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Reportaje:

Una semana, un día y 20 horas después

El colectivo Rompamos el Silencio abandona hoy el edificio de la madrileña calle Acuerdo que ocupó el 30 de junio

"Hacemos esto para llamar la atención sobre otros problemas. Para nosotros la ocupación es una herramienta". Las palabras de José Luís S. G., paleontólogo de 28 años, resuenan en las escaleras del edificio de la calle Acuerdo nº 8 de Madrid que el colectivo social Rompamos el Silencio ha transformado temporalmente en su cuartel general de operaciones. Desde el pasado 30 de junio a las 16 horas, los cinco pisos, el patio y las aulas de este antiguo colegio funcionan como el centro de convergencia de la VI Semana de Lucha Social, como sus ocupantes lo denominan.

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Un lugar donde se han sucedido charlas sobre vivienda, precariedad laboral, antimilitarismo, ecologismo o globalización y se han preparado las actividades que el colectivo ha desarrollado a lo largo y ancho de Madrid. Toda la información se ha ido coordinando, en paralelo, a través del centro de medios, un local de la cercana calle Marqués de Leganés que Ecologistas en Acción ha cedido a la causa. Una ocupación temporal que, año tras año -en 2006 el colectivo permaneció durante una semana en los cines Bogart de Madrid-, Rompamos el Silencio lleva a cabo para presentar su programa semanal de actividades y reivindicaciones.

A José Luís le acompaña Alba S. M., estudiante de 26 años del doctorado de Ciencias Políticas, una de las portavoces que se han encargado de coordinar los 12 ejes temáticos (vivienda, ocupación, educación, migraciones…), las mesas redondas y las actuaciones en la calle, que en lenguaje activista se denominan acciones directas no violentas."Ha sido un trabajo muy intenso, una semana sin parar de trabajar", subraya Alba. El lunes actuó el eje de Vivienda (ocupación pacífica de la Empresa Municipal de la Vivienda) y el miércoles lo hizo el de Memoria Histórica (recorrido nocturno por la ciudad). El jueves fue el turno del Eje de Educación: unas 60 personas se manifestaron ante la Agencia de la Comunidad de Madrid para la Reeducación y Reinserción del Menor Infractor. Y el viernes y el sábado, Antimilitarismo (los activistas de Rompamos el Silencio colgaron esquelas sobre el gasto militar en las vallas del recinto del Cuartel de Estado Mayor del Ejército, en la plaza de Cibeles) y una visita al Museo Antropológico de Madrid.

¿Y la Policía? Sin noticias en esta sede temporal de la calle Acuerdo. "El día que llegamos cercaron la entrada, pero se fueron y no han venido en toda la semana. Tampoco se han puesto en contacto con nosotros", comenta Alba. Los antidisturbios acordonaron la puerta durante la tarde del 30 de junio, día de la ocupación, pero permitieron a los 80 activistas que en un principio ocuparon el interior de la antigua escuela introducir comida y bebida. Después "se fueron" y no han vuelto. Donde sí han tenido problemas es en la calle. El pasado miércoles la Policía arrestó a dos miembros de Rompamos el Silencio. Ocurrió después de una de estas acciones, en la estación de metro Gregorio Marañón: un altercado entre los miembros de seguridad y varios activistas acabó con dos de estos acusados de desorden público y obstrucción a la autoridad.

Pero en este antiguo colegio, en pleno centro de Madrid, nada. Ni la Policía, ni el Ayuntamiento de Madrid, ni el propietario del edificio, el arquitecto Leopoldo Arnáiz, se han puesto en contacto con el colectivo a lo largo de la semana. El pasado lunes 2 de julio, Arnáiz hizo llegar una nota de prensa a la Agencia Efe en la aseguraba que "estudia varias alternativas de destino para el edificio, tales como una residencia de ancianos" o una de "jóvenes". Pero más allá del comunicado, nada.

Todo permanece, y permanecerá, en relativa calma hasta el mediodía del lunes 9 de julio. "Hemos cerrado las actividades y mañana anunciaremos que nos vamos", comenta Gustavo Aparici, miembro de Rompamos el Silencio. Se irán, exactamente, a las 11:30h, cuando finalice la rueda de prensa que pondrá el punto y final a las actividades de Rompamos el Silencio. Una semana, un día y 20 horas después de su llegada a este antiguo colegio del centro de Madrid.

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