clonadas parecen haberse evaporado.

Hwang habla con periodistas en su laboratorio de la Universidad de Seúl en mayo pasado.
Hwang habla con periodistas en su laboratorio de la Universidad de Seúl en mayo pasado.REUTERS

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