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Análisis:Crisis en la televisión pública
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Las sombras del poder

Juan Cruz

Este miércoles Alberto Oliart comía en un restaurante del Madrid político con un compañero suyo de la competencia. Bromeaban. Entre ellos parecía cernirse una corriente que permitía alegrías de fin de curso, como si ambos estuvieran deseando que las vacaciones que ahora Oliart ha querido definitivas acabaran con el annus horribilis de la televisión. Más horribilis será, pero para Oliart, que además de abogado es poeta y memorialista, han sido un año y ocho meses de agonía inesperada. Lo recibieron ya de uñas sus propios sindicatos, porque dijo (en una entrevista en este periódico) que el periodismo (es decir, el contraste, el rigor, el equilibrio) es una cuestión "de cultura general". Los truenos arreciaron luego; precisamente persiguiendo el periodismo como objetivo central de su gestión, para la que lo llamaron desde las más altas instancias del Estado (y el PSOE, y el PP, además), lo untaron de porquería en la Comisión del Congreso. Se burlaron de su edad, de su sordera, de sus diatribas con las tecnologías, y fueron tan crueles con él que se olvidaron de que era Alberto Oliart. Se hartó. En las últimas semanas el hartazgo fue devaluado por él, que es un caballero, diciendo que en realidad estaba preocupado por la salud de su mujer y, además, por su propia salud. Eso no es lo que seguramente dirá ante el espejo. Ahora ha habido un argumento de peso, el concurso arbitrado en favor de Telefónica, una empresa en la que su hijo Pablo ocupa un lugar importante. Dicen que él no sabía que en esa empresa licitadora estaba él. Pero ha dimitido. Irrevocablemente. Es probable que ahora los que hicieron (o pretendieron hacerlo) lascas con su prestigio digan "el pobre, ha sido por su hijo". Con lo cual limpiarán la mala conciencia que deben guardar del largo oprobio que le hicieron sufrir hasta el mismo mes de sus 83 años.

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En aquella entrevista que tan rápido le reprocharon (EL PAÍS Semanal, 24-1-2010) decía Oliart: "En la habitación del poder no hay más que sombras". Esas sombras cayeron sobre él desde todas partes. Él no estaba preparado (o no del todo) para tal ensañamiento. En los cuarteles quizá había, cuando fue ministro de Defensa, menos sombras que en las teles. Y todo por el poder, lo que son las cosas.

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